Capítulo 40

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Marie estaba enamorada de Will.



Sonreí, era su hora de pagar.



Tocaron el timbre, bajé las escaleras.



-Hola Will -le dijo Marie coqueta.



- ¿Está Mackie?



Ya nos habíamos arreglado con eso de la tal Kylie, Evan confesó que era su ligue y que quería joder un rato a Will.



Y me mostró su conversación con la chica.



Aparté a Marie de la puerta y me lancé encima de Will.



Él rió, enredé mis piernas en su cintura y comencé a besarlo.



Sus labios se movían junto a los míos, su lengua tocando con la mía.



Sentí como Marie se aclaraba la garganta.



-Oh Marie, lo siento. No te vi -le dije fingiendo una sonrisa- Con Will estaremos arriba, no molestes.



Will lanzó una carcajada y caminó conmigo besándome el cuello.


Una última mirada a Marie para saber que estaba en el mismo lugar, mirando en mi dirección.



Sonreí y aún mirándola, lamí el cuello de Will.


Ella hizo una mueca.



Yo sonreí triunfal.



Cuando Will cerró la puerta de mi habitación, comenzó a devorar mi boca.



Me olvide completamente de Marie.



Mi espalda tocó la pared, apreté mis muslos alrededor de Will.



Éste gimió.



Agarré su cabello mientras él mordía mi cuello.


Sus caderas se movieron, presionando su erección contra mi parte necesitada de atención.



Gemí en su oído, volviéndolo loco.



Me agarro de mi trasero y me llevó a la cama.



Se acomodó encima mío, comenzó a tocar mis muslos. Luego su mano fue subiendo, por mi estómago.



No estaba segura de hacer esto.



Will junto sus labios con los míos.



Su mano se metió bajo mis jeans, haciendo que mordiera el labio de Will.



Él gruñó, y desabrochó mis jeans.



¿Realmente iba a hacerlo con Will?



Comencé a tirar de su camisa, él se alejó un poco y se la sacó, tirandola lejos.



Volvió a acercarse y besarme.



Toque su abdomen, mientras el seguía besándome.



Nuestras lenguas jugaban entre sí.



Will se alejo, tiró de mi blusa lejos también. Mi sujetador de encaje rosado quedó a la vista.



Los ojos de Will brillaban. Sus mejillas estaban sonrosadas, y su cabello alborotado.



Mackenzie  MorganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora