Un Amor De Invierno | The Legend of Zelda [𝐙𝐞𝐋𝐢𝐧𝐤]

Capítulo I

Era un día helado en Hyrule; sus colinas estaban pálidas en conjuto a la llanura, los lagos estaban congelados junto a los ríos, las casas, calles y granjas tenían el techo lleno de nieve, la temperatura era extrema, todos vestían abrigos y bufandas para sobrellevar el frío de la estación.

Pese a las temperaturas extremas todos se encontraban muy entusiasmados por las festividades, en concreto se celebraría el Festival de Invierno y posteriormente el nuevo año.

En la ciudadela había una feria enorme, rebosante de vida y alegría, jóvenes con sus enamoradas, familias con sus hijos.

Mientras tanto en el castillo de Hyrule, Link se encontraba escoltando a la Princesa Zelda porque Impa tuvo que salir de emergencia al Templo de las Sombras.

Pese a tener sólo 17 años era un caballero muy disciplinado, entregándose hasta sus últimas fuerzas y concentrado al cien por cien; debido a su buena disciplina y perseverancia fue nombrado como Caballero Real.

Ambos estaban en el patio central del castillo, lugar donde alguna vez en su infancia espiaron a Ganondorf.

Ella estaba sentada leyendo en un banco y Link estaba de espaldas a ella sin mover un músculo.

—Oye Link...— le llamó con algo de timidez, pero él no respondió. —Deberías descansar un poco...— sugirió mientras él volteaba a verle. —Llevas más de media hora allí.— agregó mirando a otro lado esperando su respuesta.

Él no dijo nada, sólo sacudió su cabeza.

—En serio eres demasiado serio con esto...— suspiró. —Ni siquiera hablas, además dudo mucho que nos ataquen aquí y ahora...— prosiguió sin obtener respuesta alguna por parte del caballero de vestimentas verdes.

Link siguió de pie como si no hablaran con él. Sin mostrar algún tipo de reacción o emoción.

Eso la irritó un poco.

—¡Demonios Link, te estoy hablando!— reclamó por la atitud del chico —Por favor contéstame.— trató de llamarle con algo de firmeza. Él volteó bastante apenado. —En serio pienso que deberías descansar al menos unos minutos.— insistió tratando de hacer cambiar de parecer al rubio.

Hubo algo de silencio, él tomó su nuca mirándole con vergüenza, no quería ser grosero con ella pero tampoco quería abandonar su puesto.

—Lo siento alteza.— suspiró —Es mi trabajo protegerle y estar preparado para cualquier ataque sorpresivo.— comentó con notable seriedad y algo de apatía. —Por esa razón estoy así, cubriendo el puesto que la señora Impa dejó.— agregó en un tono sereno sin dejar su expresión seria.

—Ya veo...— suspiró la princesa sin desviar la mirada de sus orbes azulinos —Entonces... ¿No te sentarás a descansar aquí conmigo...?— preguntó en tono de desilusión.

—Le agradezco el gesto alteza.— guardó silencio algo apenado. —Pero me temo que no lo haré, sería abandonar mi puesto.— dijo con firmeza para luego darle la espalda.

Ella hizo una mueca algo cabizbaja y dejó de lado su libro.

—Oh, está bien entonces...— suspiró mientras hacía una pausa —Entonces vamos al Templo del Tiempo.— propuso de repente.

Él le dedicó una mirada extrañada.

—He de hacer unas cuantas plegarias que tengo pendiente.— excusó mientras se levantaba y quitaba la nieve de su ropa.

—Entendido.— afirmó yendo detrás de ella.

—¿Desde cuando cambiaste tanto Link...?— lo miró con el rabillo del ojo viendo su figura seria e inquebrantable. —Ya no eres tan alegre como antes... Eres serio y frío...— pensó con tristeza mientras abandonaba la estancia escoltada por el chico.