Holiwis, les traigo un nuevo fanfic. El fanfic es Inglaterra por Lectora.
Hetalia no me pertenece y tampoco la imagen de la portada me pertenece, lo único que me pertenece es la historia junto con todas sus faltas de ortografía :'(.
La lectora se pertencen a sí misma y a sus progenitores y al estúpido.
(01/ 01/ 2021)
Si bueno, cuarentena, año nuevo, aburrimiento y un proyecto viejo de un fandom muerto. Pues bien, no haré mucho, pero, ahora que está cerca la historia del final, al menos quisiera terminar un proyecto y no dejarlo a medias como casi todo. En fin, si estás aquí espero que lo disfrutes.
Indicasiones
(c/p). Color de pelo (cabello)
(c/o). Color de ojos
(tn). Tu nombre
Advertencias: Malas palabras y violencia contra la lectora (sorry). Bien empezemos...
Capítulo 1
Secuestro...Una chica de cabellos (c/p) y ojos (c/o) fue capturada por unos piratas durante una emboscada en Londres, donde varias personas de la alta sociedad conversaban y ahora, una joven dama, hija de un importante personaje, resultó prisionera del pirata más conocido y temido en toda Inglaterra. Arthur Kirland...
-¡Suéltenme, por favor! -Unas manos grandes y grasosas te sostenían con brutal fuerza. En tu cabeza, miles de imágenes sangrientas corrían en tu cabeza. Gritos, llantos y más gritos. Tu cuerpo entero se sacudía por el impacto de las imágenes, el impacto de los recuerdos. Al sentir esas manos sujetándote con tal esfuerzo, no hacía nada más que hacer crecer el pánico de tus sentidos. La incertidumbre de tu vida, era sujetada por ese hombre. Sollozaste y suplicaste, pero parecía ser en vano.
-¿Capitán, que hacemos con ésta? -Un hombre de estatura mediana se posaba en el marco de la puerta. Mirada fría, sin brillo e inquietante. Sus ojos te observan, sus pensamientos, un misterio, mientras su silencio reflexivo continuaba, tus manos, a la fuerza, fueron atadas violentamente.
-Enciérrenla -Ordenó aquella autoridad de ojos verdes.
-No, no. Por favor, ¡suéltenme! -Un grito desgarrador que se aferraba a la vida resonó en la estrecha habitación de madera. Como respuesta, una bofetada fue plantada en tu rostro, acción que quedó marcada cruelmente en un rojo vívido.
-Cierra la boca, ¡Perra inmunda! -El silencio de aquél a quien llamaban capitán te hacía perder cualquier esperanza, cualquier esperanza de misericordia. Solo se didicaba a observar en silencio. Si nadie tenía la intención de salvarte, por supuesto, no esperarías a que solo te masacrasen como al resto de personas que habían sido masacradas esta misma noche. Comenzaste a gritar y chillar, con movimientos erráticos trataste de luchar, pero ¿con que fuerza lo ibas a lograr?
-Por favor... por favor... -Suplicaste por última vez, después, a medio de tirones y patadas, te arrastraron hasta la parte baja de aquél barco al cual te habían subido a la fuerza. Te encerraron en una pequeña y húmeda celda. Las cadenas que te sujetaban fueron aseguradas en la pared y colocaron un paño en tu boca el cual se encargaría de ahogar cualquier grito de auxilio, o en su defecto, cualquier maldición y/o suplica.
-Se buena chica y quédate aquí si es que quieres que no te lastimemos... mucho -Mofándose y riéndose con su gruesa voz, aquel marinero que se atrevió a atarte, se retiraba de aquella prisión de madera. Cerrando tras de sí la puerta y bloqueando la escasa luz de la luna que a penas se filtraba.
Varias lagrimas recorrieron por tu rostro. Cansada, y sin energía alguna, te dejaste caer. Ese día, esa noche, ¡qué irreal parecía! y no precisamente para bien. Estos piratas habían ingresado de alguna forma a un banquete que se estaba dando para celebrar a uno de los socios de tu padre, pero... pero las cosas terminaron así. Cerraste los ojos sintiendo la pesadez de aquel fatídico día.
-Madre... padre... -Pero no hubo respuesta alguna, excepto por el canto piadoso del mar...
...
Estando fuera, el tripulante preguntó:
-¿Qué se supone que haremos con ella? -Señaló la puerta que yacía tras de él.
-No la toquen y no le hagan nada... -El capitán camino unos cuantos pasos acercándose a la puerta, después sin voltear el rostro anunció:...Yo la vigilaré. - Al escuchar esta extraña respuesta, varios de los tripulantes que se encontraban ahí, se miraron unos a otros con desconfianza, como si lo que acabasen de escuchar resultaron una broma, y como tal, justo después se echaron a reír. Molesto, endureció la voz y con ello su porte, mostrando su autoridad- ¿De que se ríen malditos bastardos?
-De nada, capitán. -Aquel, con los sufientes cojones (o bien, con la sufiente falta de intelecto) se atrevió a contestar de forma arrogante, burda y burlona, con una sonrisa torcida que no respetaba ninguna autoridad. La mirada del capitán se tornó dura y obscura, examinando a este tripulante de actitud altanera.
-¿Piensan seguir jugando cartas suicidas hasta que pierda mi paciencia, o están esperando a morir? -Con veneno en su voz, escupió cada palabra y miró por encima del hombro a cada hombre que se atrevía a seguir viendo el pequeño "espectáculo" y reír. Nadie más se atrevió a decir una palabra más, pero las miradas despectivas se sumaban una a una antes de darse la vuelta e irse. Una vez que el último hombre se fue, se giró de vuelta para entrar al lugar donde se encontraba la celda. Estando dentro, cerró la puerta tras de él, arrugó con asco el entrecejo al percibir el aroma de la humedad mezclada con el polvo y la sangre tanto seca como fresca.
A unos cuantos metros de ti, se sentó en una vieja silla que ahí mantenían para, probablemente, hacer torturas. Este personaje te observó por un momento antes de llevar su cuerpo adelante y recargar su mentón sobre su palma mientras te observaba con recelo. Sin embargo, esto no te afectaba en lo más mínimo, pues el agotamiento ya había pasado a tomar factura tomándote al sueño.
El silencio inundó la habitación por completo.
...
Durante la noche, tu respiración se volvió agitada. Las imágenes de la sangre, los recuerdos frescos se aparecían frenéticamente entre suelis. El momento de la emboscada, los gritos, la gente corriendo de aquí allá con pánico. Pero, sin duda, la imagen del cuerpo inerte, los ojos abiertos, y el terror en todo el rostro de tu familia, eran la imagen más presente, la más perturbadora. Esta clase de sueño (si es que se lo podía llamar así) no distaban mucho de la realidad, resultaba difícil discernir entre lo real y lo ficticio porque la realidad es que la ficción creada por el sueño eran prácticamente lo mismo. Ese sueño era la representación de la realidad. Viéndote obligada a despertar para no ver más, con cansancio y pesadez, abriste los ojos. Tu respiración agitada se recupero gradualmente al notar que solo era un sueño, al notar que no había peligro y que ¿estabas atada de manos? Abriste los ojos de golpe, alarmada ¿Cómo podrías olvidar todo esa mierda? Llena de terror, llena de desesperación, una vez más intentaste soltarte de lo que sea que esta vez te estuviera aprisionando, pero, era inútil, por supuesto. Al caer en cuenta que no era más que una pérdida de energía, te detuviste.
-¿Ya te cansaste? -Una voz poco familiar irrumpió en tu mundo como navaja. Había alguien más ahí. Tu rostro se elevó hasta donde la figura de este personaje se encontraba. Tus ojos se inundaron de lágrimas desesperadas, pero ninguna se atrevió a caer. Aquel intruso te miró con algo similar a la lástima, si es que había alguien en ese barco que tuviera esa clase de sentimientos hacía ti. Inclinándose hacia al frente, se levantó al tiempo que su expresión ¿empática? cambiaba a una llena de desdén. Dispuesto a salir de ahí, se dio la vuelta dándote la espalda y sin mucho interés aconsejó:
-Si yo fuera tú, guardaría mis fuerzas... -Ante aquellas palabras que al que reconocías como el capitán de la tripulación mencionó, tu mirada se transformó en una mirada de odio y de rencor.
Querías preguntar el porqué del secuestro, el porqué deberías conservar tus fuerzas ¡Querías preguntar el porqué habían masacrado a todo mundo!
Pero simplemente, no podías.
Sin más, su presencia desapareció una vez cruzó esa estúpida puerta.
...
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capitán (InglaterraxLectora)
FanfictionDespues de que rayita fuese secuestrada por el pirata más temido y conocido en toda Inglaterra. Arthur Kirkland, el capitán, decide darle una opurtinadad para vivir de "buena manera" fuera de los tratos de una sirviente o juguete sexual de resto de...