Capítulo 3:

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Por cuestiones de mi nuevo padecimiento me internaron en la clínica de Henry A. Brown, el cual se había convertido en mi nuevo doctor. Mi salud no estaba muy bien que digamos, pero no era nada del otro mundo, si seguía allí sé que iba a mejorar y que dentro de 2 meses iba a estar mucho mejor, aunque en esos meses tuve que lidiar con cosas como una inminente tos, dificultad para respirar y una muy desagradable saliva o flama que salía de mi garganta, la cual se denominaba esputo, al menos algo tenía que aprender de todo lo que me estaba pasando.

Los segundos, minutos y horas se alargaban y hacían parecer el tiempo más largo de lo que era. Mientras estaba en aquella clínica recorrí cada una de sus esquinas, y la vida me dio la oportunidad de conocer a una chica. Su nombre era Charlotte, era muy amable y divertida a pesar de que también tenía cáncer. Llevaba en su lucha un poco más de 1 año, y desde el momento que me contó su historia la admiré, ya que era alguien bastante fuerte para apenas tener 14 años. Lo mejor de todo es que nos volvimos amigos, y eso me gustaba porque era más que suficiente para mi.

Pasaron varias semanas hasta llegar el día de la cirugía, fui acompañado todo el camino hasta el quirófano, por mis padres, y, mi nueva y única mejor amiga Charlotte. Después de entrar a la sala de cirugías todo se volvió un poco borroso, sólo volví a saber de mi cuando al día siguiente desperté, no tenía nada de fuerzas para hablar o moverme, pero por lo que comentaba mi madre con Charlotte estuve muchas horas dentro del quirófano.
Minutos después, sin darme cuenta ya el médico se encontraba con nosotros en el cuarto, le dijo a mi madre que al cabo de uno o dos meses se sabría si todo había salido como lo esperado, pero mientras tanto debía ser sometido a quimioterapia y radiología. Aunque no me gustaba para nada como eso sonaba me sentía bien porque sé que tendría a personas extraordinarias e importantes a mi lado y que siempre iban a estar para mi en las buenas, malas y peores.

En el transcurso de semanas recibí visitas de amigos y compañeros de la escuela, según mi padre ellos siempre preguntaban como me encontraba, también fue de paso por ahí el cura de la iglesia, me dio alivio saber que todos estaban orando por mi pronta recuperación. Además, siempre podía contar con la presencia de Charlotte y de mis padres los cuales nunca me dejaban solo.

Al paso de los meses, ya el doctor tenía los resultados. Creí que iban a ser buenas noticias, pero al parecer nada se encontraba bien así que debía quedarme por más tiempo allí. Lo que para ellos parecía algo simple se estaba complicando más, y dijeron que debían hacerme más revisiones y chequeos porque, aunque fuera de una manera paulatina el tumor estaba cobrando fuerzas y se estaba propagando al otro pulmón. El lado izquierdo de esa zona iba a tener que pasar por lo mismo que el de mi zona derecha. Pensé que estaba al final de una lucha, pero sólo era el comienzo de otra más fuerte, porque el cáncer se enteró de que no me gustó su canción y sin dar previo aviso ya estaba escribiendo el remix.

Diario de un cáncerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora