Despedida.

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Hoy me lo han contado, y me enteré de que usted se ha ido.
Desearía poder haberme despedido.
Sé que usted nunca leerá esto, ya no está con nosotros y... Creo que no debería castigarme por su partida de esta manera, pero aún así, cuesta, y cuesta muchísimo superar el hecho de que ya no estará.

Estaré eternamente agradecido con usted, por alentarme a mejorar en una de las pocas cosas que en ese momento podía hacer.

Usted sabe que siempre tuve muchos problemas en muchas cosas. Pero aún así decidió acercarse a mi, y ser casi como una madre para mí, y dedicar su tiempo y su esfuerzo para ayudarme.
Me mostró el mundo de la literatura, que si bien ya conocía, no me interesaba.
Me enseñó las formas de la pluma y la tinta, que aún lucho por dominar.
Y pude aprender de usted los caminos de las palabras, el arte de la escritura y las maneras de las letras.

Gracias a usted, pude encontrar tal refugio en las palabras que me ayudaron a sobrellevar tantas cosas pasando en ese momento, mis problemas familiares y mi deplorable salud siempre representarán un problema, pero usted me abrió los ojos, y por primera vez pude entender que no todo en esta vida tenía por qué ser tan malo.

Pero nunca pude agradecerle.
Nunca pude mostrarle mi gratitud, de ninguna forma.
Y pocas fueron las veces en las que le mencioné lo mucho que usted me ayudó cuando lo necesité.

Sé que esa era su labor, y para lo que estudió toda su vida y que para usted pude haber sido un alumno más. Pero para mí, usted fué la mejor de mis profesoras, y la principal razón del por qué trato de hacerme de renombre con mi principal pasatiempo.

Aún a día de hoy, años después de haberla conocido, y meses después desde la última vez que la pude ver, sueño con melancolía un escenario de varios años en el futuro, donde hubiese podido agradecerle de alguna forma todo lo que usted me enseñó. Llegar un día, a su casa, con un regalo y un ramo de flores, darle un abrazo y mostrarle todo lo que su pequeña acción de amabilidad fué capaz de crear.

Aún tengo razones para continuar mi camino, y usted, profesora, es una de esas razones, y espero que, donde sea que esté, sepa que lo que hizo, poco o mucho, logró generar un cambio, y tarde o temprano rendirá frutos.

En memoria de la profesora Amanda Pensamiento Lau.

Diario Del Amor Y Otros SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora