Capítulo 1-Por fin en casa

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Aclaraciónpara evitar malentendidos: Este fic es una SECUELA, SI NO LEÍSTE LA PRIMERAPARTE SÓLO TIENES QUE ECHAR UN VISTAZO A MI PERFIL Y ALLÍ LA ENCONTRARÁS, SELLAMA "MIS PRECIOSIDADES." Y como misdemás fics, éste también está fundamentado en un enredo con una pizca de drama,muchas escenas de amor y ternura, y un final feliz, por supuesto!

POV Edward

En el período de dos años mi vida cambió de una manera drástica, sin embargo, en el día de hoy no podría imaginar mis días sin todo lo bueno que estos cambios me habían proporcionado.

En dos años pasé de estar buscando a mi hija, para encontrarla donde menos me lo esperaba, en la misma ciudad en que vivían mis padres y hermanos. Me enamoré de mi niña en el mismo instante en que la vi en los brazos de su madre, madre adoptiva, si es para ser especifico, ya que su madre biológica había muerto tras el parto, pero llamar a Bella de madre adoptiva me sonaba algo tan frío, algo que no representa el gran amor que Bella y Maddie se profesaban, ella era su madre y punto. Y si me enamoré de mi hija nada más verla, qué decir de su mamá, con aquellos grandes ojos marrones, que me hacían sentir que estaba por zambullirme en una piscina de chocolate derretido. Nuestro acercamiento no fue fácil, estuvo envuelto por una capa de miedos y dudas, pero al final el amor venció y yo logré hacer de Bella la señora Edward Cullen, hoy somos una familia, una familia que estaba a pocas horas de trasladarse a su nuevo hogar.

— Ya estoy en casa, mis chicas preciosas — anuncié entrando en el apartamento de Bella que se había convertido en nuestro apartamento y que en aquel momento parecía más un depósito de cajas.

— ¡Papi! — Chilló la dulce voz de mi bebé de casi dos años de edad, la vi salir de nuestra habitación a toda prisa, corriendo en mi dirección, por suerte su camino estaba libre de obstáculos.

— Hola, pequeña preciosura — la saludé, cogiéndola en el aire, ella se carcajeó feliz, la atraje a mi pecho y la abracé. — ¿Me extrañaste? — Pregunté besando su mejilla regordeta.

— ¡Sí! — Exclamó besando mi rostro.

— Papi también te extrañó un montón — dije soplando en su cuello y ella se rió retorciéndose en mis brazos.

— ¿Un montón? — Preguntó cuando la dejé sobre el suelo, acuclillándome delante de ella.

— Sí, un montón así — dije abriendo mis brazos y ella se echó sobre mí abrazándome, la atrapé, y ella se acurrucó junto a mi pecho. — ¿Dónde está mamá, pequeña?

Vitiendo — contestó simplemente.

Oí la risa de mi esposa desde nuestra habitación, luego la vi asomarse al pasillo, vestía una camiseta amarilla y un pantalón chándal gris, venía con una toalla en la mano, secando su largo pelo.

— Hola, amor — me saludó, poniéndose a mi costado, haciendo cosquillas en la tripa de nuestra hija que se rió y se escondió en mi cuello. Con mi brazo libre la atraje hacia mi cuerpo, ella me sonrió e irguió una mano para acariciar mi rostro.

— Hola, preciosa — la saludé e incliné mi rostro para besarla brevemente, ella suspiró abrazando a mí y a nuestra hija, descansando su cabeza sobre mi hombro. ¿Un día agotador? — Pregunté besando su pelo húmedo todavía.

— Sí... no imaginé que tuviera tantas cositas para empacar — ella irguió el rostro y pude ver el cansancio en sus facciones. Con mi mano todavía en su espalda la guié hasta el sofá, con Maddie sentada sobre una de mis piernas y Bella acurrucada a mi costado, empezamos a conversar.

— ¿Queda mucho por hacer? — Le pregunté.

— Algunos utensilios de la cocina y algo de ropa y los juguetes de Maddie. Esme me ayudó mucho hoy, hace tan sólo cuarenta minutos que ella se fue.

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