Epílogo

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Un año y medio después.

Maximiliano estaba tomando un baño mientras Bianca junto con Joana terminaban de vestir a los niños. Marcelo cumplió años el fin de semana anterior y a pesar de las protestas de Bianca, Maximiliano le compró una chaqueta de motociclista, el niño no quiere usar otra cosa.

—Van a pensar que no tienes más ropa Marcelo —le dijo Bianca para tratar de convencerlo de no llevarla.

—¿Quién va a estar ahí?

—Tus tíos. Amigos, la gente de siempre.

—Ellos sí saben que tengo más ropa, pero esta es la que me quiero poner, me la regaló mi papá. Se lo voy a decir.

—No hagas eso. Ya te he regañado por eso. Estás muy malcriado.

—¿Qué paso? —preguntó Maximiliano desde la puerta de la habitación.

—Ya tu papá está listo. Vamos Marcelo. El niño quiere volver a ponerse la misma chaqueta que no se ha querido sacar.

Maximiliano rio a carcajadas y negó con la cabeza.

—Vamos a tener que comprarte varias de muchos colores —dijo dirigiéndose al niño.

Marcelo brinco y sonrió con suficiencia a Bianca.

—Qué se lo lleve Joana. Voy a terminar de arreglarme —salió de la habitación, halo de un brazo a Maximiliano.

—¿Qué te pasa? Esto no es una competencia.

—No es una niña Bianca. Puede repetir ropa, en especial, no eres tú —rió.

Ella le golpea el brazo.

—Lo quieres malcriar. Está insoportable, por tu culpa, se va a parecer a ti y eso si es una desgracia.

Maximiliano se rió y la abrazó, ella se resistió pero cedió luego aunque mantuvo una expresión seria.

—Todas esas de las que me acusas. Las eres tú, te da rabia darte cuenta por eso vas contra mí.

La besó con dramatismo en la mejilla, ella se colgó de su cuello.

—Eres horrible.

—Te encanta este horrible.

—¡No! Qué asco. Solo me case con este horrible porque tiene mucho dinero, no lo quiero ni un poquito —rió tontamente.

—Te casaste conmigo porque te quedaste embarazada.

—¡Te amo!

—Yo también.

Maximiliano la besó en los labios con suavidad y la miró a los ojos.

—Deja de demonizar a tu marido.

Ella fue sobre su boca con más urgencia. Se fundieron en un beso intenso, Bianca se aferra a su cuello y gimió, él la apretó con más fuerza contra él.

—Ya están listos los niños —anunció Joana.

—Vámonos —dijo Bianca.

Iban rumbo a la mansión familiar de la O, ya era costumbre que fueran casi todos los fines de semana, incluso la familia de Bianca iba con regularidad, ella se quejaba de que no iban a otro sitio pero Maximiliano la ignoraba, él está esperando a que ella hiciera un escándalo mayor por el asunto para ver cómo lo solucionaba. Pero ese día los trillizos insistieron en que todos debían estar presentes.

Al llegar Marcelo se pegó en la ventana del auto.

—Llegamos a casa ¡Yahoo! —gritó.

Bianca se voltea a ver a Maximiliano con expresión molesta, él se rió y se encogió de hombros.

Matrimonio de apariencias amor por convivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora