Joshua había intentado hablarle a su musa. Realmente había hecho de todo, desde picarle la pancita hasta hacerle pucheros. Nada. Zeth seguía disgustado.
¡Es que de verdad Joshua no podía comprarle más helado!
Los antojos de embarazo se estaban saliendo de control, y el vampiro no deseaba que su amado se enfermara. Se negó rotundamente a dejarle comer aquel postre con sabor a fresa, y su musa estaba en la cama de ambos, con un mohín en el rostro y los brazos cruzados sobre el pecho.
Ese puchero en sus labios carnosos... Joshua quería besarlo para borrarlo, pero sabía que Zethcito enojadito era cosa seria.
No obstante, persistió, siguió haciéndole caritas hasta que vio que algo de la resistencia de su esposo cedía. Y para su golpe final, se pegó en la frente el cupón de la sesión de abrazos que tenía guardado.
—Joshuatito quiere mimos de mommy —pidió con tono cariñoso.
—Mommy va a mimar a Joshuatito, ven —murmuró rendido Zeth, extendiendo sus brazos cándidos.
El vampiro sonrió triunfal, acomodándose al lado de su musa y haciendo que él se sentara en su regazo. Besó su rostro con devoción infinita, acariciando su vientre y sumergiéndose en su calidez bendita. Cómo lo amaba...
—Agápi... —canturreó Zeth en medio de la sesión de abrazos, quitándole el cupón de la frente.
—Helado no, mi bebé.
—AGÁPIIIIII.
Joshua volvió a reír.
—Te amo, te amo, te amo.
Y lo beso voraz, sintiendo que su alma condenada al fin obtenía algo de paz.
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Cupones de Amor
General FictionPara mi monito kanji y la familia que siempre soñamos.