009. Sustos que dan gusto

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La mañana era fría, como si el sol se hubiera dado un descanso justamente ese día.

Los perros en la calle modelaban cual pasarela Gucci una camiseta toda vieja tamaño funda de camión con algún estampado de caricatura de moda.
El tamalero se aferraba de sus bracitos mientras el humo que salía de su vaporera dibujaba extraños trazos en el aire contra la neblina.

Víctor se sentía en Titanic cuando hizo a un lado las cortinas de su micro, encontrando todos sus vidrios empañados, pero la atmósfera sensual se rompió cuando el álbum "Éxitos de Tik Tok" lo hizo hacer los mismos gestos de Bella Poarch, pintando una carita feliz en ellos.

Era el día de descanso de Sergis, y aunque el frío fuera latente sabía que los quehaceres no se iban a hacer solos. Estiró sus guantes de goma cuidando su reciente manicura para comenzar con su limpieza llena de jabón Roma y Fabuloso azul.

Aún con todo el alcohol en el cuerpo, tuvieron que iniciar su día como si la fiesta de la noche anterior no hubiera sido nada. Los niños de la secundaria ya habían salido de vacaciones y su única tarea era despertarse temprano para alcanzar a ver las caricaturas en horario infantil.
A excepción de Tadeo y Roman, que se sentían en hotline hablándose de una manera tan vulgar y sucia que los piropos de Agustín se quedaban cortos.

Pero todos sus días atenidos a la rutina se vieron interrumpidos cuando Mónica corrió hasta la estética de Juan Joaquín, con la camisa vomitada y el maquillaje todo corrido.

-¿Me estás diciendo que Ximena está perdida?.

-Así como lo escuchas, güerito. Desde anoche no llega y todas andamos bien preocupadas.

-¿Y por qué vienes conmigo?- Comenzó a barrer mientras Yesenia llegaba con dos platos de chilaquiles -A mi parecer no tengo cara de servicio a la comunidad, ¿o si?.

-Mira, güero, todos sabemos que eres bien comunicativo, sólo ayúdanos a hacer una junta vecinal. Porque si algo le pasa a la Xime, nos vamos encima de ti.

Y como si lo anduviera extorsionando Heraldo, tomó su celular anunciando una reunión a las 11:00 am, con gran urgencia y esperando que cooperaran.

Y es que ese tipo de cosas ya habían pasado y todos procuraban ser empáticos y ayudarse siempre.

Como la vez que Tadeo se les perdió en la lechería cuando tenía 5 años, todo por ir persiguiendo al señor de los helados.
O cuando a la Dais se le perdió su bolsa del mandado donde traía toda su quincena.

Ahí estaban, en las pedas y en los pedos.

Rápidamente el chisme corrió haciendo una gran bola de personas en medio de la calle, los que podían estaban ahí, entre chamarras de más de dos kilos y gorritos, que de Pikachu, de Mickey Mouse y otro tipo de cosas.

Sin duda la más afectada era Sandra, pues desde que llegaron a vivir a ese lugar, "La perdida" fue la primera en hablarle, la que nunca la criticó y quien la acompañaba a la Friki plaza a chingarse su sushi con queso crema y aguacate.

Se aferraba del brazo de Nicolás ocultando su preocupación, mientras mordía fuertemente su labio, tanto que si no sé detenía en poco tiempo sangraría.

Doña Orozco abrazaba a su niño más pequeño mientras tenía bien aferrada a su muchacha. Los faltantes llegaron casi corriendo, hasta el director de la secundaria ahí andaba, echándose una guajolota de verde, pero bien metido en el chisme.

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