Tan real como en cuento de hadas

Mi sangre

- Necesito que me digas el nombre del atacante jovencita.

- Y yo necesito dormir y ver a mi amigo despierto, pero no podemos tener todo lo que queremos en la vida ¿cierto oficial?

Depresivo, la sala de espera del hospital olía a anestesia y antibacterial, todo mundo estaba decaído y los pacientes tenían los rostros amargos junto a sus enfermeras que no hacían ni el mínimo esfuerzo por sonreír, nada de esto ayudaba si le agregamos que estaba siendo interrogada por un hombre flacucho y viejo, el cual se dió la tarea de crear la suposición que yo había apuñalado a Rick, tomé la revista que estaba tirada alado mío en el sofá "por supuesto que yo había apuñalado a mi mejor amigo, quien más pudo haber sido "

- Si sigues evadiendo la pregunta solo puedo llegar a una conclusión

- Ya veo - abrí la revista y tapé mi rostro, a este hombre no le pagaban lo suficiente

- Señorita necesito que me mire a los ojos y declare que usted no fue la culpable

- No tengo que demostrar nada, ya le dije que no fui yo - su mano me arrebato descaradamente la editorial - ¡ey!

- Si no fue usted entonces porque era la única en la escena.

Me paré de golpe dejando al señor molesto y con el ceño fruncido, no tanto como el que yo ya tenía claro está, no quería decir que Alex Evans fue el responsable, que más le harían, obligarlo escribir una carta de disculpas, hacer tarea extra, de ninguna forma, Rick había sufrido perdida grave de sangre para que el solo pierda su consola o una hora libre de su día.

Fui directo a su haitacion de hosptial, no era hora de visitas pero podía verlo desde una pequeña ventana que daba al pasillo si me escabullía con sutileza, me paré justo enfrente del vidrio, tomando con fuerza su borde de madera para controlar mis nervios, y vi sus ojos cerrados, escuché las maquinas palpitantes y checaba como su pecho subía y bajaba junto a un pequeño florero lleno de girasoles jóvenes sobre la mesa de noche, todo estaba bien excepto que aún no despertaba, el doctor dijo que era absolutamente normal y que no había necesidad de preocuparse, pero aun así no he podido pensar en nada más que su sangre en mis manos y sus rizos mojados de sudor, ya pasó un día desde el accidente y ayer ni siquiera pude cerrar los ojos en mi cama, no quería pensar esta conclusión pero es la verdad, yo soy la culpable de que él esté aquí.

- ¡Háganse a un lado! ¡El es mi hermano! - voltee de golpe atras de mi.

Cuando llegué al hospital ayer, unas horas después de la ambulancia, me preguntaron acerca de algún familiar, dije que tenía una hermana mayor pero era imposible comunicarse con ella, ahora Natalie estaba empujando enfermeras con los ojos llenos de lagrimas.

- ¡Oigan! - grité desde el pasillo y logré captar la atencion de Nat y las enfermeras - ella es su única familia, déjenla pasar.

La chica de vestido floreado se desembarazó con brusquedad de las mujeres y ellas no volvieron a retenerla, se acerco a grandes zancadas y cuando llegó alado de mi sus ojos se posaron en los sueros que su hermano tenía incrustados en los brazos, veía la escena de forma impotente, revolviendo sus manos y controlando su rostro para no llorar más, sus labios eran una linea fría y delgada al borde de mil palabras furiosas y lamentos sin sentido, mientras ambas mirábamos por dentro a un chico pálido y flaco que supuestamente debía ser mi amigo, ella contuvo gritos de su pecho como si su hijo estuviera al borde de la muerte y solo los logró calmar por la furia que floreció dentro de ella, sus anisas de venganza la controlaron y aplacaron los sollozos.
No dijo una palabra durante varios minutos hatsa que el color rojo de sus ojos desapareciera casi por completo.

- Como pasó - su voz era una línea recta, intentando contenerse de lo que sea quiera gritarme.

- Ibamos a vender la bicicleta para conseguir el dinero que pediste, hubo un accidente y terminamos en la tienda de tu tío el cuál llamo a su esposa he hijo para que vinieran a recogernos, hubo una pelea con Alex y él... - suspiré y presione con más fuerza la madera - él le clavo una navaja por detrás del hombro.