capitulo 17

16.8K 1.2K 33
                                    

Narra Ethan Davis.

Mis ojos eran inquietos y lo único que deseaba era verla, simplemente observar a la hermosa mujer que ella era.
Admito que me siento estúpido cada vez que me encuentro buscándola en las sombras o la lejanía de su vivienda, no quería alejarme de ella y su forma de calmar a la bestia con solo una mirada. Pero está vez su mirada perdida me causaba malestar, porque tenía la completá seguridad de que por aquella cabeza no estaban pasando buenos pensamientos y aquello logro perturbarme.

Ella merecía más, muchísimo más.

-Hay muchas historias sobre el bosque de nuestro mundo- empiezo intentando sacar algún tipo de conversación.

Sus ojos negros se pasean con curiosidad por nuestro alrededor hasta que finalmente vuelven a mí.

-Desde hechizos ocultos, hasta sacrificios, maldiciones, incluso el nacimiento de nuevas especies- suelto dando un paso cerca suyo, sintiendo su esquisto olor envolverme.-  ¿Alguna vez escuchaste la historia de la guerra de los cielos?-

Ella me observa con atención y cada parte de mí interior se revoluciona, ella con solo una mirada ya tenía el poder sobre mí y eso era más peligroso incluso que tener el poder sobre nuestra especie.

-No leí nada en los libros acerca de eso-
murmura.

Voy lentamente hacía un costado dónde se encontraba un tronco caído y tomo asiento.

-Segun dicen hubo una lucha entre el cielo y la tierra- digo recordando aquella maravillosa historia.- que fue olvidada por cada ser que estuvo presente.-

-¿Como saben que existió si fue olvidada?- pregunta curiosa.

Eso me arranca una pequeña sonrisa, porque ella tenia más confianza y su voz ya no temblaba cada que me hablaba y eso no hacía más que encantarme.

-No se sabe, solo uno elige creer o no-

Ella se queda en silencio un momento y la observó, veo como en su cabeza danzan preguntas que no se atreve a hacer.

-Los dioses y nuestro mundo lucharon por un alma, eso es todo lo que se sabe de aquella supuesta historia.- digo sin apartar la vista.

Suspiró de alivio al notar como le es más fácil hablar conmigo a pesar de aquel nerviosismo que se notaba que tenía.

Voy a demostrarte que no soy él y que jamás va a ser así.

-Le pido mis más sinceras disculpas, bella dama- empiezo con formalidad.- tuve que actuar en el momento que pusieron la primer denuncia.-

Ella me observa por un momento, como si estuviera procesando mis palabras.

-No es su culpa- murmura- es consecuencia por creer en alguien que nunca demostró ser algo distinto.-

Me levanto con rapidez, sintiendo la furia quemar cada parte de mí interior.

-¿Crees que esto es tu culpa?- pregunto temiendo por la respuesta.

Sin pensarlo demasiado, tomo su rostro entre mis manos, sentí la suavidad de su piel y nuevamente el impulso de posesividad, de querer llevarla a mí habitación y no dejarla salir nunca, y mantenerla a salvo de absolutamente cualquier cosa.

-Nada de lo que pasó fue tu culpa Olivia- susurro sintiendo el pesar en mí pecho.- no merecías nada de eso, -

-Pero es mí compañero, ¿Cómo se supone debería sentirme? Se supone que la diosa lo ancló a mí por algo, ¿No?- murmura con los ojos cerrados.

Cada fibra de mí cuerpo se tensa y la furia volvió a recorrerme, él no solo la había lastimado, no solo le hizo creer que no era nada, le hizo creer que no valía absolutamente nada y cada vez que lo recuerdo la sangre me hierve de furia. Él jamás iba a ser suficiente para ella y eso era tan obvió ¿Por que ella no lo veía?

-¿Y si él no es tu compañero?- murmuro aún sosteniendo su rostro.

-¿Cómo es posible?- pregunta abriendo los ojos con el ceño fruncido.

Tuve unas increíbles ganas de besarla, de tomar sus dulces labios y reclamarla en ese momento, pero sabía que no era el momento, sabía que iba a ser demasiado apresurado teniendo en cuenta todo lo que ella paso hace relativamente poco.
Doy un paso atrás y me alejo de ella, de la tentación andante que era.

-No todo es lo que parece Olivia- digo dando media vuelta.

Amaba decir su nombre, a penas la conocía y ya amaba saborear su nombre, era como una droga exquisita al igual que aquel olor a galletas recién horneada, también a esa calidez que emanaba, me sentía tentado a enterrar el rostro en su cuello.

Narra Olivia Blue.

Observo con pánico a ambos lados, buscando algo o alguna excusa.

-Voy a ir a tu manada- escupo con cierta desesperación.

Su cuerpo se paraliza a medio camino y nuevamente vuelvo a entrar en pánico. No quería que se vaya, no quería que se alejé de mí, porque esa sensación que dejaba su ausencia era demasiado amarga y la odiaba.
Él me da una mirada por sobre su hombro, para cerciorarse de que lo que decía era cierto y sí, hablaba en serio, solo que lo solté de esa forma en un intento desesperado en conseguir que siga conmigo, a mí lado.

-Yo...- carraspeo con nervios.- lo pensé y no creo que sea una mala idea, es...-

Cierro la boca cuando la veo volver a pararse frente a mí con su mirada color chocolate mirándome con intensidad.

-¿Estás segura?- pregunta con neutralidad.

-Si, lo pensé e ir a la capital es una gran oportunidad para Alex y para mí- murmuró cohibida por su forma de verme.

-No es necesario que nos vayamos ya mismo- asegurá- puedo quedarme el tiempo que necesites.-

-No necesito más tiempo- digo con sinceridad-este lugar es un recordatorio de todo lo que pasó y ya no me siento bien con eso- murmuró desviando la vista.

-Bien- dice con una sonrisa.- entonces, tengo que encargarme de llevarla a recorrer cada lugar de la capital.-

Siento mis mejillas quemar por la vergüenza y lo veo con horror.

-¡No!- exclamo y al ver su expresión me vuelvo a horrorizar.

-No es la reacción que esperaba- menciona con cierta diversión.

-No hace falta que haga nada por mí- está vez adquiero un poco de seriedad.- ya hizo suficiente por mí y mí familia, de verdad.-

Él suelta una pequeña risita que me derrite el corazón completamente.

-Jamas va a ser suficiente, bella dama- murmura sin dejar de ver mis ojos.

-¿Y usted sería mí caballero de reluciente armadura?- pregunto con diversión.

-Oh, por supuesto que no- dice y hace una pequeña mueca.- sería el príncipe que le conceda cada uno de sus deseos.-

Sonreí con el calor subiendo a mis mejillas y mí corazón se aceleró cuando él devolvió el gesto.
Su sonrisa hacía que todo su rostro cambiase, con solo ese gesto iluminaba toda su expresión que hasta ese día se mantuvo sería. Incluso lo hacía ver con menos formalidad, podías verlo como un niño.

Mierda ¿Me volví completamente loca?

Mí corazón se ablandó por su sonrisa, porque lo hacía ver cómo si fuera alguien completamente distinto.

En ese instante él no era un príncipe.

Yo no era la luna de alguien más.

En ese instante creamos una conexión que me estaba por volver loca.

El Rechazo De El Lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora