Los ladridos de Myron hicieron que Joshua sonriera. El pequeño labrador movía la cola y corría por toda la sala, impidiendo que el vampiro le pusiera la correa. Joshua sonreía debido a la emoción del can. A él realmente le gustaban los paseos por el parque, sobre todo los paseos nocturnos.
—¿Van a pasear como padre e hijo? —preguntó Zeth, llegando a la sala de pronto.
El vampiro sonrió.
—Vamos a pasear —corrigió, sacando del bolsillo de su abrigo aquel cupón que su musa le había dado hacía tiempo, el que le permitía tener gratis un paseo con Myron y su adorado—. Parfum está durmiendo~ —persuadió, como indicación de que se apuraran y salieran.
—Pero nuestra gordita —se quejó Zeth, mohíno.
Joshua se derritió.
—Hay que llevarla también.
Otro mohín.
—¿Y Persiana y Slepi?
El vampiro se echó a reír esta vez.
Y así, terminaron yendo a pasear con los cuatro animales, con los dos perros y los dos gatos. Joshua llevó a Myron y Parfum, quienes corrían, movían la cola y olisqueaban todo lo que había alrededor. Zeth llevó a Persiana y Slepi, quienes caminaban con calma y se frotaban mimosos contra él.
Durante todo el trayecto, el vampiro se mantuvo al lado de su esposo, no cediendo ante la forma en que los cachorros tiraban de las correas que sujetaba. Posaba de rato en rato una mano en la espalda baja de su musa, porque sabía que el embarazo hacía que esa zona doliera. Canturreaba entonces para él, empleando su habilidad vampírica para aliviar su dolor y producirle sensaciones placenteras.
Zeth sonreía, y a veces le dejaba besos en el rostro cuando él se perdía mirando la luna. Entonces Joshua lo miraba, y se convencía una vez más de que estaba en casa.
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Cupones de Amor
General FictionPara mi monito kanji y la familia que siempre soñamos.