𝗪𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿 𝘄𝗼𝗻𝗱𝗲𝗿𝗹𝗮𝗻𝗱!

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Tokio, Japón. Aeropuerto internacional.
Jueves 24 de diciembre.
8 am. — 5 grados.

En ese momento Cha Eunwoo deseó con todo su corazón haberle hecho caso a su madre, un par de días atrás, cuando le pidió que no se fuera y ante su negativa le dijo que Dios se encargaría de castigarlo si es que se atrevía a dejarla en plena víspera de navidad.
Ella solía ser así, dramática y drástica, así que sólo se encogió de hombros y besó su coronilla para seguir su camino hasta el check in, para tomar ese avión a Japón, la cede de esa importantísima convención de mangas que no estaba dispuesto a perderse. Pero ahora nada de lo que hizo parecía valer la pena, porqué el evento ni siquiera fue tan bueno, ya que su autor favorito no se presentó y además no pudo comprar los volúmenes especiales de nuevas historias que se suponía saldrían hasta mediados del año siguiente y como eran obras de ese anciano irresponsable, que tanto amaba, definitivamente estaba que se lo llevaba el diablo.

Realmente creyó que ya nada podría salir mal. Llegaría a casa en tres horas, tomaría una larga ducha y haría méritos para volver a ganarse el amor de su madre. Seguramente colocaría las decoraciones faltantes o ayudaría a preparar la cena de esa noche, la verdad era que lo hacía año con año, pero al menos esta vez lo haría con una sonrisa. Pero todo se fue al diablo cuando el intercomunicador anunció un retraso en el vuelo a Corea del sur con motivo a la intensa nevada sobre esos cielos que poco a poco empezaban a descomponerse, así como él mismo, que la noticia le había caído como la peor de las maldiciones. Bufó y cerró los ojos dejando la compostura de su asiento. No tenía ni una pizca de frío y eso sólo dejaba claro cuan difícil era darse cuenta de lo horrible que estaba el clima afuera de ese enorme aeropuerto.
Lo peor de todo no fue el no saber que hacer, después de todo llevaba en cima los nuevos volúmenes de algunos comics que le gustaban y siempre podía darse una vuelta por el lugar o tomar un café para matar el tiempo, sin embargo su ansiedad le impedía disfrutar un poco de todo lo demás cuando sabía que no había hora aproximada para que su vuelo saliera, podía ser una hora o cinco y si el clima no mejoraba ni un poco entonces no llegaría a casa hasta mañana, cuando la cena de noche buena hubiera pasado y el corazón de su madre estuviera roto. Intentó con todas sus fuerzas no pensar en ello, mantenerse positivo y ocupado comiendo cualquier cosa que la cafetería en la que se encontraba, le pusiera en frente. llevaba dos expresos e incluso un latte y ya no podía ni recordar cuantos croissants se comió, hasta ese dichoso momento.

Su vista se enfocó a ese punto que antes estaba muerto, al final de las mesas, donde había un par de decoraciones y luces de colores, potentes y alegres, danzando con el encendido y apagado, sirviendo como reflector para lo más hermoso que hubiera visto en su vida, etéreo y perfecto; La edición especial de su manga favorito. La misma que no pudo comprar el día anterior.

Se movió como si una fuerza magnética lo manejara. Le fue imposible reconocer el sentimiento de la cordura y antes de darse cuenta, estaba plantado enfrente de esa persona que sostenía con los dedos finos y un tanto delicados, las páginas de ese volumen que ya había leído un millón de veces porqué fue un momento impactante en el que el villano principal de la historia se daba cuenta que era una creación de laboratorio destinada a la destrucción de los enemigos de una corporación que manejaba al mundo.

Era la definición completa de perfección y necesitaba tener esa edición especial con contenido inédito. Así que finalmente se aclaró la garganta y carraspeó ligeramente, pronunciando un muy suave "Disculpa"

—¡Hola! —llamó un par de veces más, hasta que el muchacho comprendió que no se liberaría tan fácil de ese hombre que no comprendía la importancia de dejar a alguien leer con tranquilidad su manga favorito.

Sin embargo cuando apartó el librillo lejos del rostro, fue suficiente para que tragara duro y empezara a sentir sus mejillas enrojecerse. En ese preciso instante Cha Eunwoo olvidó si iba a pedir que le vendiera el volumen a un precio triplicado o su numero telefónico.

𝟷𝟸 𝒟ays of 𝒞hristmas | 𝐄𝐔𝐍𝐒𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora