Más que amistad...

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Jibeom tenía 15 años recién cumplidos cuando transfirieron a su padre a la ciudad, no es que viviera realmente en un pueblo lejano pero su ciudad no tenía esos enormes rascacielos.

Suspiró antes de entrar a la escuela tratando de actuar como el resto de los estudiantes.

—Por favor preséntate. - Pidió la profesor.

—Hola a todos mi nombre es Kim Jibeom.

Todos lo miraron respondiendo bajo a su saludo.
La maestra lo mandó al único asiento vacío a un lado del mejor promedio del grupo.

Joochan dejó salir una sonrisa emocionada, miró al chico desde que entró y era claro que no era de la ciudad.
Su acento lo delata por completo.

— Hola, soy Joochan. - Saludó animado.

Kim solo hizo un gesto con la cabeza.

Estaba tan tímido y serio que Joochan lo invito a almorzar con su grupo de amigos, eran un poco escandalosos pero eran buenas personas.

— Chicos el es Kim Jibeom, es nuevo.

Los otros tres lo miraron antes de sonreírle.

— Seguro que te acostumbras rápido. - habló Jaehyun.

Bomin sonrió maliciosamente antes de ofrecerse a comprar algo para darle la bienvenida.
Prácticamente obligó a Donghyun para que lo acompañara y volvió al poco tiempo con la emoción asomándose por sus brillantes ojos.

Dejó en la mesa un refresco y un poco de helado de vainilla.

—Comelo junto. - Dijo Bomin mordiéndose el labio.

Jibeom los miró de forma sospechosa pero al final aceptó.

El resto Joochan lo recuerda perfectamente.
Su expresión era algo que definitivamente atesoraria el resto de su vida. Los ojos de Jibeom se abrieron tanto que parecía una rana y giraba buscando un lugar donde escupir, aunque al final terminó todo sucio.
Han pasado cinco años pero cada que es mencionados, todos rien como desquiciados hasta llorar.

Podía sonar como una broma pesada, pero lo cierto era que nunca pasaba de moda, y con el tiempo Jibeom también pudo disfrutar de las expresiones de otros que se agregaron a su círculo de amigos.

Después de ese momento, Joochan y Jibeom se volvieron alguna clase de duo cómico involuntario. Siempre estaban juntos haciendo tonterías provocandose risas mutuamente.
Se llevaban bien con prácticamente media escuela pero se notaba que su amistad era más que especial.

Fue así durante el último año de secundaria, la preparatoria y ahora la universidad.
Sin planearlo terminaron en la misma carrera, y ahora trabajando juntos en un proyecto.

El mayor soltó un gruñido antes de aventarse al sillón.

—De verdad lo odio.

Joochan simplemente se rió, Jibeom tiene más de cinco años en la ciudad pero su acento sigue siendo fuerte, más cuando está molesto.

Estaban en la sala de la casa de Joochan viendo una y otra vez el video en dónde tenían las instrucciones. No era del todo difícil, pero seguir un tutorial en otro idioma era complicado y más si se veía en un solo celular del tamaño de sus manos.

Lo intentaron media hora más sin el vídeo antes de que Joochan soltara con su típico tono fastidiando haciendo reír Jibeom.

—Solo terminemos con esto, si lo acabamos hoy podremos descansar.

Ambos se acercaron nuevamente al aparato pero al querer decir algo, se giraron al mismo tiempo logrando que sus narices se acariciaran.

Se quedaron congelados hasta que Jibeom junto sus labios. No sabía de dónde obtuvo el valor pero lo hizo.

Cuando se separó ambos siguieron viéndose antes de reir un poco avergonzados.

La situación les había recordado el día en que se conocieron, cuando Jibeom quedó completamente sucio y Joochan lo llevo al baño para ayudarlo a limpiar su rostro. Y simplemente lo besó.

La única diferencia es que probablemente ahora ambos sabían porque lo habían hecho.

El contacto cuando tenían 15 y  el de hoy, años más tarde, se había sentido sorprendentemente igual.

Extraño, un poco eléctrico quizás. Tan mágico y atrayente como las manos que no se soltaban nunca por debajo de la mesa.

Tan emocionante como esas miradas cómplices antes de hacer algo juntos. Como era desde que se conocieron hace cinco años y como ambos esperaban que siguiera muchos años más.

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