~ Videoclip

224 21 1
                                    


🎶🎵🎶🎵


Luces, cámara y love is love with Aristemo.


🎶🎵🎶🎵




No valía la pena sentirse mal por eso. Diego había insistido que tal vez era mejor no darle importancia porque aquello podía verse como una clase de maldición y, por si las moscas, convenía evitar. Pero le costaba, y mucho. ¿Acaso era inmaduro de su parte?, ¿egoísta?, ¿estaba dejando ver los residuos de sus inseguridades y dudas del pasado cuando actuaba de forma impulsiva, cosplayeando a su novio y presionándolo para que reconociera sus sentimientos? Prefería pensar que no, de lo contrario, se sentiría aún peor.


En el fondo sabía que no se trataba de eso. Consideraba legítimos sus deseos y aunque Aris también lo quisiera tanto como él, simplemente no estaba en su poder hacer que sucediera cuando ellos lo querían.


—¡Suban las luces!


La voz de un técnico sobresalió entre el barullo de la producción. Los cables, las carretillas de los vestuarios, las maquillistas y los becarios iban y venían. Cuauhtémoc tenía alrededor de 30 minutos en el set esperando por Aristóteles, quizá con él a su lado podría desentenderse de sus pensamientos.


«Mierda», era tonto. Oh, vaya que lo era. Él no debería necesitar a su Tahi para bajarle a la intranquilidad, muy al contrario, debía ser él quien le proveyera de paz y seguridad. Después de todo, sería Aristóteles quien rodaría su primer videoclip con una productora seria, legal y exitosa en no menos de una hora si acaso.


¿A él qué le importaba quién acompañaría a Aristóteles en escena? De seguro habían contratado a profesionales y él solo estorbaría con sus nerviosismos e inexperiencia.


—¡Temo! —le tomó unos microsegundos reconocer la voz de su amado cuando se giró a su izquierda. Apenas alcanzó a ver un borrón color vino acercándosele cuando unos fuertes brazos lo atraparon. Una calidez y aroma familiar lo envolvieron, arrullándolo. Contra su oreja sintió los desenfrenados latidos del corazón de Aristóteles y al alzar la cabeza, sus brillantes ojos le decían lo dichoso que estaba de verlo. Cuauhtémoc tuvo que morderse el labio para no comérselo a besos frente a todas las personas que ya sabía los estaban observando.


—Hola, amor —Temo terminó por cerrar sus brazos en la cintura del músico. La humanidad de Aris resplandecía en todos los sentidos. Sus cejas perfectas, su sonrisa despampanante, sus pómulos suaves, su rostro rasurado y libre de imperfecciones, sus rizos sedosos lo suficientemente largos como para dejarse apreciar, pero sin alcanzar a formar una coleta.


—Nadie me dijo que habías llegado. Perdón si tienes mucho tiempo esperando, hace poquito las vestuaristas me soltaron —Aris soltó una risa al final y entonces Temo se percató del resto de elementos que completaban al precioso hombre que le abrazaba como si lo necesitara para vivir—. ¿Y qué tal?, ¿te gusta? —preguntó separándose y alzando sus cejas con picardía.


Aristóteles portaba un fino traje color vino de solapas grandes. Debajo tenía una camisa de unos tres tonos más oscuros, lo que resaltaba su piel. El pantalón, de igual tono satinado, combinaba con unos zapatos negros de vestir. De su oreja derecha colgaba un modesto arito dorado similar al que en su adolescencia marcaría el inicio de una confidencia que había prevalecido durante los últimos seis años. Su cabello peinado de lado le hacía ver más estilizado y dejaba a la vista el accesorio que tanto le gustaba y su segundo tatuaje ubicado detrás de la oreja. Sobre su frente resaltaban unos pocos rulos y, finalmente, su dedo anular con la alianza que los unía como fieles cuasi esposos.

~ BACKSTAGE [Aristemo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora