He Calls Me Love [Fred Weasley]

13 | Baile

Después de que Harry empató en el primer lugar en la primera prueba junto con Viktor Krum y recuperó su huevo, los Gryffindors regresaron a la sala común para celebrar la victoria del chico. Fred y George habían levantado a Harry sobre sus hombros, quien sostenía el huevo sobre su cabeza. El resto de la casa rodeó a los tres, vitoreando en voz alta.

Harry preguntó si debería abrir el huevo, que todos querían, y así lo hizo. Los chillidos llenaron la sala común, haciendo que todos cubrieran sus años para tratar de bloquear el ruido. Fred y George terminaron dejando caer al Campeón de Gryffindor, quien se apresuró a cerrar el huevo.

T/n puso una mano sobre el hombro de Fred y los miró.

—¿Están bien?

—Si– George asintió.

—¿QUÉ?– Fred gritó, todavía frotándose la oreja derecha.

Su sonrisa descarada confirmó las sospechas de T/n de que estaba fingiendo.

T/n miró a su alrededor cuando escuchó la canción familiar: ¿quién habría puesto música muggle? ¿Y cómo terminó siendo una de sus canciones favoritas? La fiesta estaba en pleno apogeo, todos bailando y riendo. Decidió unirse bailar y cantar la letra.

—¿Te sabes la cancion?– Fred gritó por encima del ruido mientras se acercaba a ella.

—¡Si!– Gritó T/n, volviéndose hacia él—. ¡Me gusta mucho!– Había mucho ruido en la sala común, T/n se sorprendió de que los hechizos silenciadores cubrieran todo el ruido.

—Entonces, ¿quieres bailar?– preguntó Fred.

—¡Ya estoy bailando!

—¿Así es como bailan los muggles?– Ella miró levemente al chico, quien solo pudo reír a su vez.

—Cállate, Weasley– dijo T/n y giró sobre sus talones, tratando de alejarse, aunque ambos sabían que ella en realidad no iba a hacerlo.

No obstante, Fred la agarró por la muñeca y tiró de ella hacia atrás, provocando que ella golpeara su pecho.

—Sabes que solo estoy bromeando, Reid.

—Si lo se.

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Una vez que se anunció el Baile de Navidad, quedó claro por qué las Túnicas de gala eran un requisito este año. T/n recordó su vestido c/f guardado en su baúl, imaginándose a sí misma usándolo y bailando alrededor del Gran Comedor con él.

McGonagall había reunido a todos los Gryffindor en su salón de clases. Los escritorios fueron empujados hacia atrás y había sillas alineadas al lado de cada pared: niños y niñas sentados separados y uno frente al otro.

—El Baile de Navidad ha sido una tradición del Torneo de los Tres Magos durante mucho tiempo– McGongall explicó, mientras Filch estaba configurando la música—. En la noche de Nochebuena, nuestros invitados y nosotros nos reuniremos en el Gran Salón para una noche de cortesía educada. Como representantes del anfitrión de la escuela, espero que todos y cada uno de ustedes se comporten de la mejor manera posible. Pero, el baile de Navidad es primero y adelante... Un baile.

Todo el aula estalló en susurros ante las palabras de McGonagall, aunque rápidamente fueron silenciadas.

—La casa de Godric Gryffindor se ha ganado el respeto del mundo durante casi diez siglos. ¡No permitiré en el transcurso de una sola noche arruinar toda su reputación comportándote como una banda de babuinos torpes!

T/n resopló silenciosamente ante la elección de palabras de McGonagall, inmediatamente mirando a los gemelos, quienes parecían estar repitiendo la frase una y otra vez.

—Ahora. ¡Bailar, es dejar que tu cuerpo respire!– Dijo McGonagall, haciendo un movimiento extraño y luego volviéndose hacia las chicas—. ¡Dentro de cada mujer hay un cisne para estallar y emprender el vuelo!

Ella se enfrentó a los chicos. T/n notó que Ron le susurraba algo a Seamus, lo que hizo que este último se riera. Desafortunadamente para ellos, McGonagall también los había visto.

—¡Dentro de cada niño un león orgulloso listo para saltar!– Dijo McGonagall—. ¡Sr. Weasley!– Se dirigió a Ron.

—¿Si?– Preguntó Ron con una pizca de miedo en su voz.

—¿Me acompaña por favor?– Preguntó McGongall, extendiendo su brazo hacia él.

Ron se puso de pie, seguido por la mayor parte de la risa del chico, y se quedó en el medio con la bruja.

—Ahora, coloca tu mano derecha en mi cintura.

—¿Dónde?– Preguntó Ron confundido y asustado.

—Mi cintura– McGonagall repitió y Fred silbó. Ron se dio la vuelta, aparentemente listo para abalanzarse sobre su hermano mayor, pero el profesor tiró de él.

T/n miró hacia otro lado, fijando los ojos en Fred. El pelirrojo le guiñó un ojo, provocando que sus mejillas se sintieran más calientes, aunque T/n le sacó la lengua a cambio.

Después del momento vergonzoso de Ron con McGonagall, la maestra les dijo a todos que se levantaran y buscaran una pareja con quien bailar.

T/n se levantó, habiendo tenido que seguir lo que estaban haciendo las otras chicas, pero Fred, al igual que los otros chicos, se quedó quieto. Quería desesperadamente acercarse a   T/n y bailar con ella, pero los estudiantes de Hogwarts no perdonaron, considerando cómo estaban tratando a Harry Potter.

Neville fue el primero en levantarse y Fred bendijo su alma internamente, luego se abrió paso entre la multitud. Rápidamente vio a T/n, para su suerte, todavía sin pareja.

—¿Te importaría bailar?– preguntó, extendiendo su mano hacia ella.

—Solo si no me pisas– dijo T/n con aire de suficiencia mientras tomaba su mano.

Fred tiró de ella, colocándolos en posición.

—A todos los niños Weasley se les ha enseñado a bailar nada menos que por la mismísima Molly Weasley– dijo Fred.

—Bien por ti– le dijo—. No puedo bailar, por una mierda–

—¿Qué pasa con el lenguaje soez?– Fred se rió entre dientes mientras los dos se balanceaban perezosamente.

Ella se encogió de hombros.

—¡Señor Weasley! ¡Señorita Reid! ¡Esto no es bailar!– McGonagall frunció el ceño a los dos.

—¡Sí, lo siento profesora!– Fred dijo y luego se volvió hacia Y / n—. Está bien, déjame enseñarte a bailar– Empezó a contar de uno a tres repetidamente y se movió, haciendo que ella se moviera con él.

Para una persona que no sabía bailar, no lo estaba haciendo tan mal, señaló Fred.

—¡Ay!– Fred exclamó cuando ella le pisó los dedos de los pies.

—Lo siento– murmuró, mirando hacia abajo con vergüenza.

—Está bien, no todos pueden ser tan buenos bailarines como yo.

—Estás tan orgulloso de ti mismo Weasley.

—Te encanta, Reid.

—¿De verdad?

—Callate.