Yoorin se dio la cabeza contra la mesa y se encerró entre sus brazos, tratando con todas sus fuerzas de sacar esos pensamientos que iban rondando su mente desde ese fin de semana en el que tuvo un sueño con Hueningkai.
Se sentía muy tonta, no era normal en ella actuar así. Ni siquiera sabía porqué sus manos sudaban de pensar en que lo vería nuevamente ese día. A penas y logró levantarse de la cama sin pensar en lanzarse por la alcoba de su habitación.
¿Por qué se sentía así?
Quiso amortiguar su confusión centrándose en el cantar de los pájaros. Amaba a los animales, tanto que quería estudiar para ser veterinaria. Tal vez debería comenzar a empeñarse en los estudios...
Unas voces resonaron por el pasillo cerca del aula, Yoorin reconoció entre una de ellas a la voz de Huening. Inmediatamente vio cómo la puerta se abría y por ella ingresaba el susodicho acompañado de Umji y Donghyuck. Yoorin apartó sus ojos sin ser capaz de mirarlo.
Podía oírlo hablar con sus amigos y lo envidió. Sabía que era su culpa el estar sola, pero se había empeñado tanto en formar muros a su alrededor para no volver a salir lastimada, que ahora le costaba derrumbarlos por su propia cuenta. Incluso sin siquiera premeditarlo, de manera inconsciente rechazaba el interés de sus compañeros y optaba por espantarlos y alejarlos de ella.
Pero es que nadie puede herirte si no tienen alguna especie de cercanía contigo, ¿verdad?
Poco a poco el aula siguió llenándose. Inclusive sabía que Beomgyu y Seyeon también estaban en sus sitios respectivos; lo había notado de soslayo.
Pensó que podría volver a dormir.
—Yoorin, creo que comienzo a entenderte —Kai tomó asiento en la silla frente a ella.
El profesor de matemáticas se había ausentado, por lo que tenían la hora libre. Yoorin no se esperaba que Kai le hablara. Al menos no después de rechazar su oferta de ir al centro comercial la otra vez.
—¿De qué hablas?
—Tú no regalas nada, pero tal vez me prestes... —señaló al ver un paquetito de chicle—. ¿Me prestas un chicle?
Yoorin bufó.
—Es lo mismo que regalar —negó cruzándose de brazos. De nuevo lo hacía, apartaba el interés de Huening a penas el chico comenzaba a acercarse e insistir. Y no importaba qué, Yoorin no podía detenerse.
—Nup, es muy distinto —tomó el chicle con una sonrisa ladina, alejándolo de la rubia para que no se lo quitara—. Regalar es dar algo que no te van a devolver; prestar es dar algo que te devolverán después de un rato.
Yoorin alzó una ceja y quiso reír ante lo estúpidamente lógico que sonaba lo dicho por el menor.
—¿Y cómo piensas devolverme el chicle? —esperaba ver duda en el rostro del chico, pero lo único que obtuvo fue una mirada astuta y una sonrisa de suficiencia.
—Así.
Kai se llevó el chicle a la boca y comenzó a mascar. Después, tomó la mano de Yoorin y abrió sus dedos, puso el empaquetito allí y los cerró. Lentamente, apartó su mano de la de la chica y la miró alzando ambas cejas.
Yoorin se lo tiró a la cara.
—¡No es prestar si no me devuelves el chicle!
—¿Quieres el chicle? Ok —hizo el ademán de estar por escupirlo en su mano y ella se apartó tanto sonrojada como asqueada.
—¡Hey, asqueroso! —protegió su mano, quitando también sus orbes de los contrarios. Se sentía indefensa y lo odiaba—. Mejor quédatelo...
—¿En serio? Gracias —enseñó una sonrisa enorme—. Es el primer chicle que me regalas —recordó limpiándose una falsa lagrimita.
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ႦυႦႦʅҽɠυɱ - ԋυҽɳιɳɠƙαι
FanfictionYoorin era muy conocida en su escuela por ser callada y problemática, pero sobretodo egoísta. ¿Un chicle? Jamás te lo iba a invitar, no. "Lo mío es mío, y lo tuyo si me lo enseñas y me gusta te lo quito". Esa era su mentalidad y no pensaba corregir...