Ojos color mal.

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 Cuando Hyunjin nació, lo ancianos del pueblo decían que la maldad había ganado. La gente creía que el diablo estaba entre nosotros y debían esconder a sus hijos de ese niño todo poderoso que no sabía ni caminar por sí mismo.

Las muchedumbres lo mandaron a matar, cada noche su madre desesperada buscaba esconderlo y protegerlo con cada gota de su magia. Muchos afirmaban que ella no tenía alma, que su alma solo estaba dedicada a la maldad y aunque no mentían, la mujer podría dar su vida por ese niño que era luz entre la oscuridad que mantenía preso su corazón.

Su pequeño niño era el único con el poder de ablandarla.

Por eso, sin dudar lo llevó lejos y lo crió entre los páramos más escondidos del bosque. Allí criaturas igual de extraordinarias que ellos los acompañaron. En ese lugar nadie juzgaba al pequeño niño por ser hijo de Maléfica, cada criatura del lugar podía dar fe de la bondad en sus ojos y les resultaba extraño creer que tanta maldad había dado luz a un niño tan maravilloso.

Hyunjin fue criado entre los más oscuros hechizos, lo prepararon para ser el más fuerte y poderoso de todos. Él seguía con la herencia familiar y debía estar al nivel de alguien tan poderoso como su madre. En el bosque ella reinaba, pero Hyunjin aún después de diecinueve años se negaba a que las criaturas dejaran de tratarlo como a un igual, cada uno de los que se encontraban ahí eran familia para él.

No había heredado la maldad de su madre, pero si su frialdad. A pesar de su bondad no podía evitar ser distante y arisco, su naturaleza lo obligaba a permanecer con el alma oscura y muchos de los seres que no lo conocían, le temían. Hyunjin siempre estuvo acomplejado por su personalidad, él quería que todos vieran su aura brillante como la de su amigo el hada Felix, pero lamentablemente había nacido con la oscuridad enraizada a su corazón. No importaba lo bondadoso que fuera, las flores se marchitarían igual si las tocaba demasiado.

Pero entonces... estaba él, con su sonrisa y sus ojos de zorrito que lo miraban como si brillara más que el sol.

Ese humano creía fielmente que no importaba la oscuridad en su naturaleza, Hyunjin brillaba con luz propia. Era el único que podía apreciar esa pequeña luz en su corazón, razón por la que Hyunjin no podía evitar contradecir la palabra de su madre y correr por el bosque en busca de ese humano que le recordaba que no era el monstruo que todos le decían que debía ser.

Jeongin tenía el cabello de un rubio brillante, y unos labios rojos como las fresas más jugosas. Caminaba y se comportaba con la delicadeza que alguien de su clase debía tener, era el hombre más lindo que Hyunjin había visto, y eso que el convivía con hadas; los seres más hermosos del mundo. Jeongin había nacido para encantar a la gente y heredar un trono dado por su madre, Aurora. Al igual que ella, él estaba lleno de pureza y solidaridad. Hombres y mujeres lo deseaban, los niños lo adoraban y príncipes y princesas de distintos reinos venían en su conquista con la idea de ser su compañero en el trono.

 Pero el joven niño había caído por ojos de un frío verde, y en las noches se escapaba en busca del calor de los fuertes brazos de ese ser que le habían enseñado a temer.

 En su reino se contaban las historias del niño creado por el diablo. De pequeño el abría temido y corrido a la falda de su madre a protegerse, pero ahora no podía evitar reírse de ellos y su temor cada vez que veía a Hyunjin jugar con alguna criatura cerca de los ríos, ayudar a alguna pequeña hada con su magia, o cada vez que lo tomaba entre sus brazos y lo mantenía protegido del mundo.

 Él quería quedarse en sus brazos para siempre, pero el deber tarde o temprano los llamaba a ambos, Jeongin debía volver a su castillo a aprender a ser un rey, y Hyunjin debía volver al bosque a aprender de magia y oscuridad para seguir el legajo de su madre. Por esa misma razón no perdían el tiempo y se dedicaban a disfrutar los segundos que tenían con el otro.

dark paradise; hyunin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora