Extra

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《Ariadna y Tobías

Narra Pilar

Miré a nuestros hijos jugar en el jardín y sonreí divertida. Recosté la cabeza sobre el hombro de Purre y suspiré hondo.

Ariadna estaba jugando en el suelo con los dinosaurios de su hermano mientras este negaba o asentía por cada cosa que decía. Alan se había obsesionado con los dinosaurios. Solía verse una serie de la televisión que hablaban sobre ellos. Nuestro hijo era bastante especial, solía preferir ver otras cosas antes que sus dibujos.

— ¡No puedes matar a este! —exclamó Alan con tan solo cinco años. —No come carne.

— ¿Y qué más da?

— ¡Importa! No puede ir en contra de la naturaleza.

—Alan los dinosaurios ya ni existen. —rueda los ojos. —Tan solo es un juego.

—Pues juegas muy mal.

Su hermana se cruzó de brazos indignada.

—Pues si juego tan mal no juego contigo, enano.

Sí, un niño de cinco años estaba reclamándole cosas a una chica de quince.

Y ahí comenzaba de nuevo el problema. Ambos comenzaron a gritarse y Purre negó a mi lado.

—Creo que si los subastáramos en el mercado negro nadie los compraría por pesados. —murmuró Purre viéndoles discutir. —Dan dolores de cabeza.

Sí, un niño de cinco años estaba reclamándole cosas a una chica de quince.

—Son hermanos. Es normal que discutan. —le dije jugando con nuestras manos.

— ¡Discuten hasta por ver quién respira primero! —exclamó mi esposo. —Están agotando mi paciencia...

— ¡Eres la peor hermana del mundo! —le gritó Alan a Ariadna y este paso por nuestro lado de mal humor.

Ariadna se acercó a nosotros de brazos cruzados.

— ¿Por qué no le disteis en adopción? —nos preguntó.

—Por la misma razón que no te dimos a ti. —contestó su padre.

Y aquí estaba el otro problema. Alan discutía con Ariadna la mayor parte del tiempo porque quería llamar su atención y a la vez quería sacar de quicio a su hermana. Y Ariadna discutía siempre con su padre porque él no soportaba sus cambios de humor negándose de esta forma a verla crecer mientras ella pedía libertad. Y luego estaba yo que era la calma de esta familia intentando evitar que se mataran.

—Tiene cinco años, Ariadna.

— ¡Sigue siendo insoportable! El otro día me robó el celular y le mando un mensaje a Tobías.

— ¿Y qué? —preguntó su padre.

— ¿Y qué? —le miró. —Papá le escribió un mensaje diciéndole que me gustaba. ¡Le dijo a mi mejor amigo que me gustaba!

— ¿Si es mentira porque te pones tan alterada? —pregunté curiosa.

Es que acaso era la única que había visto que desde que eran pequeños esos dos tenían algo.

Purre me miró por un momento. Pensar que su hija comenzaba a hablar de chicos era un tema delicado... La seguía viendo como una chica de seis años.

—Es mentira, pero Tobias no debió de tomárselo bien. Me dejó en leído y dejó de contestarme. —habló. —Se lo expliqué y me contestó borde y como es verano y están fuera no he podido hablar con él. ¿Sabes la vergüenza que tengo ahora mismo? No quiero ni verle. —se tapó la cara con las manos.

Papá, ¿Qué Es Pilurre? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora