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"quizás 'vete a la mierda' sea demasiado amable."

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los días, semanas y meses habían pasado. itadori había intentado comunicarse con él varias veces pero se negaba a volver a verlo gracias a que todo lo que alguna vez llegó a sentir por él solo se convirtieron en cenizas, no pudo escapar del enojo que se esparcía por su cuerpo.

a pesar del tiempo megumi todavía se sentía dolido y resentido por la traición de la persona que más había amado. por más que le costara admitirlo le estaba afectando fuertemente en su día a día. ya estaba a punto de entrar a la universidad y no podía concentrarse por más que lo intentara, sus hojas llenas de apuntes siempre terminaban con manchas de lágrimas y él se maldecía por ser tan débil.

el castaño seguramente había logrado avanzar en su vida y él todavía estaba ahí, llorando su falta de presencia y calidez. habían momentos en las que la pasaba bien y se olvidaba de la existencia del contrario pero al volver a casa sólo caía nuevamente en ese pozo profundo del que no podía salir.

hacía bastante que había dejado de ir al psicólogo porque consideraba que estaba demasiado bien como para seguir acudiendo y gastar su dinero, pero ahora estaba pensando en volver porque no creía que fuera capaz de soportar más ese infierno.

siendo sincero nunca creyó que terminaría de esa manera, las primeras semanas se negaba a soltar lágrima alguna e intentaba hacerse el superado creyendo que con eso iba a poder olvidarse de él con más rapidez. había estado muy equivocado.

al final todos esos días en los cuáles se retuvo desahogarse de alguna u otra forma le terminaron cobrando peor tiempo después, todo lo que contuvo lo estaba soltando en ese momento cuando sólo necesitaba estar concentrado en sus estudios y no en su estúpida ex pareja que lo había engañado.

se sentía inútil por no verse capaz de superar todas esas emociones que lo invadían, en algún momento de su vida siempre supo como hacerlo para evitar lo que estaba pasando ahora mismo, ¿entonces por qué no podía ahora?

fue en una tarde que iba caminando a paso lento a su casa tratando de no pisar las líneas que se encontraban en el suelo que pasó frente a una tienda con una pequeña publicidad de unas cajas de cigarrillos. se quedó mirándola por un rato hasta que finalmente entró a la tienda y terminó por comprar una caja junto con un encendedor de color negro que tenía un pequeño estampado de una calavera.

no estaba seguro de hacerlo, solo lo había probado una vez en su vida y fue cuando tenía apenas 14 años, había entrado a la habitación de su padre a escondidas y le robó uno de los bolsillos de una chaqueta de cuero, con cuidado se alejó un poco de su casa y lo encendió luego de varios intentos fallidos, a la primera calada ya estuvo tosiendo como loco buscando oxígeno y lo terminó por tirar en un tacho de basura de algún parque. desde ese momento se dijo a sí mismo que no volvería a tocar uno en su vida.

dejó escapar una pequeña risa ante tal recuerdo y de lo decepcionado que se encontraría su yo del pasado al verlo con una maldita caja entera. su padre siempre le decía que no se volviera como él, un adicto al tabaco, se lo repetía casi todos los días y que luego lo iba a lamentar, pero a pesar de ello no vio ni una sola vez en donde aquél hombre intentara dejarlo, supuso que muy arrepentido no estaba.

decían que eso siempre servía para liberar el estrés así que sin más vueltas prendió el primer cigarrillo y lo inhaló, tosió un poco como era de esperarse pero no se rindió tan fácil como lo hizo tiempo atrás y le dio otra calada, y otra, y así hasta que lo terminó.

no había estado tan mal, pensó que sería peor y por la emoción encendió otro. quería volver a sentir el humo entrar y salir de su organismo y al final del día ya había fumado un poco más de la mitad de la caja, así que fue a comprarse otra.

si bien ahora no se abusaba tanto de la nicotina como lo había hecho ese día, siempre que se sentía demasiado abrumado acababa con dos cigarrillos, uno detrás del otro. y eso era lo máximo que podía llegar a consumir por día.

los rayos de luz comenzaban a colarse por su ventana y le golpeaban en la cara, estaba amaneciendo y él no fue capaz de pegar un ojo en toda la noche.

al instante su humor empeoró y comenzó a maldecir por debajo de las sábanas, todo eso era culpa de itadori.

por su culpa no podía llevar una vida tranquila sin que tuviera que derramar lágrimas aunque sea un día, llegó un punto en el que creía que lo odiaba con todo su cuerpo por todo lo que le hizo, era un maldito sinvergüenza, ¿cómo fue capaz de mentirle todos los días? con esa personalidad tan alegre y de doble filo, con esas falsas palabras de "cariño" totalmente vacías y besos de unos labios que habían tocado a otra persona.

se sintió asqueado ante tal idea, el muy maldito había terminado de revolcarse con dios sabe quién y luego se atrevía a ir hasta su casa, se acostaba en su cama y tocaba su cuerpo con sus sucias manos.

aunque, en el fondo, por una parte estaba agradecido ya que ese constante pensamiento no le dejaba llorar y sólo deseaba odiarlo con más ganas.

la única vez que en la que realmente quiso volver atrás en el tiempo fue ese día en el que hablaron y estuvieron en su auto, tuvo que decirle más cosas, haberlo hecho sentirse mal y arrepentido por todo lo que le hizo sufrir y que ese sentimiento se le quedara por siempre en su cabeza, justo como a él. un vete a la mierda había sido demasiado suave comparado con todas las frases que había hecho en su cabeza con miles de escenarios diferentes.

do me a favour | itafushi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora