2. Los Cucis

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Ya estoy vestida con el uniforme del Cristobal Colon, estoy lista para hacer esto.
Bajo las escaleras y Gabriela ha preparado un gran desayuno para mi. Me siento a la mesa y ella pone un plato con mucha comida frente a mi, acompañado de jugo y pan.

—No debiste molestarte.— digo y ella niega con la cabeza sonriendo de oreja a oreja.

—Tenía tanto tiempo de no prepararle el desayuno a alguien más.— dice con un suspiro.—También te preparé hotcakes en caso que no te llenes.— yo sonrío algo apenada.

—Gracias,Gabriela.— digo apenada tomando el tenedor.

—Llámame Gaby.— dice sonriendo con dulzura. Yo asiento y comienzo con la fruta. Ella trae un plato (aunque con menos comida) y me acompaña a comer.—Bien, debes recordar que aquí no hay internet, computadoras o tablets.— dice y asiento.

—¿tampoco cámaras?— pregunto comiendo de las fresas.

—Eso si hay, lo más moderno que tenemos son las fotos instantáneas.— dice.— ah, tampoco menciones comidas y platillos que aún no existen pero sobre todo... ningún baile, ni canción.— es verdad, nada de eso existe.

—Cierto, me apegaré a lo que vea. Sabes incluso pensé algo...decir que estaba viviendo en un pueblo donde sólo habían personas mayores y por eso no se mucho de lo de hoy.— digo y ella chasquea los dedos.

—¡Buenísima idea! Eso hará que te veas como alguien simplemente desactualizado en lo nuevo. Que lista.— me guiña el ojo. Le doy un sorbo al jugo y pienso en que probablemente pase los recesos sola. Seré nueva de nuevo pero, es mi responsabilidad y mi momento de enseñarle a Diana que puedo con las misiones que ella me asigne. Ya soy una guardiana pero quiero ganarme un puesto importante.

Terminamos de desayunar y Gaby me lleva a la escuela caminando. La estructura de este colegio sigue igual en la actualidad. Es a prueba de sismos quizá por eso lo conservaron tal y cómo está.
Las dos vamos a la oficina del director donde me dan mi horario de clases y todo. Al caminar por los pasillos noté varias miradas sobre mi. Se ve que lo de juzgar al nuevo viene desde años atrás. Seguro hasta lo escribieron en piedra.
Gaby se despide de mi y me desea buena suerte.
Así que mientras espero a que comiencen las clases voy en búsqueda de mi casillero. Me acerco para ver la numeración de uno y avanzo hasta encontrar mi número. Saco el papelito que tiene la combinación. Creo que ya está pero el casillero no abre. La vuelvo a poner y nada. No puede ser, lo hago una vez cuando un chico detrás de mi me habla.

—¿problemas con la combinación?— pregunta alguien y me giro. Es un chico alto de cabello negro. Tiene un acento pero... no se de donde es. Yo asiento y levanto el papelito.

—Ya puse la combinación muchas veces y no abre.— digo torciendo un poco la boca en decepción. El toma el papelito y mira la combinación. Luego se dispone a abrirlo, pone la combinación y este abre. ¿Qué?—¿como lo hiciste?

—Veras...— dice dándome el papelito.— con el tiempo aprendí que los números seis del director suelen ser un ocho mal cerrado. Por eso no abría.— dice cruzándose de brazos.

—Ah, tiene sentido.— digo y el asiente.— gracias.— digo dedicándole una sonrisa.

—Supongo que eres nueva.— dice y asiento. Me paso mi mochila adelante para sacar los libros.—deja que te ayudo.— dice y sin que pueda contestarle algo saca mis libros de la mochila y los mete al casillero.

—Nuevamente gracias.—digo ya algo apenada. El sonríe.

—Soy JJ, ¿cómo te llamas?— pregunta con un tono curioso.

La ciencia de tu amor | Club 57 (René y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora