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Al bajar del auto entré a la casa y fui directo a la cocina. Todas la cosas que había traído del súper las acomode en su lugar. Él había pasado a mi lado y no había dicho ni media palabra…la verdad es que no me sorprendía, porque aunque ya habían pasado 5 años desde  ese horrible día el seguía culpándome...

-Claudia, no te llevarás el auto ¡y esa es mi última palabra! –me dijo Omar (mi padrastro) por quincuagésima vez en ese día- yo necesitaba ir a casa de Alice porque ella daría una fiesta y el chico que me gusta iba estar allí, pero ya no tenía ganas de seguir escuchando las negativas de ese hombre… sé que no tenía  licencia…aún era muy joven, pero sabía que si hablaba  con mi madre ella si me dejaría usar su auto.  

-Mama ¿crees que me puedas prestar tu auto hoy?

-¿A qué horas vas a regresar? –preguntó ella-

-Sabía que dirías que si…¡te amo mamá!

Salí de la habitación antes de escuchar cualquier otra cosa, tomé las llaves y me senté en lugar del conductor, puse la llave en la ranura, la gire y escuché el motor encender, quité el freno de mano, puse la reversa y pisé el acelerador.

Fuera de nuestro garaje no existía un desnivel, por lo que mi cara se volvió tan pálida como una hoja en blanco…el corazón me latía a mil por hora, y lo sentí salir de mi pecho cuando escuche el quejido de dolor de quien parecía ser una niña…mi niña…MI HERMANA.

"Aún te siento"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora