004; piedrazo

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La noche era bastante amena.

Las calles estaban solas, el único ruido notable era Mario dando la última ronda nocturna para acabar con la olla de tamales de la mañana.

Todos los negocios estaban cerrados y las luces en los hogares estaban totalmente apagadas, a excepción de la ventana de la recámara de Sandra, que junto con su hermano, se echaban un maratón de Naruto chingándose una maruchan y poniéndose mascarillas.
Que disque según para recordar sus orígenes.

Cuquito estaba abrazado a doña Orozco, quien ya había perdido el total sentido de la vergüenza y disfrutaba de su calor.
Cristofer, ya más repuesto desde la golpiza, aplicaba la de "diosito tápate los ojos que me voy a manosear", y Ramón se quitaba los lentes bastante intrigado pensando en el libro que acababa de leer.

Pero ningún día podía ser normal en ese lugar, de pronto su infinita paz se había visto interrumpida por el sonido de sus celulares.

Aquellas vibraciones insistentes los hicieron salir de sus más profundos sueños tomando el aparato y revisando los mensajes del grupo "Vecinos".

"Buenas noches grupo, quería informar que hay alguien caminando por los techos y tiene un porte muy sospechoso, para que estén alerta".


Juan Joaquín, muy asustado después de haber sido interrumpido de su sueño de belleza, miró unos pies apoyándose sobre su ventana haciendo que la boca se le fuera de lado.

Inmediatamente corrió hasta la habitación de su hermana para zangolotearla mientras sentía como la sangre se le salía del cuerpo.

Todo el barrio se fue alarmando. Sergio comenzó a asustarse pues no tenía mucho que se compró una televisión nueva; no podían arrebatarle el único medio por el que podía sabrosearse al protagonista de la novela de las 9:00 libremente.

Pero vaya sorpresa que se llevó al ver a Ramón diciéndole que todo iba a estar bien y que no había que temer pues él, cual Max Steel que se besaba con las barbies, lo iba a proteger.

Pues así hasta lo feo que le veía se le estaba quitando.

Jimeno abrazaba a su hermano mientras llamaba a la patrulla. La adrenalina se apoderaba de sus cuerpos de manera intensa. Ya todos se imaginaban en una película de persecución corriendo por las calles con un rap malandro de fondo.

Al principio Julia no se sentía insegura, pero no fue hasta que escucho el ruido en su jardín trasero que el miedo la invadió. Salió corriendo despertando a Juan Cuco, quien en corto se metió en su papel del justiciero enmascarado salvando a la princesa del gran dragón.

O más bien, salvando a Doña Orozco de un cholo.

Ya todo el barrio andaba en la calle, Juan Joaquín en su pijama de ositos envuelto en una cobija de tigre mientras su hermana agarraba una escoba como si su vida dependiera de ello.

El carnicero se escondía en su casa, alegando que tenía un machete y que no responde chipote con sangre.

Todos miraban para todas las casas buscando al ladrón y enjuiciarlo como al chavo del ocho.
Pero lo que nadie sabia era que Juan Cuco ya había aventado la primera piedra.

Literalmente.

El "ratero" bajaba como Spiderman por las paredes esperando no ser visto. Buscó su oportunidad de bajar y justo cuando comenzó a hacerlo una piedra tamaño putazo masivo lo golpeó en la cabeza, haciéndolo caer en el concreto.

Pero cuál ratero ni que nada. Juanito estaba tendido en el suelo abierto de manos y piernas sintiendo el golpazo en la nuca.

- No mames, es Juanito.

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