Recuerdos.

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                                                                           Julio 27.

                             Reporte del paciente.

"Hay recuerdos que me gustaría guardar, para verlos cuando quisiera; hay recuerdos que quisiera recuperar y así definir que tan buenos fueron... Pero... Hay recuerdos que quisiera destruir para que dejaran de aparecer y hacerme daño..." 


Lo repitió tres veces, una dirigiéndose a mí, otra mirando por la ventana como si alguien más la escuchara y una con la cabeza gacha, mirando al suelo, hablando consigo misma. Hubo un silencio muerto en el que ella jugaba con sus manos de manera nerviosa, repetía algo una y otra vez en un susurro que no pude oír, después prosiguió. "Un recuerdo... Recuerdos...", fue un murmullo, casi imperceptible, "¿Los recuerdos son buenos, doctor?", preguntó con aire indiferente y la mirada perdida en un librero. "Eso depende", me límite a decir. "Ya veo.", se quedó pensando unos instantes y volvió a hablar, "Doctor, ¿a usted le gustan sus recuerdos?... Me refiero a esos recuerdos que pasan constantemente por su mente.", su pregunta me hizo reflexionar, su rostro no mostraba emoción alguna y su mirada aún se encontraba perdida en el librero. "Buena pregunta", me acomode en mi silla de nuevo y pensé por un momento, "Sí, me gustan", no dije nada más, mis recuerdos constantes son de momentos felices o graciosos y no me han afectado en absoluto, "Dime,¿de qué va todo esto, Dasha?", ella era una paciente inusual, al principio lo contaba todo pero después dejó de hacerlo y comenzó a contar solo lo que convenía, hacia tiempo que no hacía esta clase de preguntas.

"Pues verá, doctor, a mí no me gustan. Constantemente se cruzan por mi mente los momentos humillantes o vergonzosos que he tenido, cada error, cada mal momento se cruza por mi mente haciéndome hablar conmigo misma para decirme lo inútil, lo torpe, lo ingenua, lo estúpida y poco agraciada que soy...", se detuvo para tomar aire, su voz se estaba quebrando y sus ojos comenzaron a brillar cristalizados por las lágrimas, "Verá", dijo pasándose las manos por la cara, "suelo ser torpe lo cual crea estas situaciones en las que quedo como tonta o en las que me afectan las reacciones de los demás...", se detuvo un momento mientras buscaba como seguir, "una vez", dijo mirando a la pared, "hubo... hubo una vez cuando jugábamos en clase y... y hubo un momento en el que un chico se acercó al equipo donde yo estaba pero... pero al verme se asustó...", su mirada cayó al piso y recorrió la alfombra hasta las patas de la mesa de centro que nos separaba, "Eso dolió... ¿Sabe lo que es sentirse como un monstruo? ¿Sabe usted lo que duele una expresión de... de asco?", su voz se deshizo en la última sílaba, respiró hondo y tragó saliva,no dijo nada más. 

Había escuchado sobre como se sentían las personas con problemas mentales y de la manera en que los hacia sentir el ser percibidos como raros, haber sido mirados con desprecio o incluso como se sentía el ser excluido desde su perspectiva; pero... ¿asco? Solo alguien con una mala imagen de sí mismo podría pensar que algo así podría suceder. "Tal vez estaba sorprendido", respondí en tono amable, ella no me miró, al parecer ni siquiera me escuchó. Dasha era una persona interesante, tenía el poder de excluirse a sí misma de todo, encontrarse hasta el más mínimo defecto y hallarse culpable de cualquier cosa; su bajo autoestima era sorprendente pues a pesar de esto tenía las agallas de hacer sentir mejor a otras personas e incluso aconsejarla con palabras en las que ella no creía y con consejos que ni siquiera seguía. Debe ser duro ser como ella o por lo menos tedioso, lidiar con otras y con uno mismo; fingir día y noche y aún así no encontrar su lugar; luchar con pensamientos que le destruyen cada día un poco más su ser interior. Alguien debería cuidar de ella y velar por ella. Tal vez ella misma trate de hacerlo, pero es claro que fallará; no es la primera vez que toca fondo y tampoco será la última, por lo tanto llegará un momento en el que se canse de luchar y de seguir... y entonces... adiós Dasha.

Reflexiones por Dasha GrotvickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora