𝗛𝗮𝘃𝗲 𝘆𝗼𝘂𝗿𝘀𝗲𝗹𝗳 𝗮 𝗺𝗲𝗿𝗿𝘆 𝗹𝗶𝘁𝘁𝗹𝗲 𝗖𝗵𝗿𝗶𝘀𝘁𝗺𝗮𝘀!

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Un sobre rojo burdeos sobre la mesa de marfil blanco resaltaba a lo ancho de la palabra. Lo único que le decoraba era un hermoso sello de cera dorado reluciente con el emblema que solía conocer muy bien. Su nombre estaba escrito en una caligrafía en cursivas impecables que formaban hilos largos, rectos y ondas que parecían perderse en el aire.

Hacía un poco más de diez años que Sanha no volvía a Busan, Seogu. Su lugar de nacimiento y esa noche, enfundado en su pijama de cuadros, acogedora y calentita, se encontraba leyendo la invitación a la reunión de ex alumnos del instituto Hwang, la preparatoria a la que asistió alguna vez. La noche antes de navidad.

No había mucho que hacer, en realidad para ese día, solía pasarlo solo. El veinticuatro no era importante para su familia, por lo que, el llamado Christmas Eve, consistía en una cena a eso de las nueve de la noche; una pizza congelada o una hamburguesa de alguna cadena de comida rápida que aún tuviera las puertas abiertas, mientras se relajaba viendo por milésima ocasión alguna de las películas clásicas, cuyos diálogos habían sido memorizados inconscientemente en la infancia.

El hombre nunca fue una de esas personas populares, nunca había intentado ser una, era respondón y rebelde como para seguir los pasos de algún idiota, que por alguna razón había logrado conseguir un poco de fama.
Hubiera dejado el sobre, tan lujoso y sensible al tacto, en el cajón de los cables y clips para sostener hojas, sobre el escritorio, en realidad estuvo a punto de hacerlo, pero no se atrevió.

No se trataba de sus compañeros, a los cuales había detestado durante cada uno de sus días de clase. De pronto, todo volvía a ser él. Cha Eunwoo, el presidente de la clase, el niño maravilla.

¿Diez años habían sido suficientes para terminar de olvidar algo que nunca existió? No, no era así y resultaba patético.

Sanha no compartía muchas clases con Eunwoo, no estaban en deportes juntos, ni vivían por el mismo vecindario, pero el menor se había enamorado de su compañero perdidamente y como un montón de historias de instituto, nunca pudo decírselo.

Observó la invitación una vez más ¿Estaría Cha Eunwoo presente?

El juicio se le nubló después de aceptar la invitación con la respuesta breve a un correo electrónico confirmando su asistencia.

"Comité de reunión, estoy agradecido porque se me considere como un invitado, es por ello, que acepto gustosamente."

Organizó su agenda con ayuda de su pasante universitaria. Tomaría el último tren a Seogu, esa noche de veintitrés de diciembre, evitando las conglomeraciones que tanto odiaba. Dormiría una noche en el hotel frente al océano al que solía dirigirse cada vez que creía que no soportaría un día más de escuela y lograba relajarlo. Asistiría a la fiesta el veinticuatro, se retiraría temprano, a las nueve de la noche, tomaría su maleta y regresaría a Seúl para dormir en su propia cama y estar listo para la complicada cena navideña de los Yoon.

Hacía tanto que el muchacho había dejado ese pequeño pueblo, en realidad a nadie le gustaba ahí y en cuanto vio la oportunidad de salir de ese agujero, lo hizo, sin importarle mucho o nada, en realidad. Recibió la beca del condado para estudiar ingeniería computacional en la Universidad de Seúl, y eso había bastando para que empacara sus cosas y sus padres supieran que si no le seguían el ritmo, probablemente esa era la última vez que lo verían. Tal como había pasado con aquellos compañeros de clase.

Sanha no había puesto un pie en Busan en mucho tiempo y estaba agradecido por ello, de lo contrario, posiblemente, hubiera terminado como alguno de ellos; ebrio, bebiendo cerveza barata y comiendo maní rancio, mientras veían el fútbol.

𝟷𝟸 𝒟ays of 𝒞hristmas | 𝐄𝐔𝐍𝐒𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora