*1 año después*
- Feliz cumpleaños, Jeremy. – me dijo con una sonrisa amable una maestra. Maestra la cual no me miraba con lastima.
Me quede callado mientras la miraba fijamente y ella empezaba a incomodarse.
- Gracias... - dije con voz baja para luego ponerme mi mochila al hombro y salir del salón de clases.
Al salir al pasillo vi como muchos de mis compañeros reían y bromeaban entre sí, ignorándome por completo ¿Y que importaba si me ignoraban? Era mejor así a ser el centro de atención, no mentiré al decir que no hay uno que otro comentario malicioso pero no se pasaba de allí.
A lo lejos puedo distinguir una cabellera castaña adornadas con dos coletas bajas, Amelia. La mire por un momento y seguí caminando a la salida.
Amelia y yo continuamos siendo amigos en secretos después de lo sucedido aquel día... O eso me gustaría decir, lo cierto es que después de la paliza que recibí por parte de mi padre que me dejo con serias heridas y hematomas por el cuerpo (incluyendo también el rostro), no pude si quiera levantarme de la cama por una semana y él no estaba tampoco dispuesto a llevarme al médico porque según él "Un macho no necesita de esas mierdas", que me aguantara el dolor que eso me haría más fuerte... Pero dolía tanto, que aun puedo recordar los latigazos de la correa impactando en mi piel, como la hebilla me dejo una marca en mi brazo izquierdo, el miedo que me recorrió en ese momento (y aun) con tan solo pensar en mi padre molesto de nuevo... Miedo que me impulso a alejarme de aquella niña de dos coletas que constantemente me buscaba, que me preguntaba cómo estaba hasta que un día se dio por vencida.
¿Pero qué podía hacer? En ese entonces tan solo era un niño que le tenía pavor a su propio progenitor.
Hoy es mi noveno cumpleaños y solo eh sido felicitado por una que otra maestra, pero todas con lastimas, compadeciéndose de mí, del pobre niño que su madre abandono y que sufre maltrato de su padre. Pero ellas no hacen nada. Ellas lo saben pero se callan.
Siento raro dentro de mí, siento como algo se estuviera pudriendo y ese mismo algo me hace ver lo podrido que están los demás. Sobre todo los adultos... ¿Me estoy pudriendo? – pienso mientras alzo la mirada y miro al cielo azul y completamente despejado.
- Feliz cumpleaños, Jer. – escucho aquella voz que suena más a susurro por los nervios, me volteo y veo que es Amelia. No digo nada, solo la veo ¿Cómo es que ella sabe de mi cumpleaños? – E-escuche de los profesores que hoy cumple años. – dice con nervios mientras mira avergonzada sus zapatos. Tiene las mejillas sonrojadas.
Yo tan solo la miro, ella levanta la cabeza. Me lo pienso por un momento al mirar al suelo y fruncir el ceño; Ella no se ve como las maestras, ella no me los dice con lastima, levanto la mirada y al verla tan solo doy un ligero asentimiento con la cabeza y vuelvo a caminar rumbo a casa.
Como en silencio mientras que padre está al frente mío masticando lentamente su comida, me mira fijamente mientras yo solo quiero ser como el hombre invisible y desaparecer para que no me vuelva a ver.
Suena el timbre, alzo la mirada y veo como mi padre sonríe ampliamente. Una sonrisa que en vez de tranquilizarme, me perturba.
Se levanto de la silla y se dirigió a la puerta, al abrirla pude escuchar la voz de una mujer, yo tan solo fruncí el ceño ¿otra de las mujeres que trae padre para su habitación? Eso quería decir que me tendría que encerrar en mi cuarto y esconderme debajo de las sabanas. Ya estaba decidido el irme de ahí pero padre me lo impidió al entrar junto con una mujer detrás de él con muy poca ropa y una botella en mano.
- ¡Hijo mío! – dijo emocionado con una amplia sonrisa de dientes amarillentos - ¡Hoy es tu cumpleaños y es el día en que te convertirás en un verdadero macho! – hizo mucho más enfoque en la última palabra.
Yo tan solo temblé y lo mire confundido ¿un verdadero macho?
Él junto con la mujer se sentaron a mi lado y padre abrió la botella, sirvió en un vaso y me lo tendió.
- Agárralo y tómatelo sin escupir, que lo que escupen son unos maricas ¿eres un marica? – me preguntó, yo negué con la cabeza mientras agarraba el vaso con el liquido ámbar. El tan solo me miro y yo lo único que podía hacer era llevarlo a mi boca y tomarlo, pero era muy fuerte aquella bebida tan así que me dejo la garganta ardiendo y con lagrimas saliendo. Pero no podía escupirla si la escupía padre se enojaría. – Eso, todo, toma todo. – decía orgulloso.
Al bajar el vaso me sentí como si ardiera por dentro ¿acaso eso era fuego liquido? Un momento paso para que me sintiera raro, como mareado para luego sentir como la mujer me acariciaba el cabello.
- Es un lindo hombrecito. – dijo la mujer con una sonrisa rara.
- Y será un macho ahora. – soltó mi padre para luego echarse a reír. – Ahora vayan, mira que no pienso pagar una hora más. – le dijo padre a la mujer mientras encendía un cigarro.
Yo me sentía confundido, tonto.
La mujer me agarro de la mano para levantarme y al hacerlo sentí como si todo se moviera debajo de mí por lo que me tambalee. Mi padre se rió. La mujer me llevo a la habitación junto con la botella y cerró la puerta.
Aquella mujer me empezó acariciar mi cabello para luego mi pecho ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué me tocaba? Trate de alejarme.
- Shh, tranquilo cariño, ten toma un poco más. – Y me dio a beber aquel líquido que me volvió a quemar la garganta, ella me empezó a dar besos en mi cachete ¿Por qué? – Tú tan solo relájate. – agarro mis manos y las puso en sus senos, senos que ya estaban desnudos ¿En qué momento paso eso? Yo no quería, pero de nuevo la mujer me detuvo. – Lo vas a pasar bien. – me susurro para luego darme besos en el cuello.
No, no, no quiero esto. No se siente bien ¿por qué me siento tonto? ¿Por qué mi cuerpo no me responde?
Y lo siguiente que paso es que me quede desnudo mientras ella me tocaba por todas partes y me hacia tocarla de igual manera. No quiero.
Yo no quería.
Hubo un momento en que ella me explicaba que tenía que meter mi amiguito dentro de algo mientras ella me tocaba ¿en donde tengo que meter el qué? no entendía nada pero sin embargo me movía y empezaba a cansarme a sudar y luego ya no supe más de mí.
A la mañana siguiente me levante con dolor de cabeza y con unas nauseas enormes ¿Qué fue lo que me paso? Estaba tan confundido y con dolor y... Frío. Estoy desnudo ¿Por qué me encontraba desnudo? Y recuerdos borrosos vinieron de golpe y me asuste a la misma vez que me asquee. Vomite mientras lloraba y me seguía preguntando ¿Por qué?
Recuerdo que me recosté y llore mientras me sentía sucio, podrido.
No quería estar en casa, padre estaba allí por lo que decidí vestirme rápido y correr a la escuela, no me importaba que ya fuera tarde, tan solo quería huir de allí.
- ¡Ya eres un macho! – fue lo que escuche de padre antes de pasar por la puerta, y las nauseas me atacaron de nuevo y vomite.
Al llegar a la escuela tan solo me escondí, no quería que nadie me viera, que me hablara mucho menos que me tocara. Estaba sucio.
Pero ella me encontró.
- Feliz cumpleaños de nuevo. – dijo una voz alegre pero tímida al levantar la mirada la vi con una sonrisa y en su mano un ponquesito con una vela. – Es mi regalo atrasado. – dice Amelia con una sonrisa tímida, pero alegre.
Yo tan solo la mire y rompí en llanto.
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Algo más que Amigos.
RomansaEs increíble como una persona puede convertirse el centro de tu mundo, a tal grado que no puedes concebir que un día aquella persona se aleje de ti. Tener tan solo esa idea se convierte en tabú, algo de completa censura. Como para los religiosos dec...