Todos los días tomaba los medicamentos o pastillas indicadas por el doctor, eso hice por dos semanas. No sé en qué exactamente me ayudaban porque me sentía igual, pero si tanto los médicos como mis padres decían que las tomara por mi bienestar, entonces no había ningún motivo para protestar. Siempre después de tomarlas mi madre me preguntaba si me sentía bien, porque ella temía que yo tuviera alguna reacción alérgica, no me gustaba nada de lo que me daban, pero si no lo hacía o pensaba en no hacerlo mi mente sólo mostraba una cara muy enojada de mis padres.
Pasaron semanas y todo fue de mal en peor, me sentía decaído y por momentos se me iba la capacidad de respirar, mis padres de inmediato notaron que no estaba saludable, así que una vez más me encontraba postrado en una camilla, pero esta vez en un lugar diferente, y era atendido por el neumólogo Henry A. Brown, el cual se especializa en la zona pulmonar. Después de tal vez 2 horas de análisis, estudios, preguntas y demás cosas fuimos a casa, según el doctor los resultados saldrían dentro de 2 o 3 semanas. Para alivio de mis padres estas pasaron volando y en menos de lo que canta un gallo estábamos de nuevo frente a frente al doctor.
Estando en el consultorio la cara del médico estaba muy extraña, parecía un poco tensa, en sus ojos se podía leer la preocupación por algo. Este llamó a mis padres a una zona un poco más privada, por lo tanto, en ese momento mi intriga y ganas por saber aumentaron ya que siempre fui un chico bastante curioso. Al cabo de unos minutos mis padres estaban de nuevo conmigo, su expresión facial había cambiado, por lo que noté se encontraban peor que el especialista presente. La mirada de mi madre era de dolor y preocupación, sus ojos tenían esa sensación de querer explotar en lágrimas, aunque al parecer ya había derramado algunas. Y por lo que vi, mi padre estaba al igual que mi madre, sólo que éste se hacía el fuerte para alentar a todos los que estábamos en esa habitación. Podía ser que todo eso no fuese así, pero es sólo lo que deduje con la mirada, con el corazón o quizá con los pulmones.
Luego de toda la tensión que se formó repentinamente allí, y de una respiración honda por parte de mi madre, decidieron decirme.
- Connor, sé que te será muy difícil de aceptar y todavía tienes esperanzas, estás en etapa uno de Cáncer, en específico los resultados de la biopsia nos dieron a conocer el adenocarcinoma que posees, sé que es un poco complicado de entender todo esto, pero el adenocarcinoma pulmonar es un tipo de cáncer de pulmón no microcítico, cuyas células se asemejan a las células de las glándulas, tal como las glándulas que secretan moco en los pulmones. De ahí provenía tu falta de oxígeno, y aunque parezca que es el final, no lo es, porque como te encuentras en la etapa inicial tenemos fe en que todo mejorará. – Dijo el doctor cuando habló, por mi parte, yo estaba atento a todo porque no sabía que esperarme.Escuchar esas palabras, para mi fueron como un golpe en el corazón, aunque en este caso era en los pulmones. Estaba en shock y duré así como por 30 segundos, volví en sí y sin haberme percatado antes de mi entorno, me di cuenta que de mis ojos salían lágrimas, mi rostro estaba empapado, en ese momento para mi no valía lo que decían acerca de que los hombres no lloran, lo cual era algo totalmente absurdo. En ese instante sé que debía pensar en mi, pero sólo llegaba a mi mente lo difícil que debía ser para mis padres.
Después de todo eso, me dijeron que necesitaban hacerme más análisis o estudios para saber si podían extirpar el tumor, ya que mi salud tenía que estar bien para poder hacerlo. Así que eso hicieron, y cuando transcurrieron 3 semanas ya los resultados estaban listos.
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Diario de un cáncer
Short StoryUn chico llamado Connor, narra como fue el cáncer en su vida. Él sólo era un adolescente cuando lo diagnosticaron y para todos fue una sorpresa que lo que parecía ser una falla respiratoria se convirtiera en nada más y nada menos que cáncer.