... Anhelo"

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Los llantos son cada vez mas audibles en aquel corredor.

 Él esta postrado en aquella cama, donde a pasado la mayor parte de su vida, con su mirada perdida en algún punto de la habitación, sus padres le susurran un sin fin de cosas a las cuales él no presta atención. Los sollozos se intensifican, varias personas entrando y saliendo del cuarto, repitiendo lo mismo "Te quiero", distintas personas, mismas palabras sin sentimiento. Sus padres solo pueden mirarlo y lamentarse, llorar y suplicar por una oportunidad más, por salvación. Él sabía que estaba muriendo pero no suplicaba, no lloraba, solo estaba ahí, aceptando lo que venía. Dirigió su vista a la esquina del cuarto, donde yo me encontraba recostado con las manos en mis bolsillos, mirándome sin expresión alguna, su rostro estaba cada vez más pálido... había llegado el momento. Sin responder a lo que le decían, sin expresar nada terminó por irse. Sus ojos estaban apagados, su pecho ya no se movía al compás de su respiración. Su alma había dejado su cuerpo para pasar una eternidad en el infierno. Aquella persona no merecía la salvación y él lo sabía.

"Lo único que queda después de la vida es la perdición" 

Los gritos desesperados llamándolo me despegaron de mis pensamientos, su familia lloraba a gritos pidiéndole que volviera, como si un muerto pudiera realmente volver a la vida. Mi cabeza dolía, todo mi cuerpo empezaba a reaccionar, el mareo intenso me impedía mantenerme en pie. Decidí irme del lugar dejando a las personas atrás.

 Recorrí aquellas calles vacías y oscuras, la noche estaba fría, pequeñas gotas casi imperceptibles caían del cielo mojándome sin que me diera cuenta. Cada vez me quedaba menos fuerza, el dolor se volvía insoportable en ciertas ocasiones. Hoy era uno de esos días donde los lamentos eran más intensos, aquellas voces repitiendo una y otra vez en mi cabeza. Podía oír cada deseo,cada tormento, los gritos y sus dolores penetraban cada parte de mi causándome mucho dolor.

Las sirenas se escuchan a lo lejos una vez más. 

 Este soy yo, la razón por la que todo muere o se destruye, soy el último y el fin.

 Acosado por la vida y la muerte

 Como si no estuviera vivo ni muerto          

Llevar a las almas a su perdición, profanando cada cosa que tocase, esa es mi sentencia. Recorro aquellas calles todas las noches esperando... simplemente esperando. La rabia al igual que el dolor me consume"¿siquiera me ves aquí abajo?" , pregunto sabiendo que no hay respuesta alguna.  

Aquel pitido ya conocido se hace presente; con el paso de los segundos aumenta, mi cuerpo tiembla queriendo llegar al lugar, trato de ignorarlo pero mi cabeza se siente pesada, ese deseo tira de mi llevándose toda mi fuerza. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba allí, aquella chica no estaba asustada por mi presencia. Parado al pie de su cama podía oír lo que ella anhelaba.       "Ya sabes el precio" le dije en un susurro. Ella solamente sonrió antes de salir por la puerta en dirección a las escaleras.


--Camine por aquel pasillo en su dirección, su mirada estaba perdida en aquel cuerpo sin vida, ver morir a su madre de una manera dolorosa había sido su deseo. Era momento de pagar el precio.

 Al verme sonrió de una manera retorcida, mientras las sombras la envolvían y ella lo aceptaba. Su alma consumida por el odio era algo ideal, no merecía ir al infierno, merecía la perdición, vagar infinitamente contaminando las almas, arrastrándolos a lo mas oscuro mientras su propia alma pierde el camino...                                                                                                                                                   Merece ser como yo 


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Una parte de mi- Minicuentos-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora