Capítulo IX: Otro desencuentro

5.7K 364 14
                                    

Bianca llegó a su casa a las 10 de la noche el día anterior, estuvo en la habitación tratando de procesar lo que había pasado. Maximiliano la abordó, ella accedió y tuvieron sexo. Él no era cualquiera. Se dijo así misma, que lo trataría como a cualquier otro que se haya encontrado en una aplicación. Ese día lo vería de nuevo. La quería volver a ver y se encontrarían de nuevo.

Despertó de buen humor ese día por el sexo fantástico que tuvo, y la subida de ego porque un hombre como Maximiliano de O la deseara, la tenía en una nube, pero lo que la tenía más feliz era volver a la oficina, almorzar y parlotear con Ignacio. Volvería a su zona de confort.

—¡Buenos días! —dijo Bianca en la chica de la recepción. Llevaba un vestido gris manga tres cuartos hasta por encima de la rodilla.

—¡Buenos días qué bueno verte, tus clientes te extrañan, Luisa los ha atendido pero te pedían a ti. —le dijo ella.

—¡Ya volví! —dijo ella sonriendo.

—¡Hola buenos días! —la saludó Ignacio. Que le echó una mirada intrigante. —Estas muy sonriente, ¿algo que contarme? —preguntó.

—¡Nada! —dijo ella.

—¡Bianca! León que vayas a su oficina de inmediato —le indicó la recepcionista.

Bianca se dirigió a la oficina de León mientras iba hablando con Ignacio. Lo extrañaba tanto.

—¡Buenos días Bia! Espero que no hayas salido tan tarde ayer, aunque hoy retomamos nuestro horario pero había que descansar —le dijo él.

—Me fui como a las 7 de la noche tampoco fue tan tarde —respondió ella tratando de no recordar allí las cosas que se fue hacer y con quién.

—¡Bien! Gracias por tu aporte al equipo, hemos dejado buena impresión, era lo que queríamos. Tú fuiste parte de eso —le agradeció León.

—¡Fue toda una experiencia! Espero seguir haciendo lo mejor que pueda —respondió ella.

—En cuanto a eso, estamos felices contigo, pero nos acompañas hasta acá, como te dije tu aporte fue valioso pero de aquí en adelante no nos acompañas más —le explicó él.

—¿Qué? ¿Por qué? Voy a hablar con el Sr. Martín, o Thiago. ¿Por qué no me dejas terminar? —dijo ofuscada ella.

—Maximiliano de la O, desayuno conmigo hoy, está mañana, me pidió expresamente que por favor, te excluyera del equipo, esta vez sin consideraciones y sin explicaciones. Lo siento es el cliente. No quise hacerlo delante del resto del equipo no vayan a asumir que él percibió un mal desempeño —le explicó León.

Bianca comenzó a llorar en silencio. No entendía nada. Estaba molesta, triste y preocupada.

—¿Lo que me falta por terminar? —preguntó tímidamente.

—Contratare a alguien hoy, en la tarde tendré las entrevistas, se acerca el viaje a Asia Sur y necesitamos a esa persona. Por ahora entrega lo que tengas a Marcos.

—¡Bien! —dijo ella secándose las lágrimas.

—¡Gracias! Y discreción. Maximiliano me pidió que te recordara que esas cláusulas aún se aplicarán a ti.

Bianca se dirigió a la puerta sin decir palabra.

—¿Por qué me sacó? ¿Por qué me acosté con él? ¿Fue una trampa? ¿Se lo haría a Nia? ¿Por qué no me dijo que lo haría? Debo ir a verlo —pensó Bianca.

—¡Me quiero ir a mi casa hoy si no te importa! —pidió ella.

—¡Claro! Yo lo arreglo, ya no estás en mi equipo pero puedo hacer eso por ti —le aseguró él.

—¡Gracias!

—¡Y Bianca! La fiesta por mi ascenso será la semana próxima. Te quiero allí.

—¡Felicidades!, Claro que estaré allí —respondió sinceramente.

Por ese día no estaría en el bufete, todos le preguntarían ¿Qué pasó? Era muy humillante. En su lugar se dirigió al edificio de la Corporación de la O, ese maldito imbécil la iba a escuchar decía. Incluso Ignacio la intentó interceptar y ella siguió de largo.

Se montó en su auto y condujo casi sin pensar hacia el Edificio de la O. Estaba muy molesta y confundida. Al llegar subió directamente a la oficina de Maximiliano. De pronto se preocupó.

—Voy a parecer una loca, después de lo que pasó entre nosotros y vengo y me presento aquí —pensó.

—Buenos días Lucrecia, quisiera ver al Sr. De la O —le dijo a la asistente de él.

Cómo apenas hacía un día había estado por allí todos los días, a Lucrecia no le pareció raro y la dejó esperar mientras le avisaba a Maximiliano.

—¡Que puedes pasar Bianca! —le informó Lucrecia.

—¡Gracias! —le respondió y se dirigió a la oficina de Maximiliano nerviosa y como una fiera.

—¡Buenos días! Te dije que quería verte hoy, no esperaba que fuera tan temprano o aquí, pero lo acepto —le dijo sonriente.

—¿Por qué hiciste que me echaran del equipo? —le increpó ella enseguida.

—¡León! Le pedí que no te diera detalles, no te echaron, te excluyeron, ya terminaste —respondió él.

—¡Es lo mismo! No habré culminado el proyecto, ni hice lo mío. Quedé en cero —le gritó ella desesperada.

—Bianca, después de lo que pasó entre nosotros ayer no puedes seguir trabajando para mí, ¿o preferías que me deshiciera de todo el equipo del bufete, del bufete completo? Era más fácil que solo salieras tú —le explicó él.

—¡Tú te quisiste acostar conmigo! —le reclamó ella.

—Y tú conmigo, fuimos los dos, no te obligue, supuse que entenderías que era una cosa o la otra, pero claro como estas mimada y estás acostumbrada a tenerlo todo —le dijo él.

—¡No me conoces! —dijo ella molesta sin saber que reclamar, él tenía razón.

—Anoche te conocí, gemías y gritabas en mi oído —le dijo él con tono altivo.

Ella se acercó más y le asestó una bofetada. El la recibió callado. Se agarró la mejilla y se regresó a su silla y se sentó.

—Me equivoque, fue un error todo esto, eres una niña mimada. Vete por favor. Espero a alguien —le dijo con tono frío.

—Me voy. Pudiste decirme que lo harías o pedirme a mí que pidiera salir del equipo, fue una humillación muy grande por la que pase esta mañana tampoco era justo —dijo con lágrimas en los ojos.

Él la miraba impávido.

—Soy una persona, puedes hablarme, no solo cogerme. —le dijo mientras dio la espalda y se fue de su oficina.

Matrimonio de apariencias amor por convivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora