Capitulo 3

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Pasaban los días y los dejaba correr sin querer detenerlos, aún esa imagen estaba en mi mente, Julia había logrado que me mente no quedara del todo bien, y eso lo sabía de sobra. Recibí una noche una misteriosa llamada, nadie habló al otro lado, y a pesar de que me extrañó no le di mucha importancia, hasta que se hizo algo habitual y me preocupó. Averigüé con unos contactos de confianza y era del burdel el Paraíso, el mismo al que yo iba, esa noche sin pensarlo me vestí y emprendí con dirección el famoso burdel. Llegué y ella estaba en la barra del primer piso, me vio y dejó las bebidas ahí mismo y caminó unos pasos hacia mí, la miré, pero leyó exactamente lo que yo quería, distancia, bajó su rostro y se escabulló entre los clientes, no paró de mirarme, pero terminó en los brazos de otro viejo asqueroso, me miraba y lo besaba, era como si le gustara ver mi reacción, supongo que la decepcioné porque poco me importó, seguí subiendo, su mundo era ese primer piso, el mío el tercero, nada que ver, ni ella sería mía, ni yo de ella. Pasé de largo por el despacho de la madame, y divisé a Beatriz desde lo lejos, pude notar el brillo de su mirada, se me acercó, pero parecía conocerme, no me abrazó como de costumbre, sabía que esa noche no estaba para abrazos, nos sentamos en la misma mesa de siempre, y pasamos toda la noche juntas, volvimos a descubrir o que es estar una con la otra, y cuando vi que realmente la hice llegar algo en mí sintió alivio, volvía a ser yo. No podía seguir con esa incertidumbre de no saber quien tenía mi número en ese burdel, así que comencé con mi interrogatorio, no pude sacar nada, nos quedaba poco tiempo, y esa mañana tenía trabajo. Bajé como siempre, apresurada y ahí estaba la madame, me vio sorprendida y solo alcanzó a decirme que se alegraba de verme nuevamente. Me dirigí a la salida, pero mi desconocida no estaba en la barra, sentí nostalgia de no verla, ya me era costumbre, pero seguí, la vida tenía que seguir.

    Dejé pasar mi habitual día para después regresar al único lugar que me daba al menos las migajas de una felicidad comprada. Por un tiempo no me importó el mundo a mi alrededor, pero pasó muy poco para cuando me volví a preocupar por todos, y mi todos se ha convertido en ella. Pasó lo mismo de la otra vez, me pidieron que la sacara, y la saqué, después de follar con la madame, me dejó una marca enorme en el cuello, pero el lado positivo en que dejó llevarla una noche y todo un día, parece que lo hago bien. Se montó en mi camioneta, y recuerdo que iba vestida como su profesión exigía, le pregunté si vería a su madre y afirmó con la cabeza, pasé a mi apartamento y la invité a entrar, era el del sexo, estaba un poco erótico el ambiente, noté su miedo, lo olía, pero al momento se relajó, entre a mi habitación y busqué un poco de ropa de una de mis ex, se sorprendió, porque mi talla no era, la miré como miraría a una amiga, y le dije que se cambiara, que la iba a estar esperando en la camioneta. Cuando al fin salió estaba hermosa, no se podía decir que quedaban rastros de su profesión, era sencillamente hermosa, realmente bella, la más bella de todas, me quedé un poco embobada, pero reaccioné y la llevé a donde mismo, antes de que se bajara le dije que tenía mil de propina en el bolsillo, por si necesitaba, vi como se sonrojó, se sonrojaba fácil, me eché para atrás y me quedé rendida, no sé cuanto de demoró, pero cuando regresó aún era de noche, me sorprendió que regresara tan rápido, pero al menos estaba alegre. Se sentó a mi lado, y sabía que tenía ganas de hablarme, pero no teníamos esa confianza, y yo que no entendía por ese miedo, si yo solo la había ayudado. De repente pasamos junto a una heladería y vio los cielos abiertos para sacarme al fin las palabras.

   -Me puedes invitar a un helado como a las demás.-paré la camioneta en seco, di marcha atrás y parqueé, nos sentamos en la segunda planta y podía jurar que fuimos normales por unos segundos, por ese tiempo que duró el amanecer, mi primer amanecer a su lado. Al principio hablamos que cosas tibiales, nada serio, hasta que descubrió mi marca en el cuello y vi su mirada de celos enfermizos me empezó el miedo por su personalidad. No quería admitirlo, pero le molestaba percatarse que yo tenía relaciones con otras, la razón no la sabía, quizás competencia de profesionales.-quien te hizo eso tan horrible en el cuello.

Invítame a ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora