Una vez vestida, me fui procurando que nadie me escuchara. Una vez fuera suspiré. No había nadie en la calle y el sol comenzaba salir. Era bonito ver amanecer, pero no de aquella manera.
Llegué al callejón, no había nadie. ¿No me habían dicho sobre esta hora? No entendia nada. A lo lejos comencé a ver a un hombre de una mediana edad, y se estaba dirigiendo hacía mi. ¿Quien era? Cuando lo tuve lo bastante cerca pude distinguir quien era. Exactamente, era el hombre que estuvo en mi casa la anterior noche. ¿Que quería?
-Hombre Daniela, que gusto volver a verte. - dijo aquél hombre acercándose a mi.
-¿Quien eres? ¿Porque me has hecho quedar aquí contigo? - dije un tanto nerviosa ya que el hombre me comenzó a encerrar entre él y la pared.
-Mejor no sepas quien soy, es por tú bien. - dijo mirandome fijamente. - y yo no te hecho quedar aquí conmigo. Simplemente te vi, y que alegría verte ¿No crees?
-¿Como que no fusite tu? - dije mirándole estrañada. ¿Quien me lo mandaría? Entonces me puse aún más nerviosa, él me comenzó a besar en el cuello, haciéndome daño, todo por el simple hecho de no poder salir de sus brazos. Lágrimas comenzaron a salir - Para. Para por favor. Yo no te he hecho nada. - Él seguía sin importarle como estuviera. Estaba sola. Me esperaba lo peor. ¿Que me haría? ¿Porque yo? Miles de preguntas invadian mi mente. No había escapatoria y lo peor, es que no me despedí de mi familia. Ojalá todo salga bien.
De repente comencé a ver a una persona a lo lejos, no veía bien ya que estaba llorando, simplemente esperaba que fuera mi salvación.
