Capítulo XVII: Tiempos difíciles

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Bianca no se separó del lado de Maximiliano ni un instante, aún estaban en el hospital, ella debió admitir que no lo reconocía, lejos del hombre altivo, manipulador que conocía, se veía vulnerable, demacrado y triste, se veía lo mucho que amaba a su hermano y lo preocupado que estaba por su estado, estaba tan nervioso que se aisló y evitaba hablar con los demás, sólo Bianca estaba a su lado, ella permanecía en silencio y lo atendía con las mínimas cosas que necesitará, incluso atender su teléfono.

—¡Debías ir al trabajo! Te retrase aquí —le dijo Maximiliano.

—No importa, ya avise que no llegaría hoy, por un asunto familiar —respondió ella.

Maximiliano la vio y se sintió tranquilo de tenerla cerca, seguro solo quería ser complaciente, pero le agrado que asumiera como propio el drama familiar que estaba viviendo, además nadie allí la conocía así que nadie se atrevía a acercarse a ellos, les daban su espacio.

—¡Gracias lo aprecio! Deberías aprovechar de ver si quieres hacerte los chequeos acá. Flavio es obstetra, no te diré que te veas con mi hermano, pero le podemos consultar y pedir recomendaciones —le dijo Maximiliano.

—¡Puedo averiguar! Pero no es el momento, no hay prisa —respondió ella.

Él estuvo de acuerdo.

Se acercó Bruno. Maximiliano, lo presentó con Bianca. Ella no pudo ver en él esa expresión triste y angustiada que vio en él aquel día en el restaurante, pero ahora se veía como todos abatido. Bruno se acercó a Maximiliano y lo abrazó.

Bianca estaba sorprendida con Maximiliano, por supuesto que nunca tuvo la oportunidad de verlo en su ambiente familiar, el crio a esos chicos, los amaba, estaba entregado a ellos con devoción, si siempre tuvo dinero y seguro fue fácil económicamente ocuparse de tres niños, pero el era solo un muchacho, hizo un gran trabajo, ¿Cómo podían juzgarlo?

—¿Seguro que no quieres irte? —dijo Maximiliano interrumpiendo a Bianca en sus pensamientos.

—¿Quieres que me vaya? —le dijo ella con una sonrisa tonta.

—No, aprecio que estés aquí, de hecho bastante, nadie se nos acerca —respondió.

—¡Entonces quédate tranquilo! Quiero estar aquí —dijo Bianca apretando la mano de él, él le sonrió.

—¿Quieres quedarte en mi casa? —le preguntó él.

—¡Si! —respondió ella.

Él sonrió de nuevo.

Cuando se iban, Maximiliano insistió en llevar a uno de los amigos de su hermano, llevaban una conversación pesada sobre una chica y Bianca se durmió contra la venta del auto en el puesto del copiloto, al llegar a la casa de Maximiliano, él la despertó.

—Bianca. —susurró.

Ella se limitó a sonreír, quedó impactada por la belleza de la casa y lo enorme del lugar, era una casa imponente. Entraron y un par de empleados de Maximiliano salieron a recibirlos, eran dos mujeres parecidas, muy blancas, estaban llorando y parecían consternadas, Maximiliano las consoló.

—Denle a ella en una habitación cercana a la mía—pidió.

Dante, quien no le habló a Bianca durante todo el camino, ni la miró siquiera, estuvo pendiente de la instrucción de Maximiliano, rebufo y se perdió al subir las escaleras, ni siquiera se despidió o dijo buenas noches, Bianca pensó que era un total mal educado, pero no comentó nada.

—Te van a preparar algo de comer —dijo él.

—¿Y tú?

—Estoy bien. Lo que comimos en el hospital me dejó satisfecho, pero en tu estado si debes comer —le recordó él.

Bianca le hizo caso, al terminar de comer fue a su habitación, era grande y muy cómoda, no supo de dónde pero le dejaron ropa interior nueva y ropa de cama, se dio una ducha y se metió en la cama.

Maximiliano le había resultado toda una revelación.

—Este es el padre de mi hijo, no puedo estar más satisfecha, será un gran padre. Ojalá pudiéramos llegar a más él y yo —pensó Bianca.

Ahora esos ocho meses que negoció con él, le parecían cortos, de pronto sintió que quería estar más cerca de ese hombre. La trató diferente, pareció respetarla, ya no se burlaba de ella.

¿Será solo porque espero a su bebe? —se preguntó.

Al día siguiente cuando Bianca despertó, bajó de la habitación y se encontró con que estaba sola, las mujeres le informaron que Maximiliano se había ido al hospital y que Dante se había ido a casa de su novia.

Desayuno sola en el enorme comedor. Sintió nervios de pensar que tendría que convivir con la familia de él y sería para toda la vida, ¿Qué pensarán sus hermanos? pensó ella.

Dante ya la detestaba, y ella lo noto, lo que no sabía Bianca era que Dante odiaba a todo el mundo, no era fácil caer en su gracia, amaba a Lejana como su madre y la idea que Maximiliano estuviera con una chica nueva a la que de paso, llevó a su casa, lo puso de mal humor.

Tal como sospecho Bianca desde el principio, la reunión dónde Maximiliano conocería a su familia tuvo que posponerse, el estado de su hermano ya iba mejorando pero el hecho de que quedaría en silla de ruedas lo tenía mal, estaba de médico en médico, buscando una respuesta o un diagnóstico distinto, y cuando ya se había convencido, se dedicó a modificar la casa para la nueva condición de su hermano, desde que el chico salió del hospital Bianca y Maximiliano no se veían y hablaban muy poco por teléfono, ella quería estar a su lado y se lo dijo, pero el trato de tranquilizarla diciéndole que su ex esposa lo estaba acompañando en todo.

Bianca se sorprendió sintiéndose celosa. Al día siguiente se verían para ver al bebe juntos por primera vez.

Matrimonio de apariencias amor por convivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora