Mi compañera

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(Perspectiva Carlisle)

Los últimos días el pueblo estaba un tanto alterado y expectante, al parecer una joven local, volvía a casa tras años fuera estudiando. Eso puede ser algo cotidiano para muchos lugares, pero como pude comprobar, en Forks era motivo suficiente para causar revuelo.

Aunque en cierta parte me alegraba que mi familia y yo dejásemos de ser momentáneamente la comidilla del pueblo, llevamos más de un año allí y parecía que habíamos llegado ese mismo día.

Vivir tanto tiempo, me ha hecho cultivar mi paciencia y tolerancia con todos y cuidar de 5 vampiros adolescentes me había hecho participar en un curso intensivo de esa misma paciencia.

Pero no voy a engañar a nadie, adoro a mi familia, verlos felices me hace feliz a mí, aunque he de admitir que me encantaría encontrar el amor, esa pareja destinada, mi compañera, así como lo habían hecho cuatro de mis hijos y esperaba que pronto Edward lo hiciese también.

Al parecer no solo el pueblo estaba revolucionado, Alice también lo estaba y por consecuencia todos los demás en casa contagiados por ella.

-Tenemos que comenzar a comprar cosas para la cocina- dijo- sartenes y todo eso que se necesita para cocinar.

-¿Y se puede saber para qué?- dijo Rosalie mirándola desde el sofá con los brazos cruzados.

-He visto que lo necesitaremos- respondió sin más, parecía emocionada.

-¿Piensas contarnos el motivo de todo esto, duende diabólico?- preguntó Edward.

Alice sonrió mirándolo, ella y Edward no necesitaban hablar mucho para entenderse, al parecer él vio algo en su mente y me miró sonriendo.

-No me esperaba eso, pero me alegro- dijo Edward.

-No digas nada más, no quiero que nada se estropee- dijo Alice.

-Oye enana eso no es justo- dijo Emmett.

-Nos lo dirá cuando sea el momento- la defendió Jasper- ¿verdad cariño?

-Así es- dijo Alice sonriendo encantada- Carlisle, ¿hoy podrías ponerte la ropa que te voy a dar?

-No tengo problema- dije.

Hacía tiempo que no discutía con ella los temas de ropa y sus recomendaciones, solía tener un motivo tras sus peticiones, a veces incluso ni ella misma sabía realmente el porqué de sus peticiones hasta tiempo después.

Tras darme una ducha me puse lo que Alice había colocado sobre el sofá de mi habitación, era algo más elegante que lo que solía usar para trabajar en el hospital, pero no le di importancia.

-He de irme, hoy hay una nueva incorporación y no quedaría bien que el supervisor y director del hospital llegase tarde- les dije a todos, estaban reunidos en el salón, listos para irse al instituto.

-Tendrás un magnífico día- dijo Alice.

-Confiaré en ti diablillo-dije despidiéndome de todos para salir en dirección al hospital.

Decir que no estaba algo ansioso por las palabras de Alice sería mentir, ¿qué podría ocurrirme en el hospital que me alegrase el día? No se me ocurría nada.

Al llegar al aparcamiento del hospital, me di cuenta de un coche que no había visto por allí, sería de la nueva doctora, había leído su expediente, era joven, tenía unas notas excelentes en sus estudios y en la pasantía, de hecho, había rechazado un buen puesto en un prestigioso hospital de Baltimore para venir aquí, sentía curiosidad por ella, no había añadido foto en su currículum, hacía unos años que no era algo necesario.

Mi amanecer eterno ( Carlisle Cullen )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora