Capítulo 6

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No miré hacia atrás, no me interesaba seguir sufriendo, o luchando por una causa perdida desde el principio. Después de todo me sentía más aliviada, con un peso menos en el alma, estaba haciendo lo correcto. Me fui a mi verdadero apartamento, y no regresé a ese donde ella me había mentido desde el principio. Me encargué de hacer dinero, de trabajar, dejarla de lado. Salía poco, solo a inauguraciones, y una que otra cena de trabajo, vivía tranquilamente, sin preocupaciones más allá de la bolsa de valores, cuentas bancarias, pagos y más pagos. Visitaba a mis padres una vez por semana como siempre, y luego me sentaba en cualquier parque abandonado de esa región. En las mañanas corría y hacía mi rutina normal en el gimnasio del edificio, por la tarde lo mismo hasta que quedaba completamente sin fuerzas para más. La pensaba a cada rato, pero como otra aventura, la mejor de todas, pero solo eso, no daba para más. Al pasar por el Centro recordaba sus visitas, pero seguía de largo. El tiempo después de todo pasaba más rápido que nunca, toda esa historia ya no era más que memoria, hacía tres meses de todo ese lío, y yo esperaba mi cumpleaños treinta y seis. Mi familia como siempre se olvidó de ese día, así que decidí un fin de semana de vacaciones en Alemania, solo para salir un poco de la ciudad del amor, no paraba de recordarme que se me estaba acabando el tiempo y mi vida no tenía sentido a esas alturas. Fue lo mejor que hice, irme, en ese viaje conocí a una mujer realmente adorable, llena de ternura, de amor, de esas que simplemente te hacen bien, necesitaba tanto que alguien me quisiera que alargué mi viaje a un mes, todo un mes junto a Nicols, nos conocimos en un bar de ambiente, desde que la vi me atrajo con sus cabellos color fuego, su escultura de gimnasio, sus ojos azules, y la palidez excesiva de su piel. Creo que fue algo hasta mutuo, porque bastaron dos miradas y ya me estaba invitando a una copa. Conversamos toda la noche, hasta terminar en mi hotel. De ahí seguimos a la cama, y lo de siempre, solo que ella era distinta, nunca antes había estado con una francesa, y según ella somos mejores en la cama que las alemanas. A su lado los días pasaban sin prisa, todo era tan tierno, tan romántico, era tan detallista, que se percataba de todo, y estar a su lado era realmente reconfortante, sabía como curar las heridas que Anna me había dejado, o los traumas de Julia en la cama. Fue realmente doloroso despedirnos un mes después, deseaba que nunca se separara de mí, pero ella tenía una vida allá y yo no era nadie para quitársela, solo que mis visitas a Alemania se iban a hacer más frecuentes, me gustaba, pero no era indispensable como lo había sido Anna, pero tenía el don de borrarla de mi mente, y así hacer mi vida menos dolorosa al final.

   Regresé a París un mes después de mi cumpleaños, totalmente cambiada, y a mi entender curada de ese mal de amor que me arruinaba los últimos años de juventud, comencé una relación a distancia, Nicols venía los fines de semana, nos la pasábamos de aventura en aventura, viviendo como si ese fuese el último día de nuestras vidas. Después llegaba la despedida y en contra de nuestra voluntad ella se marchaba y yo me quedaba esperando su llamada. Cuando pensé que Anna ya no significaba nada en mi vida, que ese capítulo estaba cerrado, y que solo tenía espacio en mi vida para Nicols, entonces reapareció ella, tan sencillamente hija de su madre, tirando por el piso mis esperanzas de seguir sin ella, de no volverla a ver, hasta ese entonces me había repetido que no era nada, absolutamente nada en mi vida cosa que al parecer no era tan cierta. Era domingo en la noche y yo ansiosa esperaba la llamada de Nicols confirmándome que había llegado bien. Estaba en mi rutina del cigarrillo y el vino, cuando el teléfono al fin sonó. Como de costumbre fui contenta de que me llamara, quizás con un poco de esfuerzo conseguía sacarle una sección de sexo telefónico como a menudo hacíamos. Convencida de que era mi novia comencé a hablarle como le haría a ella.

    -Mi vida te tardaste en llamar, que estabas haciendo, cambiándote el hermoso conjunto rojo que te regalé.-la línea al otro lado se mantenía en silencio, me pareció una broma de mal gusto, pero eso me sonaba cada vez más a Nicols y sus bromas.-Nicols, te pasa algo.

Invítame a ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora