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—¡Quiero ver el oso más de cerca, mommy! —chilló Eleanor, señalando emocionada al grupo de osos que reposaba tranquilo en el césped.
—No puedes acercarte más, señorita —replicó Joshua, picando la nariz de la pequeña—. Llevas diez minutos diciéndole lo mismo a tu daddy omma. Basta.
Ellie dejó ver un mohín monumental, cruzando los brazos sobre su pecho. Zeth se echó a reír, mientras el vampiro pensaba que esa escena se le hacía familiar... ¿Dónde había visto eso antes?
—Se parece a mommy cuando se pone berrinchudo —dijo de pronto Ty.
Joshua miró a su hijo, quien ya le llegaba a la cintura en cuanto a altura.
—¡Cierto! —le felicitó con una sonrisa deslumbrante, revolviendo sus cabellos—. Cuando mommy estaba embarazado de ti entraba en modo berrinchudito a menudo. Una vez le negué helado de fresa y tuvo la misma reacción que tu hermana.
—Qué exagerado eres, agápi —farfulló Zeth, con una sonrisa traviesa.
—Oh, sí, muy exagerado soy —cedió Joshua, riendo por lo bajo y besando los labios de su esposo.
—Gracias por usar tu cupón para esto, agápi —murmuró Zeth.
Joshua negó con la cabeza.
—Me hace feliz que hayamos podido venir al parque de osos. Hace mucho tiempo quería cumplir este deseo que empezó siendo tuyo y luego fue nuestro.
Zeth acarició su mejilla y frotó sus narices juntas, provocándole un paroxismo de emociones...
—Mi deseo eres tú, agápi.
Joshua sonrió, sintiéndose humano de pronto. Solo Zeth podía hacerlo sentir así.
—Y tú eres el mío, my lovely muse.
Y se besaron, y reanudaron el paseo junto a sus hijos. Suiza los había acogido a todos y había alegrado sus días, y Joshua no podía sentirse más feliz por compartir ese tiempo mágico con su amada familia.
