02. Cruel destino

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11 de abril de 1912

Me desperté a la mañana siguiente por culpa de mi madre, quien había decidido despertarnos pronto para poder ir a desayunar con las personas "importantes" del barco, aunque para mi hermana y para mí no fuesen nadie relevante. Odiaba que mi madre intentase hacerse hueco entre ellos.

    –Cassie– me llamó mi hermana. Yo dejé de doblar mi pijama y la miré–. ¿Dónde estuviste anoche?– preguntó con curiosidad mientras se sentaba en el borde de mi cama.

    –Ya os lo dije anoche, Rose– dije seria–. Estuve en cubierta leyendo un rato.

    –Sí, pero, ¿con quién?

    –Con un chico que estaba por allí, nadie importante– dije y seguí con mi labor.

    Rose suspiró y salió de la habitación. Rodé los ojos y salí segundos después, pero ya no quedaba nadie en el camarote. Visto así, decidí no presentarme en el desayuno y andar a mis anchas por todo el barco y descubrirlo un poco, ya que lo único que había visto de él había sido mi camarote, el comedor y una pequeñísima parte de la cubierta.

    Salí del lugar y comencé a caminar por los largos pasillos interiores, hasta que descubrí unas escaleras que llevaban hasta la planta baja. Bajé y encontré la sección de tercera clase. Estaba lleno de niños acompañados de padres, parejas y gente sin acompañamiento. 

    Uno de los niños se quedó mirándome fijamente, lo miré y le sonreí haciendo una mueca. El pequeño se rió y yo solté una pequeña carcajada.

    –Anoche no parecía que te gustasen mucho los niños– dijo una voz a mis espaldas. Me giré y allí estaba Jack Dawson–. ¿Será que estoy equivocado?– sonrió.

    –¿Jack?– dije confundida y una sonrisilla se coló en mis labios.

    –Sí– dijo sonriente y asintiendo–. Pertenezco a tercera clase, sé que a lo mejor puede sonar increíble– se rió y se señaló a sí mismo, dando a entender que "era demasiado atractivo como para pertenecer a ese lugar".

    –No esperaba verte aquí, creía que estarías desayunando...

    –No, no suelo comer nada por las mañanas– hizo una pausa–. ¿Y tú qué haces aquí?

    –Estaba dando una vuelta por el barco– asentí con la cabeza–. No te voy a mentir, estoy deseando encontrar una biblioteca– ambos reímos.

    –Me parece que hay una en la planta de arriba– dijo señalando a sus espaldas.

    –¿A qué esperas para llevarme?– reí y comencé a caminar escaleras arriba mientras agarraba la parte frontal de mi vestido. Él se rió y me comenzó a seguir.

    Seguí a Jack hasta la parte de arriba del barco y me llevó hasta una sala gigante llena de estanterías medianas. Admiré el lugar como si del mismísimo cielo se tratase, porque parecía el mismísimo cielo, cuando las nubes te atrapan y te sientes reconfortado.

    –Esto es increíble, Jack– confesé.

    Caminé un poco y ojeé los libros que estaban cerca. La mayoría eran novelas de misterio, romance, terror y muchos géneros más, pero me interesaba mucho más la poesía, así que caminé hasta esa sección.

    Pasaron varios minutos y yo ya había conseguido coger prestados varios libros de poesía y alguna que otra novela.

    Le perdí la pista a Jack, así que decidí dejar los libros en mi camarote y volver a pasear, no sin antes asegurarme de que los libros estuviesen bien escondidos, para evitar que mi madre me los confiscase.

    Subí a cubierta y me apoyé en una de las blancas barandillas que estaban allí. Vi como el mar estaba en calma, como un estanque, lo cual me relajó más de lo que ya estaba. De pronto, noté cómo alguien se apoyaba en la misma barandilla que yo. Giré lentamente mi cabeza y allí volvía a estar Jack, quien miraba al mar con algo de tranquilidad.

    –¿Eres alguna clase de espía, Dawson?– pregunté de manera divertida.

    –No, no– rió y expulsó el humo de su cigarro fuera de su boca.

    Miré al frente y seguí disfrutando de las vistas.

    –¿Por qué estás aquí?– preguntó de la nada.

    –Estoy mirando el mar– sabía que no se refería a eso, pero quería evitar el tema a toda costa para no tener que explicarle que me casaría por conveniencia.

    –Sabes que no me refiero a eso, Cassiopeia– dijo antes de darle una calada a su cigarrillo. 

    Suspiré y cerré los ojos lentamente, concienciándome así de que tendría que contárselo.

    –Estoy aquí porque voy a casarme en Nueva York– solté y se me cristalizaron los ojos. Sentí la mirada de Jack sobre mí, pero no pude percibir su expresión.

    –¿Y tú quieres?

    –¡Claro que no!– lo miré con rabia–. Voy a casarme a beneficio de mi madre, por no nombrar que ni siquiera sé quién es ese hombre que tomará mi mano...

    Mantuvimos silencio por un minuto que pareció una hora completa, en el que parecía que podía escuchar los pensamientos de Jack, en los que se lamentaba por mi cruel destino.

    –¿Y tú por qué estás aquí?– le cuestioné mirándolo mientras él fijó su mirada en el mar y soltó una pequeña risilla.

    –Estoy aquí gracias a una partida de póker– rió. Lo miré asombrada y asintió–. Mi amigo Fabrizio y yo jugamos contra dos tipos y ganamos este pasaje.

    –Qué suerte.

    –Quizás fue destino– Dio la última calada a su cigarro y lo arrojó al mar.


Constellation // JackDawson ✔ EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora