Capitulo 5

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-De rodillas.
El primero en arrodillarse fue Alexander, seguidamente la rubia.
-Muy bien...-levantó su varita hacia Alexander- cuando vengan tus padres te harás parte de mis filas.
-Por supuesto, mi señor.
-Y tu... Harás lo mismo.
La ojiazul asintió.
-Muy bien, llegó la hora de jurarme lealtad- dijo el señor tenebroso, sentándose en el enorme trono, posteriormente acomodado- Empieza tu Dayana.
-Yo, Dayana Antonella Sayre, junto a mi esposo Alexander Orión Lestrange, juro serle fiel y leal a mi señor. Juro servirle y complacerle hasta que mi hora haya llegado, juro transmitir a mis hijos y nietos, o hasta donde mi vida me deje conocer, la pasión por las artes oscuras y la servidumbre al Señor Oscuro. Juro entregarme a la muerte sin temor alguno, si mi señor así lo desea. Al Señor Tenebroso, a mi señor, a mi amo, le entrego mi libertad con gran orgullo- la joven se veía tranquila.
Su prometido, realizó el mismo discurso.
3 horas después, todo el mundo se había retirado solo quedaban los elfos recogiendo.
-Dayana- la llamó Antonín- toma- dijo entregándole la carta de Hogwarts.
-Mañana iremos a comprar los materiales.
La rubia asintió, y caminó hacia su habitación.
Al día siguiente, las elfinas despertaron a Dayana. Se vistió con un vestido negro, extremadamente caro, conjuntado con unos pequeños tacones. Se colocó una capa de viaje de terciopelo, del mismo color que el vestido y con pequeñas florituras en las esquinas cosidas con hilo de plata. Se colocó el pelo y se maquilló suavemente, cogió su varita y empezó a bajar las escaleras. Al llegar al comedor de la enorme mansión todos estaban desayunando, sus amigos estaban hablando, mientras que Alexander solo comía de su plato.
-Buenos días- habló su madre al verla llegar.
Ella sonrió como respuesta.
Alexander se levantó de su silla, y le corrió la suya a Dayana, haciendo que un rubio platinado gruñera levemente.
-Gracias- le sonrió ella.
Mientras desayunaban, la joven rubia, se percató de algunas miradas de Alexander hacia su escote, cosa que hizo que Dayana se encendiera levemente. Como ambos prometidos estaban sentados uno frente al otro, la chica pegó un poco más su cuerpo a la mesa, haciendo que sus pechos se vieran más voluminosos, y con ello que la mirada de el pelinegro, fuese más persistente. Sin embargo, el chico se dio cuenta de las intenciones de su prometida y decidió jugar sucio también. Acercó su piernas a las de la chica y de un movimiento, las separó, haciendo que ella levantase la vista de golpe, el solo la miraba a los ojos. El chico empezó a acercar el pie poco a poco, poniendo a Dayana más nerviosa.
La joven recibió un descarga eléctrica al sentir el pie del chico, sin zapato, en su entrepierna. El empezó a moverlo alrededor de la zona de la chica, la cual había empezado a humedecerse. Pero el chico de pronto, paró, se puso el zapato, y siguió desayunando.
Al terminar, los elfos recogieron todo y ellos, se encaminaron al callejón diagón. Una vez allí se pusieron de dos en dos, y se encaminaron a distintas tiendas.
Alexander y Dayana fueron juntos.
Caminaban para buscar sus túnicas, cuando chocaron con las tres personas que Dayana menos quería ver.
Ellos se sorprendieron al no estar acostumbrados a la fría mirada de su antes "amiga".
-Dayana- pronunció la sangre sucia- ¿podemos hablar?
-No podéis- habló Alexander por la rubia.
-Ya te lo ha dicho el, no podemos.
La joven Sayre se percató de la mirada de Hermione hacia su prometido. Maravillada por su belleza y muy interesada.
-Te presento a mi prometido, sangre sucia- dijo con voz venenosa- Alexander Lestrange.
Granger pareció decepcionada y sorprendida.
-No la llames sangre sucia- dijo Ron con rabia en la voz- seguro que ahora eres una estúpida mortífaga.
-Callat- alguien la interrumpió.
-¿Estás prometida?- preguntó esta vez Harry, decepcionado y dolido.
-¿No lo acaba de decir?- preguntó Alexander- Tu debes de ser Potter, diría que es un placer, pero en realidad no lo es. Bueno, no sé cómo habéis tenido el valor de dirigirnos la palabra, ni de dirigiros hacia Dayana de esa forma, espero no lo volváis a hacer, o yo mismo me encargaré de que tú, Potter; Wesley y la asquerosa sangre sucia, compartáis tumba con tus padres.
-Como te atreves- gritó Harry enfurecido- expelliermus.
Con un ágil movimiento de varita, Alexander paró el hechizo, y convocó no verbalmente el hechizo Tarantanegra, haciendo que el grupo de tres cayera al suelo.
Dayana se carcajeó- Sinceramente, Potter, creo que deberías ampliar tu repertorio de hechizos, vas a terminar desgastando ese.
-Vamos- Alexander cogió por la espalda baja a la chica y alejándola de allí. Ambos levantaron la cabeza y siguieron caminando.
Tres horas después, terminaron de comprarlo todo, volviendo así a la mansión.
Y una semana después, el 31 de agosto concretamente, todos los adolescentes de la casa, estaban dando instrucciones a los elfos para ordenar sus baúles, y así, poder llegar a la estación 9 3/4, mañana a tiempo.
Dayana estaba en su habitación, viendo que se pondría al día siguiente, cuándo la puerta de su habitación se abrió dejando ver a su prometido.
-Alexander, que haces aquí- dijo ella frunciendo el ceño.
Su corazón empezó a latir con mucha fuerza, cuando vio como el chico, cerraba la puerta con un hechizo y silenciaba la habitación con otro.
-Qu-que haces- habló intentando no tartamudear.
El se acercó a ella, tranquilamente, mientras le miraba a los ojos.
De repente la estampó contra la pared pegando mucho sus cuerpos entre sí. Dayana sentía el aliento de Alexander en su oreja, creando escalofríos en su cuerpo.
-No sabes lo mal que lo he pasado- empezó el con voz ronca- todas las veces que te veía pasear por la mansión, distraída, contoneando tus preciosas caderas. El otro día, fui al baño, no sabía que había nadie, y cuando entré y te vi, en la ducha, desnuda, frotando tu cuerpo.
Ella estaba muerta de la vergüenza
El subió la rodilla y rozó el centro de la chica por encima del vestido.
Bajó la rodilla, y metió la mano por dentro del vestido. Recorrió con sus dedos suavemente las piernas, hasta llegar al borde de la tela blanca. La rozó un poco por encima, y Dayana tuvo que morderse el labio para no gemir. Al ver su reacción Alexander sonrió, apartó la tela de las bragas y empezó a frotar el clítoris.
-Estas mojada- le habló el, con la voz ronca- no sabes lo que me pones.
- A-a-alexander- gimió ella muy bajito.
-Sii, así es como gemías el otro día en tu cama, así es como gemías mi nombre.
-¿Cómo?- dijo ella alterada.
-Solo te fui a dar las buenas noches y me encontré contigo con las piernas abiertas de par en par, tocándote, gimiendo mi nombre.
-Y-y-yo, solo- suspiró- está bien, me estaba tocando, pero yo, es que te vi, haciéndolo también, y me encendí, iba a irme pero cuando gemiste mi nombre, n-no pude- dijo ella con la respiración agitada, sintiendo los primeros dedos de su prometido dentro de ella- veía como te la hacías, como gemiste mi nombre, y fui a mi habitación para relajarme. Pero las imágenes venían  mi mente, y no conseguía enfriarme, por lo que empecé a tocarme. No te oí entrar.
-Pues me pusiste a cien.
Alexander paró y sacó los dedos de dentro de ella, se colocó todo, quitó los hechizos y se fue de la habitación, dejando a una Dayana muy confundida.

𝑐𝑎𝑜𝑠   - a harry potter's world fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora