Seyeon había escuchado más de una vez sobre las princesas de los cuentos; tan lindas y siempre con un final feliz. De la misma forma, esperaba algo similar para ella.
Las palabras en las páginas leídas colorearon su mundo de rosa y le pintaron fantasías... por eso es que fue más dolorosa su caída.
La vida no era como un cuento, y ella estaba lejos de parecerse a una de esas princesas lindas y bondadosas.
Seyeon prefirió callar cuando vio a Hueningkai sufrir; Seyeon no era una buena persona del todo.
Y ahora, mirándose en el espejo, solo podía concordar con ello. Se odiaba, repudiaba a aquella persona reflejada, que poseía un aura sombría y temerosa. Beomgyu y su tía le habían dicho mil veces que era preciosa, pero no les creía.
Después de todo, las palabras de los demás no importan si al final tú no te las crees.
Desearía tanto cambiar, ser más radiante y tener menos miedo. Recordaba en su otra escuela a una compañera de clases, Na Ahnna para ser precisos. La chica era tan tímida como ella, pero de un día para otro se mostró con más confianza y fue capaz de hacer muchos amigos.
¿Por qué ella no podía ser así?
—¿Yeonnie?
Volteó dirigiendo sus ojos hacia la puerta. Su primo la miraba con rostro impaciente.
—Si no te apuras vamos a llegar tarde.
La chica mordió su labio inferior y se dio una última mirada en el espejo. Ni siquiera era capaz de apartar sus largos cabellos negros de por encima de su rostro, parecía esa niña Samara.
Soltó un bufido antes de resignarse a ser un fantasma viviente y salió de su habitación. Una vez se halló escaleras abajo, se encontró a su tía aplastando las mejillas de su primo.
Oh, rayos.
—¡Mi niña linda! —fue el turno de Seyeon de encontrarse con las mejillas presionadas—. Te ves preciosa, los dos lucen muy tiernos hoy —se alejó y la de cabellos oscuros pudo respirar nuevamente—. ¡Estoy muy, muy feliz de que hagan amigos! Dios, voy a llorar...
—Tía... —Beomgyu se acercó avergonzado.
—Ya no les quito más tiempo —dijo limpiándose una lágrima imaginaria—. ¡Apuren que deben llegar a tiempo!
Aún abochornados por la situación, los primos salieron de su hogar. Estaban ambos muy nerviosos, tanto que no sabían si se habían vestido adecuadamente o tal vez habían exagerado.
Beomgyu y Seyeon no habían ido en mucho tiempo a una salida de amigos. Seyeon lo intentó, pero no salió tan bien que digamos...
Fue hace 3 años, cuando unas compañeras la invitaron al cine. Iban a ver la película de terror del momento y Seyeon estaba feliz, pues ese género no solía asustarle. Era su oportunidad de hacer amigas y resaltar.
El primo de una de ellas se coló a la salida, y mientras veían una de las peores escenas, Seyeon notó que el chico temblaba. Algo preocupada, tocó su hombro tratando de animarle.
Las cosas no salieron como lo esperaba. A penas el chico volteó a mirarla, pegó un grito de los mil demonios mientras se sobresaltaba y abrazaba a su prima que se hallaba a su costado.
—¡Se salió de la película, es ella!
Después todos a su alrededor en la sala de cines comenzaron a gritar. Seyeon no pudo evitar sentir las lágrimas acumularse en sus ojos mientras notaba los dedos señalándola con miedo.
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ႦυႦႦʅҽɠυɱ - ԋυҽɳιɳɠƙαι
Hayran KurguYoorin era muy conocida en su escuela por ser callada y problemática, pero sobretodo egoísta. ¿Un chicle? Jamás te lo iba a invitar, no. "Lo mío es mío, y lo tuyo si me lo enseñas y me gusta te lo quito". Esa era su mentalidad y no pensaba corregir...