¿Por qué es malo?

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*Tres semanas después*

Amelia siempre me sonreía y yo le devolvía la sonrisa. Se la pasaba hablando de todo lo que se le pasaba por la mente, de cada cosa que veía, yo tan solo la escuchaba fascinado. Ella no era mala, sus mamás no se veían malas. Incluso si me veían me sonreían de una manera que me hacía sentir bien, pero a la vez tímido.

¿Por qué no podía hablar con Amelia y sus mamás? ¿Por qué era malo? Y esa fue la pregunta que le hice a mi padre un día.

- Porque son unas malcogidas. - empezó mientras le daba un trago a su cerveza - Que por falta de verga andan haciendo cochinadas entre ellas ¿Acaso crees que esa niña es su hija? - suelta una risa burlona - Esas marimachas no pueden tener hijos entre ellas. Son tan solo una estúpidas que juegan a jugar a la casa, capaz y le están enseñando a esa mocosa hacer las mismas cochinadas. - le dio otro trago a su cerveza y me señalo con su dedo mientras sostenía su botella - No te juntes con esa mocosa de las malcogidas, niño. - Me advirtió.

Yo tan solo asentí con la cabeza ¿Qué más podía hacer? Yo tan solo esperaba y rezaba que no se diera cuenta de que me la paso con Amelia. Que ella no me parece mala y que las "malcogidas" se ven muy amables... O así se ven, yo tan solo era capaz de verlas de lejos. No me atrevía a acercarme a ellas por el mismo miedo de querer acercarme a Amelia.

***

Recuerdo que a esa edad yo iba solo a la escuela, mi padre siempre me decía "Eres un macho, los machos no necesitan que lo anden acompañando como maricas", por eso nunca me imagine ni espere que ese día él apareciera.

- ¡Ven, Jeremy! - decía alegre Amelia, mientras me jalaba del brazo y corría. 

- ¿A donde vamos? - preguntaba extrañado, ya era la hora de salida cuando Amelia me atrapo y empezó a correr emocionada.

Suelta una risa que me sonó traviesa.

- Secreto. - Se limito a decirme.

La mire extrañado pero tan solo me deje arrastrar por ella. Hasta que veo a los lejos a uno mujer de cabellera castaña que al vernos emboza una enorme sonrisa. Es una de las mamás de Amelia. Paro en seco. 

No, no puedo acercarme. No debía.

Amelia se extraño al ver que me detenía, se giro e inclino la cabeza confundida para luego poner una cara de tristeza.

- ¿No te agrada mi mami? - pregunta con puchero - ¿También crees que es mala?

No, realmente aun sigo sin saber porque es mala; Pero sé que era malo que mi padre me viera. Tenía miedo. 

Amelia suelta mi brazo al ver la falta de respuesta de mi parte, baja la cabeza como si quisiera llorar. Frunzo el ceño, no quiero que ella llore. Lo pienso y me dije "No se va a enterar", acto seguido agarre su mano a lo que ella levanto la cabeza y me miro le di una pequeña sonrisa a lo que ella me devolvió una más grande para empezar otra vez a arrastrarme hasta quedar frente a su mamá, o por lo menos a una de ellas.

- ¡Mami! - Grita Amelia mientras le da una enorme sonrisa a la señora de cabello castaño.

- Mi vida. - se agacha y extiende sus brazos a lo cual Amelia corre para abrazarla, se abrazan y yo tan solo me quedo viendo todo. La señora alza la vista y me sonríe. - ¿Y a quien tenemos aquí? - pregunta sin quitar su sonrisa.

- Él es mi amigo mami. - dice Amelia sin dejar de sonreír.

- ¿Y como se llama tú amigo? - pregunta, yo tan solo me mantengo callado mirándola, es una señora muy linda.

- ¡JEREMY! - Esa no fue Amelia. - ¡JEREMY! - Vuelven a gritar la voz que hace que empiece a sentir frío.

No, no, no, no...

Volteo lentamente para ver como mi padre se acerca a mi de manera muy veloz y se le notaba que estaba más que enojado. Cuando llega me jala con brusquedad del brazo alejándome de Amelia y de su mamá,  las cuales se encontraban con los ojos muy abiertos.

- ¿Qué mierda fue lo que te dije? ¡¿EH?! - me sacude pero yo solo me quedo callado, paralizado viéndolo con horror. - ¡RESPONDEME! - Me grita, y siento como todos nos miran.

- Señor, no creo que... - Comienza la mamá de Amelia pero mi padre la interrumpe.

- ¡No se meta, malcogida! - Le vocifera mi padre, a lo que sorprendida la mujer retrocede un paso. Para luego fruncir el ceño, se le ve molesta.

- ¡¿Como se atreve a hablarme de esa forma?! - le grita furiosa - ¡Y me meto porque no permitiré que maltrate a un niño de esa manera! - dice alzando la barbilla

- ¡Lo trato como me da la puta gana! - le grita de vuelta - ¡Es mi hijo y hago lo que se me de la gana con él! 

- ¡Con más razón! - grita de vuelta - ¡¿Como puede tratar a su hijo de esa manera?!

- ¿Y usted que va a saber, eh? - se burla - Si esa mocosa ni hija tuya es. 

Y sin esperarlo le da una bofetada. Siento como todo se paraliza, mientras miro con horror la reacción de mi padre que parece desconcertado.

- No le permitiré que hable de mí y mucho menos de MÍ hija de esa manera. - le dice sin una pizca de miedo. - Esa niña es mi hija. Y la amo como una madre ama a sus hijos y nadie, ¡Escúcheme bien! ¡NADIE! ¡Me puede decir lo contrario! ¡Ella es parte de mí, aunque allá ignorantes como usted que no sean capaces de entenderlo! - le grita con la barbilla alzada y sin intimidarse por mi padre, el cual es mucho más alto que ella.

Él tan solo la ve. Para luego decirle: 

- Tan solo son unas malcogidas frustradas. - le sisea - No quiero a ninguna de ustedes cerca de mi hijo. - dice para luego voltearse y comenzar a caminar de forma acelerada, arrastrándome consigo. 

Yo tan solo soy capaz de escuchar los gritos de Amelia llamándome, al voltear la veo en brazos de su madre con lagrimas en su rostro mientras sigue llamándome.

Al llegar a la casa mi padre me arroja adentro para luego cerrar la puerta con seguro y comienza a quitarse su cinturón.

- Te lo dije... - dice mientras se acerca de manera lenta. - Te dije que no te acercaras a ellas.

Tan solo puedo decir que tuve que faltar toda una semana a la escuela después de aquella paliza, que por supuesto me dejo más cicatrices.

Algo más que Amigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora