EL rostro de Amy tiene marcas del sofá cuando tomo las hojas con dibujos de su pecho, sus mejillas están sonrojadas y se ve un poco sucia. Cuando hago que se levante, me pone un brazo alrededor de la cintura y empieza a caminar conmigo sin abrir sus ojos.
Bosteza y en vez de entrar a su habitación sigue de largo por el pasillo conmigo.
—¿Dónde vas, Amy?
—A tu habitación.
—No. Debes dormir en tu habitación.
Amy abre los ojos y me mira con una expresión afligida en su rostro.
—Hoy quiero dormir en tu habitación. No quiero dormir sola.
—¿Te has cepillado los dientes?
—Sí —responde, mirándome de arriba abajo—. Antes de quedarme dormida en el sofá.
—Muy bien —asiento, como si esa fuera razón suficiente para dejarla dormir conmigo y no porque estoy demasiado agotada para discutir.
Entonces me ve fijamente.
—Estás bastante desaliñada—me dice, sonriendo.
—Gracias.
Amy pasa una mano por mi brazo.
—Y pegajosa.
Yo hago lo mismo en su mejilla.
—Tú también.
—Y hueles a sudor.
—Tú sigue con los halagos, enana.
—Es que es verdad. Y también a café y pastel.
Va directamente a mi cama, que se encuentra desordenada desde la mañana. Con las prisas no he tenido tiempo de arreglarla. Se mete y me mira mientras me quito la ropa y busco una toalla para ir a darme un baño.
El reloj marca las once y media. Seguro que mañana por la mañana será un problema despertarla.
Me doy la ducha más corta de la historia, el tiempo suficiente para enjabonarme por todas partes y aclararme. Luego me quedo un momento de pie contra la pared de la ducha, permitiendo que la corriente de agua caiga sobre mi cara. Me gustaría atravesarla, desaparecer en ella, desintegrarme y no volver nunca. Es más fácil convencerme de que no estoy llorando cuando la mayoría de lo que me cae por las mejillas es agua.
Cuando regreso al cuarto, veo a Amy dormida, los ojos cerrados y la boca abierta. Me acuesto y me acurruco a su alrededor, ella apoya la cabeza en mi brazo y la aprieto muy fuerte.
A estas alturas no sé quién de las dos tiene más miedo a estar sola.
*************
Me despierto en medio de la noche, goteando sudor, incapaz de decir donde diablos estoy. Me incorporo, parpadeando en torno a la oscuridad, aferrándome a las sabanas, jadeando febrilmente tratando de sacudirme el sueño.—Alex es mamá —dice Amy —Es mamá, es mamá, es mamá.
Mi cuerpo tiembla, mi mente está en blanco y mis sentimientos parece que se han ido. No siento nada, solo puedo ver el cuerpo que yace en el suelo cubierto con una manta. Las lágrimas empiezan a manchar mi cara. Allí está su mano sin vida con su hermoso anillo sobresaliendo de la sabana que la cubre.
—Es mamá, es mamá, es mamá.
Es un sueño recurrente, aunque hacía tiempo no lo tenía. Ver a mamá de nuevo el día del accidente es una imagen que me perseguirá por el resto de mi vida.
—¿Alex, estas bien? —Oigo a una vocecita preguntar —¿Por qué gritabas?
Amy está parada en la puerta de mi habitación con el cabello despeinado y su cada vez más pequeño piyama mostrando parte de su abdomen.
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La vida es un instante | Completa✔
Roman d'amourEsta es una historia sobre una chica y su complicada vida. Sobre la amistad. El destino. Las tragedias. Sobre las mentiras que nos decimos a nosotros mismos para poder mantener la ilusión y las que les decimos a los que amamos para poder protegerlos...