¿Amarlo? ¿Tú qué vas a saber de amarlo si no lo has conocido?
No lo viste reír con sus amigos.
No lo viste ser feliz con su familia.
No lo viste sonriéndome sólo a mí.
No estuviste ahí para él, cuando su papá lo abandonó.
No estuviste ahí la primera vez que su mamá lo golpeó.
No estuviste ahí para evitar que se quitara la vida tantas veces.
Fuí yo quien lo consoló, quien lo protegió.
Fuí yo el que le abrazó y habló por días seguidos hasta que se recuperó.
Fuí yo él único en quien confiaba.
Cuando apareciste, dejó de verme.
Cuando apareciste dejó de confiar en mí.
Cuando apareciste, dejó de amarme.
Nagisa, ¿Qué no ves que te está haciendo mal?
Llegas tarde a casa. Ya no me dices el cómo te sientes. Ya ni siquiera me sonríes.
Nagisa, ¿Por qué ahora haces con él lo que hacías conmigo?
Pasas todo el tiempo con él, le dices lo que tendrías que decirme, le abrazas como si fuera yo, lo ves como si fuera lo más preciado para tí.
Nagisa, ¿Por qué me has alejado?
¿Ese maldito demonio te obligó?
¿Acaso te tiene amenazado?
No te preocupes. Yo te salvaré de él. Te salvaré de tu madre, de todo.
No te preocuparás de nada.
Serás feliz, completamente feliz junto a mí.
No necesitamos nada más. Sólo nos necesitamos a nosotros mismos.
Nagisa, espera por mí.
Gakushuu Asano.
Un ángel que pasaba años observando aquel estuario que conectaba con el reino humano.
Se preguntaba
¿Cómo es posible que se mataran siendo de la misma especie?
¿Cómo pueden cometer los mismos errores una y otra vez?
¿Por qué están tan obsesionados con eso a lo que llaman amor?
En un pestañeo podía ver miles de vidas, desde su comienzo, hasta su final.
Para él, el tiempo pasaba muy rápido. O al menos así era hasta que lo escuchó, la risa de un pequeño niño.
No era su primera vez escuchando una risa, pero sí la primera en la que la escuchaba tan contagiosa.
De inmediato fijó su vista en como aquel pequeño era abrazado por su madre, lo que observó después fue un peculiar cabello celeste.
Un tono que se asemejaba al cielo, pero sin ser igual.
Curioso, se mantuvo viendo todo el día al niño, descubriendo que sus ojos eran del mismo celeste que su cabello.
-"Que tierno"- pensó sin querer.
Aquel niño había robado por completo su atención.
Gakushuu se esforzaba por ello.
Cada respiro, cada movimiento, cada expresión, cada gusto y disgusto, quería tener en cuenta todo de él.
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Dios de la muerte.
Hayran KurguSiendo objeto del amor de un demonio y la obsesión de un ángel, el alma de Nagisa fue escondida de ambos quienes por accidente y una ardua búsqueda logran encontrarlo pero no de la manera en la que hubieran imaginado. Continuación de "Se dice..."