Capítulo 25

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Estoy sentada con los codos apoyados en mi mesa de trabajo tratando de controlar a mi errático corazón para lo que se avecina.

Damián me pidió que yo presentara el proyecto ante los inversores y no me siento capaz de hacerlo.

Necesito dormir.

Naomi se acerca a mi mesa y me lanza una brillante sonrisa.

—Es hora.

Después de una última respiración para intentar calmarme, me levanto para dirigirme al lugar en el que cuál están todos los inversionistas junto a un par de ingenieros, incluido Damián.

Observo a mi alrededor. Seis personas se encuentran sentadas en la sala de reunión, el lugar tiene una mesa alargada que llena casi todo el espacio. En este momento, todos ocupan los asientos cercanos a una enorme pantalla que cubre parte de una pared.

Entro tímidamente y me sitúo frente al visor sonriendo levemente a las personas presentes, o al menos espero que lo que esbozo parezca una sonrisa. Se respira un aire tan tenso en toda la habitación que por un momento quiero salir corriendo.

Equivocarse no es una opción, aquellas personas parecen muy importantes.

Malvada sea el día que le pedí a Damián poder estar en estas reuniones, pienso.

Claro, nunca imaginé que me pediría que sea yo quien presente el proyecto.

Observo su rostro tan inmutable como siempre.

Intento respirar con tranquilidad, confío en mí, estudié mucho para esta presentación, estoy preparada. Segundos más tarde, la pantalla parpadea y se produce un silencio inquietante en la sala. Me presento, saludo a todos los presentes y comienzo mi exposición.

Un millón de minutos después, o media hora después, lo que es lo mismo, estoy empezando a creer que lo hice bien, la mirada de asombro y la sonrisa alentadora de Naomi tienen que significar eso ¿no?

Algunos de los presentes murmuran entre sí, pero ninguno se dirige a mi directamente. Sinceramente no sé qué hacer ni que pensar, pero mi salvadora Naomi corre a mi auxilio.

—Estuviste estupenda. Por aquí se aclararán unos detalles y todo habrá terminado, pero estuviste realmente increíble. —Me da un apretón firme y se acerca un poco más. —Damián quiere hablar un momento contigo, espéralo en su oficina. —Luego se da la vuelta y regresa a su sitio.

Entonces mi trabajo aquí terminó. Tomo los papeles que traje conmigo y que me ayudaron en mi presentación y salgo en dirección a la oficina de Damián.

No puedo dejar de pensar en que, aunque nerviosa, me sentí realmente bien en la presentación, estar aquí, hacer lo que me gusta hacer, no tiene comparación. Una pequeña sonrisa se forma en mis labios e inconscientemente pienso en Eider preguntándome por mis metas y pasiones. Esta es mi meta, culminar mis estudios y vivir de esto. Y deseo tanto poder cumplirla.

La puerta de la oficina se cierra de golpe, sacándome de mis pensamientos y allí está Damián. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho mientras permanece apoyado en la puerta y me siento totalmente incapaz de interpretar el significado de su expresión.

¿Será que no le gustó lo que hice? ¿Estuve mal?

Nuestros ojos se cruzan y los suyos parecen recelosos, veo la consternación que encierran. La pequeña sonrisa que aún tenía en mis labios se muere completamente.

No me gusta cómo me está viendo, da la impresión de que intenta descifrarme, como si yo fuera un puzle misterioso que el necesita desesperadamente resolver. Sigo sin poderme explicar la tensión que siento en su presencia y en este momento mi cerebro solo me grita que me aleje todo lo posible de él.

La vida es un instante | Completa✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora