Yoorin quería un respiro de todo. No se sentía bien escapando de Hueningkai todo el tiempo, pero es que cada vez que lo veía o escuchaba sentía que se asfixiaba. Desde aquel beso, a penas recordaba lo sucedido, su corazón se aceleraba retumbando en sus oídos, le dolía el estómago y llegaba a pensar que en cualquier momento sus emociones acabarían con ella.
Y no quería, por nada del mundo, pasar por una situación similar otra vez. Suficiente tenía con haber derribado sus muros dejando una simple malla para ciertas situaciones. Aunque al parecer, Kai había sido capaz de atravesarla. Desde un inicio debió saberlo. A penas sus ojos se cruzaron esa mañana en la que el menor pisó su aula e insistió con acercársele, lo mejor hubiera sido apartarlo.
Pero de ser así, no tendría lo que tiene hoy. Seguiría sola, sin amigos y con esa actitud antipática que tanto se había esmerado en adoptar, pero que terminó por opacar a quien solía ser. Porque Yoorin no siempre fue una amargada.
Porque ella alguna vez quiso a una persona y esta se fue.
No quería ser dramática, habían personas que sufrían más que ella. Pero esa era su propia batalla y por lo tanto, su propio dolor y algo que ella comprendía por sí misma.
Quería tan solo un momento para reflexionar, saber si estaba tomando una buena decisión al alejarse o si solo estaba siendo una cobarde. Tal vez sus miedos la estaban dominando, el temor a ser abandonada nuevamente con el corazón en la mano...
Oyó la puerta abrirse y pasó saliva antes de dar media vuelta. Tenía un presentimiento y había acertado con la persona que se encontraba allí, mirándola de esa forma que le hacía temblar las piernas.
—K-Kai...
El mencionado se acercó, siendo consciente de que Yoorin no podría retroceder. La azotea tenía una sola salida y era donde él mismo se encontraba; esa era su ventaja.
Caminó hasta estar frente a ella y con valor, tomó su mano, envolviéndola entre la suya. La rubia trataba de no mirarlo y Kai sintió su corazón doler un poco. Así que como último recurso, apoyó su frente sobre la contraria y habló en murmullos.
—Por favor, no huyas de mí —soltó, desde el fondo de su corazón.
Yoorin lo contempló bajo sus pestañas, observando esos ojos tristes en el rostro del contrario. Y decidiendo no batallar más, dejó ir el aire que no sabía que estaba conteniendo.
—Solo quiero hablar contigo —continuó Hueningkai en voz baja, aunque en ese lugar solo se hallaran ellos dos. De esa forma se sentía más íntimo.
Yoorin sintió su mano ser apretada con un poco más de fuerza, como si el menor temiera que ella volviera a irse. Este último, ante su continuo silencio, optó por frotar la punta de su nariz con la contraria, derritiendo a la rubia con solo ese gesto.
—Por favor, dime, ¿qué te aleja de mí? —suspiró sobre sus labios.
Me rindo.
Yoorin se apartó un poco y Kai pensó que hasta allí llegaban las cosas, que su corazón sería rechazado y tendría que volver a empezar para unirlo pieza por pieza. Pero no fue necesario porque la chica, con mejillas rosadas, se quedó allí.
—Te lo diré, no todo pero sí lo principal.
Kai asintió, con su corazón ansioso e invitándola a continuar. Yoorin tomó un respiro antes de continuar.
—Mi padre nunca estuvo muy presente por su trabajo, ser director no es fácil, ya sabes —vio a Kai reaccionar, al parecer conectó los puntos—. Sí, mi padre es el director de esta escuela.
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ႦυႦႦʅҽɠυɱ - ԋυҽɳιɳɠƙαι
Fiksi PenggemarYoorin era muy conocida en su escuela por ser callada y problemática, pero sobretodo egoísta. ¿Un chicle? Jamás te lo iba a invitar, no. "Lo mío es mío, y lo tuyo si me lo enseñas y me gusta te lo quito". Esa era su mentalidad y no pensaba corregir...