Capítulo 14

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13 DE DICIEMBRE

Valentina se despertó a la mañana siguiente con Juliana sobre su pecho, la manta levantada hasta su cintura. Se estremeció en el aire fresco de la mañana. Ni siquiera amanecía. Tenía la intención de quedarse despierta hasta tarde y trabajar un poco, no esperaba pasar la noche en la cama de Juliana. Sin embargo, recibía esa noche con los brazos abiertos. Juliana todavía sabía exactamente lo que le gustaba. Le dolía el cuerpo, pero era el tipo de dolor que disfrutaría todo el día. De hecho, tal vez podría agregar un poco más a ese dolor antes de tener que regresar a su propia habitación.

Valentina presionó un suave beso en la frente de Juliana, luego otro en sus labios y otro, hasta que los ojos oscuros de Juliana se abrieron parpadeando.

–Buenos días–, dijo con un gemido, acurrucándose más cerca del costado de Valentina.

–Buenos días–, repitió Valentina, sus dedos subiendo y bajando al costado de Valentina.

–Deberíamos hablar un poco–, sugirió Juliana.

–Pensé que habíamos hecho todo eso anoche–, los dedos de Valentina se deslizaron hacia la cadera de Juliana y subieron a su pecho, haciendo una pausa a un lado, su otra mano se unió a la refriega, tirando de un pezón con pereza.

–Un poco. Pero quiero saber adónde ves que va esto. ¿Es esto algo de una sola vez, algo que seguiremos haciendo? ¿Es algo así como amigas con beneficios? ¿Una relación?– Valentina se quedó quieta. Ella no sabía la respuesta a eso.

–Yo ... ¿no podemos simplemente disfrutar la una de la otra un poco más antes de ponerle una etiqueta?– Juliana se sentó y tiró del edredón para cubrir su pecho.

–No. No para mí. Esto es algo en lo que he pensado. Soñé sobre esto. Dejarte ir es uno de mis mayores arrepentimientos. No quiero hacerte daño, pero también sé que para mí esto no es nada casual –.

El pecho de Valentina se contrajo.

–¿Qué piensas?– preguntó, volviéndose hacia Valentina.

–Yo... no sé... todo sucedió tan rápido. No he tenido tiempo de procesar.

–Lo sé. Bueno, lo entiendo. Están sucediendo muchas cosas en tu mundo en este momento, pero merezco más que eso. Tal vez con otra persona, estaría feliz con una aventura de una noche o una situación de amigas con beneficios. Pero contigo ... lo quiero todo.

Valentina apartó la mirada.

–Si eso no es lo que quieres, puedes decírmelo ahora. Estaré bien. Puedes seguir viviendo aquí. No me importa. Pero si estamos haciendo esto –, señaló entre ellas,– entonces quiero hacerlo correctamente. Quiero la casa, los niños, las Navidades compartidas, las altas horas de la noche y los panqueques de los domingos.

–Yo ya lo he hecho–, susurró Valentina. –No salió tan bien.

–¿Así que vas a estar sola para siempre?– Preguntó Juliana.

–No. Quiero decir: si. Quiero decir, no lo sé. También tengo que pensar en Mia. Esto la afectaría.

–Si, tienes razón. Por supuesto que lo haría. Debería haber pensado en eso. Solo voy a... um... –Juliana saltó de la cama y tomó un pijama de un lugar que Valentina no vio. Se las puso y salió de la habitación sin decir una palabra más.

Valentina se quedó acostada en la cama de Juliana, rodeada de sus cosas, su olor y preguntándose si debería haber dicho que sí. Esta era Juliana. Ella nunca la lastimaría. Ella no era María.

Pero la idea de eso la aterrorizó. Se recostó, segura de que debería ir tras Juliana, pero también segura de que no sabía qué decir. Esperó unos minutos, luego agarró su ropa y caminó hacia su habitación, deslizándose dentro antes de que Mia pudiera levantarse. Cogió ropa limpia y se dirigió al baño, dejando que el flujo de agua caliente calentara el dolor de sus huesos.

Rescatando la NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora