Capítulo 15: Yo sé que estoy mal.

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Pepe se asomo por la puerta cuando Mía salió, Jeremy ya había terminado de llenar el tanque de gasolina del auto y estaba esperandola recargado junto a la puerta del piloto, Pepe no pudo evitar sonreir al notar sus rodillas lastimadas, ese perro había hecho bien su trabajo.

Cuando arrancaron el auto, Pepe salió corriendo hacia la patrulla y se metió a la parte trasera, aún no había vuelto Carlos de comprar en la pequeña tienda de conveniencia, lo que significaba que no se había dado cuenta de que él habia salido. Bruce le preguntó

-¿cómo te fue con esa mujer? Tardaste mucho.

-lo sé, intente que me devolviera mi dinero pero al final llegamos a un trato. Le dije que se lo quedara pero solo si me contestaba a lo que yo le pidiera.

-¿y te fue bien con el trato?

-algo así... me dijo que Anna esta intentando escapar de mí.

-eso suena terrible amigo. Enserio lo siento.

-pero no puedo dejar las cosas así, necesito que me conteste muchas cosas.- en ese momento volvió Carlos con unas cuantas botellas de soda y bolsas de papas fritas; fijó su mirada un momento en Pepe y luego le preguntó

-¿por qué estás tan agitado? No me digas que te bajaste del auto.

-eh... tenía que ir al baño.

-sí, seguro que sí.

-hablo enserio. Entre al baño... de mujeres.- Carlos lo miró sorprendido y exclamó burlonamente

-¡vaya, definitivamente ya no tienes dignidad!

-no me digas eso, hasta ahora lo peor de todo, aún más que haber tenido que meterme al baño de mujeres, ha sido el hecho de enterarme de que Anna está escapando de mí.

-no seas tan duro con él, Charlie. Solo esta enamorado, dime ¿acaso no habrías hecho lo mismo por Sylvia?- Carlos se quedó mucho más serio, Pepe nunca había escuchado a Carlos hablar de ninguna Sylvia, ¿quién era ella? ¿su ex esposa? ¿Alguna prometida?... ¿un error?

Carlos se aclaró la garganta y dijo sin un poco de sarcasmo

-tal vez… pero en fin, eso nunca lo sabremos.

-no digas eso, Charlie, nunca sabes cuándo podría llegarte la oportunidad de intentarlo otra vez.- respondió Bruce intentando animar a su amigo, Pepe por su parte aún seguía buscando opciones acerca de quién podría ser esa tal Sylvia.

-¿quién es Sylvia?- Bruce se quedó pasmado, como si acabara de percatarse de que él era quien había mencionado a la dichosa mujer.

Carlos intentó hacerse el duro otra vez y le dijo

-no es nadie.

-dime…- Carlos suspiró haciendo creer a Pepe que le contaría la historia; pero no. No lo hizo, solo bebió de una de las botellas de refresco y le dijo

-te lo diré cuando considere que sea el momento adecuado.

-¡oh vamos! Debe ser una broma.

-¿me veo como si pareciera que estoy bromeando?

-tú siempre pareces estar bromeando.- Bruce soltó una carcajada estruendosa a lo que Carlos reaccionó riendo también y luego le contestó

-ya déjalo, Pepe. No te lo contaré, jamás.- Pepe se cruzó de brazos como reacción infantil a la respuesta de Carlos.

Después de media hora de seguir al Sentra gris por la carretera, se alcanzó a vislumbrar la caseta de inspección a un kilometro y medio aproximadamente.

Pepe ya sabía que lo difícil de toda la situación apenas estaba por llegar, en ese punto lo más complicado de todo, sería mirar a los ojos a Anna, olvidar lo que le había hecho; pero estaba dispuesto a hacerlo sin importar el precio, pues había descubierto que al lado de ella sentía una sensación muy difícil de explicar que pocas veces antes había podido experimentar tan puramente… solo era felicidad.

Bruce fue el primero en decir algo

-bueno… ya casi llegamos con tu mujer.

-lo sé…- pero Carlos no se quedó atrás y le dijo

-cuidado con lo que hagas y digas, Pepe. Recuerda que si es verdad que esta chica quería escapar de ti, podrían acusarte de acoso y todas esas cosas, así que no lo olvides. Conserva tu pensamiento de abogado y no permitas que te derrumbe.

-gracias Carlos. No olvidare que me has hecho este favor.

-por nada, muchacho. Eres como un hijo para mí… el hijo más imbécil que hay, pero un hijo aún así.- ambos rieron, era inevitable; ya era una especie de chiste local.

No pasaron más de 5 minutos cuando ya estaban en la caseta de cobros.

Ya era hora.

Pensamientos inconscientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora