Capítulo III: El día después

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Era media mañana, el sol caía pesado sobre el puente empedrado que daba justo frente al mar, el olor era embriagante, olía a sol, a mañana, a óleo sobre lienzo, a margaritas, el olor era dulce, Bianca estaba apoyada sobre el muro de piedra, los rayos de sol le dan en su espalda, sobre sus pechos blancos y redondos, en el rostro, mantenía los ojos cerrados, mientras disfrutaba de todas estas sensaciones.

Sonó la alarma. Bianca despertó.

—¡Oh Dios! La alarma, mi sueño, quería quedarme en ese sueño, son las 6 am, aún tengo tiempo pero mejor me apuro, hoy debo estar súper temprano en la oficina para tratar de hablar con Ignacio antes de ir a Corporación de la O —dijo Bianca para ella voz alta.

—Hoy llevaré algo lindo definitivamente —dijo mientras miraba al espejo su cuerpo desnudo.

Hacia 4 meses que había terminado con Alberto, Bianca pensó al principio que lo extrañaría más, pero solo extrañaba tener sexo con alguien de forma regular. Sentía que cada vez tenía más ganas y nadie con quién hacerlo, que ella quisiera, cualquiera en la oficina estaría dispuesto, algunos de sus amigos quizás pero ninguno era opción viable para ella.

Pensaba que necesitaba conocer gente, pero por el momento se arriesgaría a abrir una cuenta en una aplicación de citas rápidas donde la gente se encuentra solo para tener sexo, se sintió una chica mala y le gustó esa imagen de sí misma.

Se puso un vestido sin mangas vinotinto de lino, bastante ajustado, le llegaba hasta por debajo de las rodillas, se pondría un sobretodo del mismo color luego, stilettos vinotinto y llevaba el cabello recogido en una cola de caballo alta.

Una vez en la firma se dirigió a la oficina de Ignacio.

—¡Buenos días Ignacio! —le saludó tímidamente

—Cariño, ¿A qué hora sales hacia la corporación de la O? —pregunto cariñoso.

—A las 10 am, me dijo León, y quizás no vuelva hoy a la oficina —respondió ella.

—¡Que mal!, quería que habláramos durante el almuerzo —dijo él con decepción.

—¡Búscame a la hora del almuerzo!, yo te espero y hablamos —le ofreció Bianca.

—No sé y si salen a almorzar con él y ya luego me embarcas —dudó.

—No, diré que no puedo, búscame a las 12:30 m.

—¿Le dirás que no a Maximiliano de la O, por mi? —la retó él divertido.

—Sí claro, él me va a estar esperando para llevarme a almorzar, que se espere, ya tendrá tiempo para eso —dijo ella en tono de burla y los dos rieron.

—Me alegra estar bien con Ignacio, aunque no podamos terminar de hablar, ya hablaremos más tarde, estaré ansiosa hasta entonces —pensó Bianca de camino al edificio de La O.

El equipo de abogados de la firma llegó al edificio de los de la O, era impresionante, grande, lujoso y había mucha gente en la recepción, iban 5 abogados, la Sra Yores, León, Marcos, Nia, Sr. Martin, los demás se incorporarán al equipo el día siguiente.

Se abrió el ascensor y los dejó en una planta donde todo estaba en un ambiente abierto, la gente lucía ropa informal, León los dirigió hacia un escritorio que estaba al fondo, se anunció y una señora mayor y elegante los miró y los mandó a pasar a una sala grande que estaba desocupada.

Las paredes eran rojas, la mesa era amplia de madera, brillaba y habían televisores encendidos sin sonido alrededor de la sala, que era oval. El concepto de diseño era extraño, por fuera parecía súper moderno pero las oficinas, a parte de que ningún diseño tenía que ver con otro, parecía estancado en épocas diferentes, de los parlantes salía música, era una canción de Sam Smith.

Matrimonio de apariencias amor por convivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora