Antes de que pudiera si quiera notarlo, diez años habían pasado volando. Kai tenía dieciséis años, y desde que estuvo en Estados Unidos, no volvieron a molestarlo. Durante su estadía allí se dedicó a adoptar hobbies, además de que un amigo le recomendó dejar las gafas y usar los lentes de contacto. Ahora era extraño pasar por la calle y que no le dijeran "Chico lindo". ¿Es que acaso todas las personas se le iban a acercar ahora que su apariencia había cambiado? Kai bufó.
Desde su infancia no había tenido ni un amigo importante además de Choi Yeonjun, hijo del jefe de su padre. Ambos eran muy cercanos, por lo tanto, ellos también. De él aprendió muchas cosas, incluso hablar inglés correctamente.
Le debía tanto...
-Mi padre y yo volveremos a Corea. Tu familia y tú también -anunció el mayor como si nada.
-Ah, ok -continuó jugando en la consola-. Espera, ¿qué? -Yeonjun rió-. ¿Cuándo se decidió eso? ¿Por qué no me avisaron?
-Bien, primero -inició-, ayer; segundo, te estoy avisando ahora. De hecho, nos vamos mañana. Te recomiendo que vayas alistando tus cosas.
El pelinegro se paró en un brinco revolviendo sus cabellos en desespero. ¿Se iban mañana? ¡No estaba listo! ¿A qué escuela iría? ¿Dónde vivirían? ¿Y sus cosas? No se había despedido de sus amigos...
-¿Desde cuándo lo sabes? -preguntó mirando a su amigo.
-Desde hace un mes -se encogió de hombros y siguió comiendo sus Cheetos.
Kai respiró hondo conteniéndose de golpearlo. Se apuró en alistar lo necesario y enviarle mensajes a algunos compañeros para despedirse de ellos al menos en el aeropuerto. Aunque bueno, su único amigo verdadero se iba con él...
-Fuck you -dijo tomando asiento una vez terminada su labor.
-You love me -sonrió socarrón.
-¿Ves? Nadie vino -se burló el mayor, Kai puchereó-. Vayámonos antes de que nos deje el avión.Kai suspiró viendo cómo se alejaban del país en el que había pasado prácticamente la mayor parte de su vida. ¿Qué haría en Corea? Tembló recordando que solía ser víctima de bullying. ¿Y si esos niños estaban en su nueva escuela? No recordaba sus nombres, pero sí el miedo que le hicieron pasar de niño.
No, ya no era el mismo niño de antes. Además, sabía que debían tener sus razones para actuar de esa manera, tal vez problemas en casa. Nadie era malo realmente; al menos eso era lo que HueningKai quería creer. Y si los volvía a ver se aseguraría de ayudarlos a sacar su lado bueno a relucir.
-Tengo un propósito de vida -soltó de repente mirando a Yeonjun a su costado, mas este yacía dormido-. Hablo con la pared.
-El asiento, de hecho -rió la azafata pasando a su costado-. ¿Desearía una manta para dormir? No llegaremos hasta mañana.
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ႦυႦႦʅҽɠυɱ - ԋυҽɳιɳɠƙαι
أدب الهواةYoorin era muy conocida en su escuela por ser callada y problemática, pero sobretodo egoísta. ¿Un chicle? Jamás te lo iba a invitar, no. "Lo mío es mío, y lo tuyo si me lo enseñas y me gusta te lo quito". Esa era su mentalidad y no pensaba corregir...