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CHICA MISTERIOSA

Alba, una chica de metro sesenta, con el pelo rubio y rosa, de veintidós años, salió aburrida de la pequeña casita en la que vivía y se dirigió con plena calma hasta la zona de práctica de tiro con arco, pudiendo observarlo todo des de un árbol, pues a diferencia de todas las clases que solían reunirse allí, amaba estar allí y poder ver todo lo que sucedía, además, que para ella era el lugar más seguro.

               — Hoy hace un día bastante tranquilo...

Mientras esa personita se dedicaba a mirar todo lo que le alcanzaba a la vista, unos cuantos metros más allá, Natalia, una chica de metro ochenta, pelo moreno y un septum en la nariz, bajó corriendo las escaleras que subían hasta su casa, que estaba situada en la zona más alta de entre los árboles, saludando a su paso a toda las personas que se encontraba, mayormente gente mayor, con una enorme y cálida sonrisa. Siendo ya su rutina, corrió hasta el campo de tiro y nada más llegar se quitó la capa dejándola en la misma roca de siempre, quedando en un vestido verde que dejaba al descubierto ambos hombros, sujetado en uno de ellos, creación de su hermana Elena, y se puso el guante de cuero que necesitaba, para después colgarse el carcaj y tirar al centro de la diana la primera flecha.

La curiosidad de la primera fue mayor de lo usual por aquella chica, por lo que al escuchar un movimiento muy rápido se fijo en ella, pero cuando se dio cuenta del detalle de que sus orejas eran totalmente puntiagudas se quedó parada y tragó saliva asustada, abrazando al tronco que estaba subida pues estaba demasiado cerca como para considerar la idea de huir.

La segunda, aún inconsciente de su presencia, harta de clavar todas las flechas siempre a la primera, optó por llevar a cavo aquella que hacía unos días le había enseñado su padre, tirando en diagonal hacia atrás clavó la flecha en el árbol. Cuando se giró para ver como le había salido y vio la silueta de una persona subida a una rama super cerca de la flecha, se asustó.

     — Joder perdona, no sabía que estabas ahí, ¿estás bien?—  dijo preocupada proyectando la voz hacia aquella persona.

     — Eh... si... estoy bien...— sin decir nada más, pero sabiendo que su voz estaba trémula, quitó la flecha, lanzándola hacia aquella chica llevando cuidado para que no la viera.

     — No me suena mucho tu voz.— contestó tranquilamente cogiendo dicha flecha al vuelo, guardándola junto a las demás con gran agilidad.  — ¿Eres de por aquí?

     — Bueno, soy de por aquí cerca...

La persona que se situaba bajo el árbol notó un leve movimiento y le pareció ver como guardaba algo en una bolsa, y se quedó mirando en esa misma dirección con más curiosidad, teniendo ganas de saber quién era y que estaba haciendo ahí, pues aquella voz que era arenosa y dulce a la vez, le encantaba pero tampoco le sonaba.

     — Eso es interesante... ¿pero por qué no bajas? Que vaya con un arco no significa que vaya a matarte o algo parecido, nunca haría daño a nadie y menos con él.

     — Yo... gracias, pero prefiero quedarme aquí arriba...— sintiéndose insegura miró si podía escalar y subir más, pero cuando se dio cuenta de que no, se quedó en absoluto silencio.

     — Vamos, enserio baja... tengo mucha curiosidad por verte.— dije aquello último en un leve susurro, bajando el tono de voz.  — Soy muy persistente cuando quiero algo, y quiéreme que eso quiero...

               — No puedo volar y tampoco puedo bajar... vaya mierda es esta.

     — Ya te he dicho que no, es mejor que te vayas ya de aquí.— la morena notó como hablaba empezando a sentirse totalmente acorralada, pues así era.

     — Te recomiendo no perder el tiempo diciéndome que me marche, porque te voy avisando ya con tiempo de que no voy a hacerlo, por si no te habías dado cuenta he venido aquí con la intención de practicar con el arco...—  la misma persona que había sentido extraña a la otra, poniendo como excusa lo primero que le había pasado por la cabeza.

     — Pero ya lo has guardado y dudo que vayas a seguir, si te crees lo contrario no pienso bajar.—  se notaba tanta convicción en su voz que incluso Natalia había empezado a dudar de que era lo que quería.

     — Bueno, yo no voy a seguir porque quiero que te des cuenta de que no te haré nada... así que solo baja ya, tarde o temprano tendrás que hacerlo y yo tengo mucha paciencia, chica misteriosa.— se encogió de hombros y se alejó un poco más.

Natalia, ahora sí, volviendo a tener muy claro que era exactamente lo que quería hacer, se descolgó el arco y se quitó de encima el carcaj con el exacto cuidado para que no se cayeran las flechas, acercándose y dejando ambas cosas apoyadas entre las raíces y un pequeño hueco de la tierra, volviendo a ponerse la capa para abrigarse.

Unos segundos después escuchó sonido proveniente de las ramas que quedaban justo encima suyo, por lo que decidió dar un par de pasos hacia atrás observando con sumo detalle aquel árbol, muriéndose de ganas de ver a aquella fémina que tanta curiosidad le causaba sin siquiera haberla visto ni saber nada de ella.

Unos instantes después, los cuáles la chica de las orejas puntiagudas juraría no haber contado, pero que sabía perfectamente fueron cuarenta y ocho segundos, la que tenía las orejas más normales con temor a lo que pudiera sucederle, bajó con una elegancia que en ese momento no se sabía de que era fruto, y quedó en la zona del árbol que quedaba más tapada pues los rayos de sol no llegaban con la suficiente fuerza, asomando por un lado la cabecita para poder verla mejor.






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Os dejo aquí lo que es la primera parte de la historia, durará como máximo 10 caps y espero que os guste y no queráis matarme...

Besos, Hell

Nuestro nombre  ||  AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora