Cap 4

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Abrí mis ojos lentamente mientras veía un techo blanco. Creía que mi habitación era azúl claro. Fui recuperando fuerzas y logré sentarme. Analicé el lugar en el que estaba, el hospital... ¿Cómo llegué aquí? Una chica no tan mayor que yo al menos unos dos o tres años se acercó a mi.

—¿Cómo te sientes?— preguntó.

—¿Si te dijera que con deseos de morir estaría contestando correctamente a tu pregunta?— le respondí mirando a mi alrededor.

Mostró una sonrisa— Entonces estás bien, ahora dime. ¿Es tan mala tu vida cómo para llegar a ésto?— señaló mi muñeca.

Aparté mi mirada y tapé mi mano ahora curada y vendada— Veo que no responderás a ésta pregunta. Bien, si tomas ésto por una semana y te aplicas las medicinas no quedaran rastros de cicatrices— apuntó en una hoja y me la entregó— ánimo, no es el fin— se levantó para retirarse— ¡Espera!— se detuvo y prestó atención— ¿Cómo sabes que no repetiré ésto?— señalé la herida. Su cara era algo dudosa por lo que se sentó a mi lado.

—Mhm, no lo sé... Sólo tú tienes la respuesta a ésa pregunta. Si de verdad quieres hacerlo, la próxima vez que lo hagas, no estarás sentada aquí conmigo, sino que estarás en una caja con rumbo a un agujero mucho más oscuro y del cual no podrás salir— miró mis ojos—No sé exactamente por lo que estás pasando, pero sea lo que sea, tú puedes solucionarlo.

—No es tan fácil como parece. Una cosa es decirlo y otra hacerlo, y la verdad... no creo tener el valor para solucionarlo sola— bajé mi mirada mostrándome débil ante ella.

—No siempre se puede ganar, pero perder no es una opción. Sólo necesitas un empujón en la vida— se levantó dispuesta para retirarse. Actúe con rapidez y la detuve una vez más—Perdón...—volteó a verme—¿Podrías decirme quién fue la persona que me trajo?—ésa pregunta me daba vueltas en la cabeza, ¿Fue él o no?— Sólo te diré que fue un chico muy apuesto, te dejó ésto— me dió un pedazo de papel con algo escrito— Ya puedes salir cuando quieras, el chico pagó por los tratados— salió de la habitación.

“Espero que te mejores, y también no encontrarme contigo en otra situación difícil, aunque con gusto estaría dispuesto a ayudarte. No pude quedarme debido a un asunto que tenía que arreglar, pero ya pagué tus tratados. No cometas otra locura, puedes arrepentirte después.”

Sonreí al leer la nota. Si será, mira que encontrarme con él cada vez que tengo un problema. Intenté ponerme en pie para poder ir a mi querida casa y ver si estaban preocupados por mi. Miré mi celular y no tenía ninguna llamada perdida. Ya veo, no hay preocupación.

Me coloqué la ropa y salí del hospital. Llamé a mi chofer y me dirigí a la mansión. Antes de entrar a la casa me quedé tras la puerta escuchando la conversación de mis padres— Sabes perfectamente que ella no conoce el lugar, ¿Y si se perdió?— hablaba mi madre con mi padre al cual parecía no importarle mi ausencia y falta de información.

—Elizabeth ya no es una niña, tiene 21 años y ya es hora de que actúe cómo un adulto. Seguro está en alguna cafetería. Aunque conociéndola bien debe de estar tomando helado— palabras sin sentido salían de su boca aún sin darse cuenta de la situación, sin despegar la vista de su laptop.

—¿Tomando helado a éstas horas? ¿Son las 3:34 de la madrugada y crees que tu hija está tomando helado?— parecía preocupada—No entiendo qué clase de padre eres que piensa que su hija está tomando helado. ¿Qué me dices de los cristales con sangre en la sala?

—¡Te dije que está bien!— contestó enojado— Deja de gritar, intento concentrarme en el trabajo. Deberías de dormir, mañana tienes que salir. En cuanto a Eliz, llamaré a mi chófer para que salga a buscarla, veremos si así me dejas en paz.

—No hace falta papá, ya estoy en casa.—entré mientras notaba los ojos aliviados de mi madre.

—¿Ves? Te dije que estaba bien, tanto grito por nada

—Elizabeth Dithyn, se puede saber dónde... Cariño— llevó sus manos a su boca— ¿Qué te pasó?— miró mi mano vendada.

—Nada mamá, sólo fue un pequeño corte.

— Pequeño corte por dios, pero si tienes medio brazo vendado y ni hablar de tu ropa empapada. Ven, vamos a tu habitación— observé a mi padre con la peor mirada posible mientras subía las escaleras .

Me senté en la cama mientras mi madre preparaba un baño de agua bien caliente— Ven cariño, está calientita,  cómo te gusta— quité mi ropa y me dirigí a la tina. Hundí mi cuerpo en el agua y se sentía un gran alivio en mi cuerpo. Después de relajarme salí y me puse la pijama. Después de cambiar mis vendas me recosté en la cama tratando de quedarme dormida pero el hambre que sentía no me dejaba ni cerrar los ojos. Mi madre cruzó la puerta, un vaso de leche con chocolate y unas galletas le acompañaban en una bandeja. 

-—Toma amor, sé que debes de tener hambre— me entregó la comida— Ahora sí Eliz, cuéntale a mamá qué fue lo que pasó en verdad.

—Bien, te diré lo que pasó. Papá me va a casar con un extraño y que para colmo es el engendro del presidente— el rostro de mi madre no mostraba ninguna reacción— Supongo que ya lo sabías al juzgar por tu cara y falta de expresión— coloqué el vaso a una esquina de la mesa y me recosté.

—Escucha cariño... tu padre... trata de hacer que el negocio crezca de una forma u otra, aunque sea de ésta manera, tienes que entender qué...— no escuché nada más ya que mis ojos se hacían tan pesado que era imposible quedarme despierta ante su charla, y si hubiera seguido despierta hubiera arruinado el momento tierno que estaba pasando, al que apreciaba. Lo último que sentí, fue una caricia en mi pelo, un tierno beso en la mejilla y un “ Buenas noches cariño”

Soy Infiel || ᴘᴀʀᴋ ᴊɪᴍɪɴ [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora