«Retiro la maldición, que no se cumpla jamás. Retiro la maldición, que no se cumpla jamás. ¡Retiro mi maldición, que no se cumpla jamás!».
«¡No quiero que ella duerma! ¡Por favor, despierta, no quería que esta historia terminará así! ¡Regresa conmig...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hacia frío. Mucho frío. Más de lo habitual cuando despertaba en el interior de su habitación un día de invierno.
Eso fue el primer pensamiento y sensación que llegó a la cabeza de la joven Caliope, de rosados cabellos como el algodón. Sus piernas las sentía entumecidas, y sus hombros, junto a sus brazos y manos, temblaban sin parar.
Podía sentir algo frío posado sobre su espalda, como una mullida manta que, en vez de dar calor, causaba ese terrible congelamiento en su cuerpo. ¿Ella había podido quedarse dormida con tal frio? En realidad, no lo veía imposible. En más de una ocasión, había dormido en peores situaciones.
Sus ojos se abrieron lentamente, esperando ver el monótono techo blanco de todas las mañanas, que siempre le recordaba que seguía viva después de todo. Aún así, ocurrió algo inesperado, y es que ella... no pudo ver nada.
Oscuridad. Tan negra como la tinta de un calamar. ¿Como era posible? Ella realmente había abierto los ojos, pero... No, algo andaba mal, lo podía sentir.
Movió como le era posible su mano, cosa que le costó más de lo que creía. Cerró y la abrió de forma continua unas cuantas veces, intentando sentirla, cosa que estuvo varios minutos hasta conseguirlo. Mientras hacía esos movimientos, volvió a cerrar sus ojos, intentando recordar que era lo último que había ocurrido.
...
Miró hacia arriba, viendo el agujero que su cuerpo había hecho en la nieve, alejándose cada vez más. Por instinto, su mano izquierda se dirigió hacia esa dirección con la palma abierta, pero esta solo se hacia más pequeña.
No sabía como reaccionar. Estaba cayendo, no muy rápido, o quizás si. El tiempo se sentía lento y el frío seguía en su cuerpo. Todo había ocurrido tan de repente que su mente no procesaba lo que estaba pasando.
Aún así, la sensación que le estaba dando era como si alguien la acunara, cosa que nunca antes en su vida había sentido con anterioridad. De alguna manera, era... muy... relajante...
Sus párpados comenzaron a ceder aunque no quisiese. Su cuerpo dejó de temblar y se sintió en suspenso.
Así... finalmente, sus ojos terminaron cerrándose. De esa manera, cayendo en un profundo sueño del que parecía no despertar jamás.
...
—Suena demasiado a fantasía, debió ser un sueño—Murmuro la joven, para si misma mientras suspiraba.
Volvió a abrir sus ojos con lentitud y miró hacia la dirección en la que debería estar su mano, cosa que no pudo visualizar debido a la oscuridad. Aún así, podía sentirlo algo más que antes, y no dudo en acercarla hacia delante sin prisa.
Admitía que le tomó de sorpresa el tocar algo frente a ella, incluso pego un pequeño salto en su lugar. Sus dedos viajaron hacia arriba y abajo, y su otra mano, aunque sentía apenas algo también toco a los lados y detrás, atravesando la mullida "manta" que llamaría así por ahora, notando que también podía tocar algo parecido a lo que tenía en frente.
